jueves, 14 de abril de 2016

Discapacidad y reconocimiento. Una reflexión desde el prisma de Axel Honneth

¿Discapacidad?

Quizá muchos de nosotros hemos visto o conocido historias que, por cierto, son muy conmovedoras por las dificultades que los protagonistas de cada historia ha tenido que pasar en busca de la superación personal y de los obstáculos a los que, en diversas circunstancias, se han visto abocados. Pues bien, esto es una prueba de la diferencia que solemos delimitar con respecto a aquellas personas que no han contado con una suerte favorable por alguna desgracia a la que se ven enfrentados como ser humanos. Solemos mirarlos como seres extraños, fuera de lo normal y, si no somos comprensivos, podemos incluso discriminarlos, burlarnos de ellos simplemente por una circunstancia ajena a su voluntad.  En esa línea, me gustaría recordar la historia de Tony Meléndez, aquel guitarrista nicaragüense carente de los dos brazos por una prescripción médica para calmar los malestares de su madre durante el embarazo. Este motivante personaje, como tantos otros, ha sabido sobrellevar con creces, sus discapacidades naturales y, paradójicamente, hacer de ellas su mayor fuerza. Ante esta y tantas historias de superación personal, surge la propuesta eugenésica que nos pone ante un crudo debate, ante una disyuntiva bastante filosa: ¿se puede manipular genéticamente a una persona para que nazca normal o para darle mejores características físicas? Si somos conscientes de la magnitud ética de esta opción, nos damos cuenta que, a pesar de las características físicas de una persona, todo ser humano tiene una dignidad intrínseca entonces nos negaríamos rotundamente a la manipulación genética de la que es objeto un ser humano en los albores de su existencia. Recurrir a tratamientos eugenésicos es antimoral y antiético desde cualquier punto de vista. Primeramente porque no somos ratas de laboratorios ni somos conejillos de indias ni objetos tratables sin ninguna consideración. La vida humana es lo primero y, cuando se hacen experimentos con animales, es para delimitar y para solucionar alguna necesidad urgente que se presente en cualquier momento precisamente porque el hombre es consciente de su lugar en la naturaleza, pues se ha dicho ya, en otras intervenciones, que este también es parte de ella. Ahora bien, volviendo al meollo del asunto, digamos que la discapacidad no resta nada a la dignidad  de las personas, ni se la aumenta, sólo que es una oportunidad para valorar más lo que somos y reafirmar nuestros. En un país como el nuestro, en el que se han presentado tantos casos de discapacitados por el conflicto armado, merece la pena que se haga un análisis de este fenómeno de la inhabilidad producida por campos minados, torturas, condiciones de vida infrahumanas y otras atrocidades. Para nadie es un secreto la cantidad enorme de víctimas sobrevivientes que deja una guerra fratricida como la que ha golpeado el país en estos últimos 55 años de historia colombiana que han perdido alguna parte de su cuerpo. A principios de siglo eran muy frecuentes los reportes noticiosos de personas que habían caído como víctimas en campos minados y que perdían alguna parte de su cuerpo. Esto le restó mucha credibilidad a la opción de prestar el servicio militar a muchos jóvenes de nuestro país, entre otras cosas. 

Algo que mencioné en el foro anterior, y que quiero traer aquí, es que cuando se habla de discapacidad también deseo enlazarlo a los derechos del no- nacido. Resultó escandaloso para muchos, sino para todos, el hecho de que se haya despenalizado el aborto. ¿Acaso el hecho de matar a un inocente en el seno de su madre es una causa segura de desarrollo para un país? Pues de ninguna manera lo es. Todo lo contrario. Cuando en una sociedad se atropellan los derechos de estos discapacitados (se les puede aplicar este nombre porque son seres inermes, carentes de decidir por sí mismos), que son los potenciales constructores de la sociedad en un futuro, esta atenta contra sí misma, destruye su futuro y sus probabilidades de subsistencia en un mundo que pretende "modernizarse" a costa de muertes de inocentes. Algunos países, entre esos Colombia, han optado por legalizar este tipo de muerte, queriendo así equipararse a las potencias mundiales atentando contra su propia identidad. En países como España la situación a este respecto es mucho más cruda y, mundialmente hablando, falta más consideración y valor al don de la vida. Sin embargo, no en todos los países se ve esto, y vemos que la vida está venciendo sobre la muerte. Esperemos que triunfe finalmente.    


