Nostradamus:
Un profeta sorprende a Europa
Es
muy frecuente que los hombres sueñen con conocer el futuro. Después de los
adivinos paganos y de los profetas bíblicos viene el tiempo de los magos
laicos. En 1555, aparece en Lyon la primera edición de las Centurias
astrológicas, enigmáticos cuartetos Firmados por un tal Nostradamus, que
rápidamente se impone como el mayor de los visionarios modernos.
DE MÉDICO A ASTRÓLOGO
Miguel
de Nostre-Dame, llamado Nostradamus, de origen judío, nació en 1503 en
Saint-Rémy-de-Provence. Sus dos abuelos eran médicos y él estudia medicina en
la universidad de Montpellier. En 1526 una epidemia de peste estalla en
Languedoc: sana a los enfermos con una abnegación ejemplar, desde Aix hasta
Marsella. Se establece en Agen, se casa y conoce a Julio César Escalígero, uno
de los hombres más sabios de Europa. Sin embargo, unos años más tarde, pierde a
su mujer y a sus hijos, víctimas de una nueva epidemia de peste.
Entonces
comienza a viajar, según algunos, llegando hasta Egipto, pero, al parecer, sus
peregrinaciones solo se limitan al sur de Francia y a Italia. Es quizás durante
este vagabundeo que se manifiesta, por primera vez, su don de videncia: un día,
al encontrarse con un monje en el camino, habría reconocido en él al futuro
Papa Sixto V y se habría arrodillado diciendo: Me arrodillo ante Su Santidad.
Al menos es, sin duda, en este período de viajero solitario que su espíritu se
exalta hasta el punto que cree poseer el don de predecir el futuro.
EL HOMBRE QUE PREDIJO SU MUERTE
En
1546, se establece en Salos, dos años después vuelve a contraer matrimonio:
abre un consultorio médico que prospera rápidamente; sin embargo, se inclina
hacia las observaciones astrológicas. En ese tiempo redacta primero un
almanaque con presagios (1550), luego sus Centurias, probablemente como
resultado de las visiones que tiene durante sus desvelos nocturnos. Pronto su
trabajo causa sensación, y, en julio de 1556, Catalina de Médicis, apasionada por
el ocultismo, manda llamar al adivino para que establezca el horóscopo de sus
hijos.
Anuncia
entonces que tres de ellos reinarán, sorprendente predicción que será
confirmada: los tres niños subirán al trono con los nombres de Francisco II,
Carlos IX y Enrique III. Cuatro años más tarde, en 1559, estando Nostradarnus
ya de vuelta en su hogar, el rey Enrique II, padre de los niños muere en un
torneo. La visera mal cerrada de su yelmo dejó pasar la lanza de su adversario,
el conde de Montgomery, y el soberano agoniza, durante diez días, con el ojo
reventado y una herida en la cabeza. Los contemporáneos recuerdan entonces la
extraña predicción del 35° cuarteto:
“El león joven al viejo vencerá,
En campo bélico en duelo singular:
En jaula de oro le reventará los
ojos
Dos clases una, luego morir, muerte
cruel”.
En
el año 1564, Carlos IX encarga a Nostradamus la importante misión de ser médico
de cabecera del rey. Es un empleo de mucho prestigio, se encuentra en el apogeo
de su fama, adulado por poetas como Ronsard. Dos años más tarde muere cuando
regresaba de una misión en Arles. Nuevamente un cuarteto parece haber predicho
su fin:
“De vuelta de la embajada que el
rey le encomendó
Ya nada hará, se habrá ido hacia
Dios
Parientes cercanos, amigos,
hermanos de sangre
Encontrado totalmente muerto al pie
de la cama”.
Y MAÑANA...
Las Centurias que van
en constante aumento desde la primera edición hasta la muerte de Nostradamus,
son conjuntos de cuatro versos agrupados en grupos de cien (y de ahí el título
de la colección). La edición definitiva de las obras de Nostradamus incluye la
Carta a César (hijo de Nostradamus), Epístola al muy Invencible, al muy
Poderoso y muy Cristiano Enrique Segundo, rey Francia. Las propias Centurias
(que completaron 12), los Presagios (141 cuartetos) y finalmente los Sextetos
(58 estrofas de seis versos). Muchos términos latinos afrancesados están
mezclados en la lengua del siglo XVI, lo que no facilita la interpretación de
las predicciones, que el propio astrólogo ha redactado voluntariamente de
manera oscura, con el fin de evitar cualquier tipo de persecución. En el
prefacio de la edición de 1555, manifiesta el miedo de ser perseguido por la
Iglesia, y se defiende contra las acusaciones de hereje que se hacen en su
contra. También afirma no poseer ningún libro de magia.
Las profecías cubren la
historia de Francia hasta comienzos del siglo XXI, las hay en menor cantidad
para la historia de Europa y del mundo. Para los incondicionales del mago,
efectivamente algunas se cumplieron; Michel de Nostre-Dame habría previsto la
huida de Luis XVI a Varennes, el advenimiento de Napoleón I y luego la
instauración de una república después de la caída de la monarquía. En cuanto a
nuestra época, y precisamente los años que vendrán, los comentaristas creen que
en los cuartetos se anuncian cosas poco tranquilizadoras: se producirá un
tercer conflicto mundial, que comenzará en el Medio Oriente y durante el cual
Marsella y París serán destruidas; y la llegada del Anticristo a la Tierra.
Jean-Charles de Funtbrune, uno de los exegetas más conocidos de Nostradamus,
fija esta llegada para 1999. Dentro de poco se sabrá si las profecías de las
Centurias son exactas, a menos que los comentaristas más autorizados no se
dejen engañar por sus sentidos.
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