viernes, 8 de abril de 2016

Éticas de la diversidad. Una alternativa a la ética de Peter Singer

La diversidad


Antropológicamente hablando, podemos aducir que una de las características que definen a los seres humanos es la diversidad, la diferencia necesaria, entre otras cosas, que debe haber en el planeta tierra. La otra característica se engarza, obligadamente, a este primer rasgo. Ese consiste en la existencia de una  unidad psíquica de todos los seres humanos que coexisten en el mundo a pesar de la mismas divergencias que necesariamente existen entre una cultura y otra.  Es imposible vivir una unidad, que no se debe confundir con uniformidad, si no respetan y se valoran estas particularidades propias de cada grupo humano, Asimismo, es descabellado considerar como seres no- humanos a los niños que no han nacido todavía y darle mayor importancia a los animales. Es una desfachatez absoluta concebir la realidad de ese modo. ¡Es un impensable! Nunca un ser humano es igual a otro. Incluso si son gemelos, uno puede percibir que hay detalles que hacen grandes diferencias cuyo propósito no es otro que enriquecer la expresión humana en todas sus variedades y, por qué no, en sus formas. Todos poseemos capacidades que nos diferencian, inevitablemente, de los demás sin caer en discriminaciones no recriminaciones triviales que sólo buscan sembrar malos sentimientos entre los hombres.

En este mismo sentido, la sociedad infravalora la diversidad de capacidades que pueden existir entre los diversos individuos en un grupo determinado. Recuerdo, a este propósito, un video titulado la educación prohibid. Aquí se denunciaba un fenómeno que afectaba mucho la calidad de la educación infantil y juvenil y, junto a esto, se veía que había gente ajena al contexto educativo interviniendo en estas cuestiones. Consistía, más que todo, en coaccionar al estudiante a asimilar contenidos de una manera sumisa, irreflexiva y acrítica (si podemos usar esta palabra) y que no le aportaban mucho al desarrollo de sus potencialidades como aprendiz de una escuela o como ser pensante que es. Si el estudiante no cumplía las exigencias planteadas por el docente, entonces era considerado como un incapaz y era también reprobable, .  Sin embargo, frente a este modelo impositivo de educación tradicional, se contraponía la posibilidad de que se descubriera en el estudiante sus capacidades individuales que le ayudasen a descubrir su lugar en el mundo, yuxtaponiendo también los incidentes que iban acompañados de aquel sistema errado para educar. Aquella contraposición servía para saber cómo se estaban educando a los niños y jóvenes en la escuela con miras a un proyecto profesional a futuro. Entonces aquí queda un camino trazado y, por algunos, recorrido. 

Tampoco quiero que se infiera que debemos ser clasificados como objetos. Eso sería inhumano. Sin embargo, no es conveniente buscar uniformidad cuando queremos mirar o considerar al ser humano como una unidad con necesarias e inevitables consecuencias. Lo que me gustaría es ver un equilibrio entre los dos extremos, que es cuando llegamos a un concepto simétrico entre nuestras capacidades y diferencias y nuestras diferencias como seres humanos pues muchas veces estas diferencias se escapan de nuestro alcance. Estas pueden ser la pobreza, el desplazamiento, la inmigración, entre otras.

Estoy de acuerdo con aquellas consignas que dicen que la sociedad debería dar el mismo valor a las vidas de todos los seres humanos y respetar los derechos de todas las personas porque, reitero, aunque seamos distintos tenemos la misma dignidad. En el ambiente circula esa beligerancia entre la dignidad del hombre y de la mujer. Disimuladamente se comparan las capacidades y aptitudes de uno y de otro. Esto ocasiona, a mi parecer, una rencilla innecesaria que, más que construirnos como personas, nos destruye, nos rivaliza y esto no debería ser así porque esta actitud podría llevar a problemas de otra índole y quizá más graves. No niego que ha habido un cierta evidencia histórica del dominio masculino sobre la mujer, pero es algo que se está superando o que, por lo menos, ya se tiene la conciencia de que este fenómeno es corregible. Tampoco se puede ser anacrónico porque esa no es ninguna solución.

Me gusta mucho aquel lema que dice: "Tus derechos terminan donde empiezan los del otro". Creo que no hay muchas frases que, como esta, digan mucho sobre el igual valor de la dignidad de las demás personas salvaguardando la diferencia entre ambas. Es muy clara y muy entendible  si se quieren reconocer los derechos de los demás y los de uno mismo como también los derechos existentes como la colectividad que formamos.

Sin embargo, la palabra "diversidad" es una palabra que es muy tergiversable. Digo esto porque hay algunos grupos que reclaman sus "derechos" o, lo que podríamos llamar pretensiones. ¿Cómo es posible que, organismos políticos como el estado, den licencia para que una sociedad se degenere de tal forma? ¿Se habla de autoridad del Estado o de ese afán por ponerse a la moda al igual que otras naciones desarrolladas? Yo sostengo que es la segunda parte porque un país como el nuestro, carente de identidad legislativa, tiende a seguir costumbres o secundando cosas  que otras naciones hacen sólo por un deseo de equipararse. Esto no tiene sentido. Si se desea una ética de la diversidad, los primeros derechos que se deben tener en cuenta son los de los niños. Estos tienen derecho a una familia, que es la unión de un hombre y una mujer, y no otra clase de unión caprichosa que, de ninguna manera, puede llamarse familia.

"La familia es la célula fundamental de la sociedad", decía san Juan Pablo II. Esta afirmación, a mi parecer, es muy acertada pues los hombres y las mujeres de todos los tiempos son los constituyentes de este gran organismo humano como lo es la sociedad humana. El hecho que los gobiernos aprueben leyes antisociales como esta ataca directamente los cimientos de una sociedad correctamente establecida y organizada. Es una insolencia abrupta que algunos afirmen como igualitarias las uniones homogéneas con respecto a las uniones maritales que caracterizan la ley natural.  Al darse a conocer esta aprobación de la unión homosexual como estado civil por parte de la Corte constitucional (que no vamos hablar de matrimonio, porque no se puede ni se debe)  el estado ataca la dignidad y los derechos de la familia como componente básico de la humanidad, en primera instancia porque el estado denota que quiere arrogarse una dignidad que no le corresponde ni le compete. Es cierto que las circunstancias sociales y económicas de un país como el nuestro no han dado tanta cabida al desarrollo de las familias, pero esto no significa que el Estado tenga derecho de atentar contra ella como si estuviese sobre ella, siendo que debería estar a su servicio. Personalmente conozco casos de una niña, que ya son mujeres, cuya suerte fue ser criada por una pareja del mismo sexo. Esta mujer contaba que esta experiencia la traumatizó por la ausencia de una figura paterna que le ayudara a vivir apropiadamente su sexualidad femenina. Esta situación también podría presentarse cuando falta la presencia de uno de los cónyuges en el matrimonio: difícilmente se puede sustituir. Es como si le quitases la pata a una mesa: necesariamente se caerá por la falta de un pilar fundamental. Otra cosa que ha escandalizado gravemente al país en los últimos días es la legalización del aborto. Aquí deseo remitirme a la frase que encabeza este párrafo. En muchas sociedades extranjeras veo con mucha preocupación, hablo por mí, que la natalidad se reduce porque las parejas quieren tener hijos a los 50 años de existencia, con el riesgo de que alguna malformación se presente y tengan así un pretexto para abortar. De esta manera, se niega también la posibilidad una construcción mejor lograda de una sociedad. Es un atento contra ella y al aprobar el aborto y la "muerte digna" la sociedad, y también las personas naturales, deben percatarse que ellas no tienen el derecho a decidir quién vive o quién muere. Nunca. De ninguna manera. Esto es un atentado contra el bien común en cuanto a que no proporciona los medios ni propicia las condiciones pertinentes y necesarias que los individuos y los grupos requieren para llevar a cabo su perfección en miras a su vocación y al servicio de la misma sociedad.

Es una infamia absoluta que algunos éticos quieran dar más importancia y dignidad a los animales que a los embriones humanos, siendo que estos últimos tienen, porque también son personas, una dignidad más alta que los animales. Es una desfachatez que se quiera dar más realce a la dignidad de una bestia que a la de una persona. Es injusto. Algunas figuras importantes han denunciado, incluso,  un fenómeno llamado "cultura del descarte". Se desechan o se tratan como desechables a los niños, a los ancianos y a los enfermos como "descartables" a los ojos del mundo. Es cierto que desde siempre este tipo de personas han sido rechazadas, pero el fenómeno es más visible e incisivo en nuestros días, épocas críticas desde muchos aspectos globales, nacionales, individuales y colectivos. Se está evidenciando una decadencia en los valores sociales y en muchas de las estructuras que, por cuya índole gubernamental, se esperaba que diesen la cara para solucionar estas fisuras que se agrandan más por el paso del tiempo.

Finalmente, he de decir que, para que se entienda correctamente el concepto de diversidad, hay que decir que eso no significa imponer leyes o costumbres que afecten negativamente a la sociedad y que contribuyan a su decadencia. La diversidad no implica, necesariamente, que se deba reclamar igualdad en donde no puede haberla ni muchos menos cuando pretenda atentar contra las bases mismas de la sociedad humana. 

jueves, 7 de abril de 2016

Étienne Vermeersch: el comportamiento hacia los animales. Una aproximación ética

El comportamiento hacia los animales. Una aproximación ética


Yo pienso que es inconcebible que nosotros, seres humanos, comparemos nuestro sufrimiento con el de los animales porque tanto los unos como los otros tenemos una dignidad diferente; no igual que se presente diferente sino en cuanto que nos diferenciamos por muchísimas cosas, en cuanto a nuestro ser de criatura.  Es cierto que los animales, como criaturas de Dios, merecen respeto, pero el hombre lo merece aún más porque el hombre está llamado a trascender. Por esto, él posee un alma espiritual e inmortal que le hace capaz, a diferencia de las otras criaturas, de conocer y de amar a su Creador y de dar una respuesta que ningún otro ser vivo puede dar en su lugar (CCE 356-357). Ahora bien, éste debe ser consciente de que no tiene un dominio absoluto del mundo que lo rodea, de que no puede actuar contra aquel como si fuera un ente aparte cuyos daños no lo afectarían en lo mínimo pues todo lo que le ocurra a su entorno lo afecta de una manera especial a él. Por lo tanto, el hombre debe reconocer la dignidad y el respeto que se merecen las cosas circunvecinas como los animales y las plantas.

¿Cuál es el lugar de los animales en el mundo de hoy? 

Personalmente, este tema me parece un poco complicado de tratar porque, en mi ambiente he podido ver muchos comportamientos ilógicos al respecto. Por una parte, he visto que los animales son tratados con una excesiva consideración. Está bien, porque es debido, que sean cuidados y alimentados porque ellos poseen ciertos derechos y no se debe disponer de ellos como si no tuvieran relación alguna con los ecosistemas en que viven; pero de ahí que quieran vestirlos, ponerles hasta abrigos o festejarles un cumpleaños ya es algo que raya con lo descabellado, con lo absurdo. Un profesor alguna vez nos contó a un grupo de estudiantes que era totalmente absurdo querer abrigar a un perro y ver que un hombre pobre y mendigo moría de frío. También he visto, especialmente en facebook, frases como  "De la manera que trates a un animal, así también tratarás a un ser humano". Yo estoy en contra de tal afirmación pues a veces nos toca tomar medidas drásticas para proteger las vidas de seres humanos, lo cual es preferible, que dejar que aquellos sigan causando un daño que sea evitable. Este es el caso de aquellos animales que tengan mal de rabia o que sean mordedores voraces que ataquen a cualquier persona que se les atraviese por enfrente, como los animales de raza pitbull u otros más peligrosos.Por supuesto, no estoy en contra de que se reconozca una dignidad a los animales, pero tampoco estoy de acuerdo con el extremo de tratarlos como si fueran seres humanos, lo cual veo que, con mucha frecuencia, sucede en mi entorno. Sabemos que, en las culturas orientales, los animales eran venerados y tratados como sagrados, pero  ni el mismo título ni la misma consideración se la podemos dar a ellos, sobre todo cuando sabemos que el ser humano tiene una dignidad más elevada que ellos.

 Suele tratarseles como hijos o cosas parecidas y eso me parece un poco desequilibrado. Un error bastante arraigado es el de usar las cosas como inagotables, al punto de que, cuando empiezan a faltar, entonces se genera una crisis por ignorar utilizar las cosas en la justa proporción y consideración.

En nuestra sociedad colombiana suelen estar los dos extremos. Uno es de aquellos que quieren utilizar los animales como medio para adquirir ganancias (lo cual amenaza con la extinción de especies enteras)  y el otro usa a los animales como queriendo darles el lugar que solamente puede darse a los seres humanos. Por algo el primer hombre no encontró, cuando el Señor se los presentó, en los animales una ayuda adecuada sino que sacó de su costilla a la mujer para que fuese el complemento, la ayuda ideal para él.    

De igual modo, yo estoy convencido de que, una correcta apreciación de los animales consiste en reconocer que son útiles al hombre como se ha visto a lo largo de la historia, pero no se les equiparar con los seres humanos como si fuesen iguales a él. Ciertamente que debemos cuidarlos y evitar que se extingan porque ellos también están vinculados en el mantenimiento de los ecosistemas y el Papa Francisco, en su encíclica Laudato Sii' dice que, en ocasiones, es mejor que el hombre no intervenga para el adecuado desarrollo de las especies. Esto demuestra que el hombre, a veces cumple mejor su papel observando los fenómenos que ocurren alrededor suyo que interviniendo en ellos, cuando su acción puede ser perjudicial para la fauna y la flora terrestres.

Francois Vallaeys. Virtud, justicia y sostenibilidad. Las tres dimensiones éticas.

Un desarrollo sostenible

"La verdadera crisis del planeta consiste en que no se han utilizado correctamente los recursos".

Vallaeys converge, acertadamente, en esta afirmación con otros profesionales tales como Fresco al afirmar que, aunque existen recursos suficientes para todos los seres humanos, no se han usado de la manera más equitativa, justa y, por lo tanto,  esto genera muchos descontentos y diferencias con el sentido de los derechos de todos los seres humanos pues se sabe que todos tenemos la misma dignidad como habitantes del mundo. Esto es evidente, por ejemplo, cuando se conoce la desigualdad en las oportunidades para acceder a derechos fundamentales como el agua en continentes como el nuestro o cuando nos basamos en el factor económico para hacer preferencias o distinciones en la prestación de servicios que deben ser comunes a todos por nuestra igual condición de seres humanos.

Esto significa que, no por carencia sino por inequidad, los recursos que posee el planeta no son aprovechados por todos sino que algunos organismos y sistemas políticos se arrogan el derecho de administrarlos como si fueran sus legítimos dueños. Eso lo vemos en nuestra historia, especialmente en el siglo pasado, cuando surgieron sistemas políticos como el comunismo, que han hecho estragos, en múltiples áreas, en los países en que se ha implementado. Supe de un país que administraba a sus ciudadanos una cantidad de alimento para un tiempo determinado, condicionando así la posibilidad de tener una propiedad privada y legítima y la capacidad de libertades individuales para todos ellos.  ¿Podemos llamar esto tiranía?  

En países como el nuestro, Colombia, podemos percatarnos también del mismo fenómeno en cuanto a la inequidad en la posesión de los recursos naturales. Esto se debe, en parte, a problemáticas como el conflicto armado, que ya tiene 55 años, más que todo a la posesión forzosa de las tierras de los campesinos por grupos al margen de la ley para cultivar alucinógenos. Esto nos hace comprender la fama y la fuerza que adquirió en su tiempo el narcotráfico en Colombia y otros fenómenos que no es mi intención tratar aquí. 

Ser justo, en este sentido, es reconocer la igualdad en la dignidad de los seres humanos como connaturales pues todos tenemos, según la antropología, una misma casa, vivimos en un mismo planeta y somos iguales por nuestra humanidad, aunque haya diferencias que, siendo inevitables, nos enriquecen como seres humanos. 

La justicia engendra sociedades conformes y conscientes de la posibilidad que tiene cada persona como integrante de ese conjunto en que se encuentra por propia naturaleza. Cuando una persona se siente parte de un conjunto social es capaz de aportar y contribuir al desarrollo del grupo mismo porque se gestan las condiciones necesarias para el desarrollo de todos y cada uno de los agentes sociales en un entorno determinado.  

“El desarrollo actual evita sistemáticamente la sostenibilidad”

Una concepción, ampliamente arraigada en el hombre de hoy, es el considerar la naturaleza como algo ajeno a sí mismo. Pensar así ha llevado a una crisis ambiental de la que ya estamos empezando a sentir sus efectos en una y otra parte del mundo, y también de diversas maneras. Esto se debe, fundamentalmente, a una mentalidad científica exclusivista de la naturaleza: se cree, tácitamente hablando, que la naturaleza es todo lo que nos rodea, como si fuese ella un ente aparte, un individuo distinto a nosotros y que, lo que le suceda, no nos afecta. Si eso fuera cierto, entonces no habría lugares peligrosos para los humanos infestados de contaminación como algunas ciudades nacionales e internacionales, ríos que, por intervenciones humanas ya no sirven a las ciudades como fuente de agua apta para el consumo humano y como éste, existen muchos problemas  que aquejan gravemente a nuestro planeta en diversas latitudes. Asimismo, nos podemos percatar de que el ser humano y "el resto de la naturaleza" conforman una unidad. ESTA ES LA VERDADERA CONCEPCIÓN DE LA NATURALEZA, que el ser humano ha desvirtuado en su afán de manipular, muchas veces en detrimento de sí mismo, el entorno que lo rodea, influenciado por una cultura consumista cuyo fin es la explotación descontrolada de las materias primas que se hallan presentes en su mundo y que, directa o indirectamente, le atañen como agente en el ambiente. 

En muchas ocasiones, el hombre se ha preocupado más por consumir que por conservar las cosas que tiene a su alcance. No es que no deba consumirlas, sino que ha confundido  el progreso con la destrucción de su hábitat, como si su desarrollo le impidiera subsistir. El problema no es desarrollo o el progreso en sí mismo sino la forma en que éste es buscado y también los medios que utilizan para esto. Es sorprendente la congruencia que existe, como dije más arriba, entre estos dos profesionales. Es como si hubiesen llegado a la misma conclusión, pero por caminos distintos. El verdadero significado de la naturaleza vincula al hombre como ser activo e influyente en el ambiente en que vive. Esto lo confirmamos cuando, por su acción, se ve afectado por la desaparición de algunas especies vegetales y animales de los ecosistemas en los que cohabita con ellos y también cuando brinda iniciativas para que las condiciones ambientales mejoren y sabe él que esto, a la poste, le afectará a él también, es decir, que el hombre y el mundo circundante conforman la naturaleza de la que él mismo se ha querido salir. Para nadie es un secreto que, si nos acostumbramos a acumular basura o cualquier otro desecho, terminaremos por dañar el lugar en que vivimos tarde o temprano. Esto pasa porque el hombre es una parte importante, fundamental en la naturaleza de la que se ha querido aislar por un errado concepto de la realidad. Este fenómeno tiene muchos nombres, pero el que más me parece adecuado es el de la CRISIS METAFÍSICA, es decir, una crisis del ser porque el ser humano llega a la conciencia de que su dominio sobre la creación es parcial, no absoluto como lo ha venido creyendo en los últimos siglos. 

"Los impactos son responsabilidad de una multitud, no de algunos"


Querer culpar a los otros del problema global que afrontamos no es la salida más inteligente si queremos aportar una solución eficaz para salir de esta crisis ambiental en que estamos abocados. Pienso que no es un problema de los últimos tiempos sino que es una cuestión de siempre porque es ahora cuando nosotros empezamos a sentir, a palpar, las consecuencias de malas actuaciones a nivel ecológico que han sido numerosas en la historia. Por ejemplo, desde que surgió la pólvora. Desde entonces, no me opongo al progreso de la humanidad, ha habido una importante carga de CO2 para la atmósfera, lo cual se acentúo más a medida que el hombre desarrolló su potencia bélica. El ejemplo claro para esto lo podemos ver en las dos guerras mundiales(la primera de las cuales ya tiene 102 años de recuerdo). Vemos que el hombre evolucionó en cuanto a su capacidad beligerante de atacar y defenderse y también muchos países constataron la pobreza subsiguiente a estos conflictos mundiales en donde el mismo hombre se dio cuenta de todo lo que es capaz de hacer.  Además, en nuestros días, podemos ver que las capacidades bélicas crecen en vez de invertir estos recursos en cosas que tienen por objeto fines mejores como la educación, la ayuda a pueblos necesitados y otras causas nobles y legítimas. Todos tenemos que asumir, sino la culpa, la responsabilidad respecto del mundo al que pertenecemos teniendo en cuenta que nuestra acciones nos afectarán en el futuro y también a las personas que vendrán después de nosotros. En base a esto, Vallaeys dice que "la sociedad no nos pide, desde luego, velar por nuestros actos sino cambiar de sistema: producir un sistema social que no tenga efectos colaterales sitemáticamente dañinos e insostenibles". 

Vallaeys propone una economía con tres rasgos bien definidos y que podemos ver en autores como Fresco. Estas son: 

- Economía de flujos renovables. (Contra uso de stocks agotables). 
- Economía circular (Contra economía lineal). 
-Economía de funcionalidad (contra obsolencia programada). 

En este último punto, Fresco decía que los productos comprados se dañaban justo después que se vencía su tiempo de garantía, como si estuviesen diseñados y fabricados para ser desechados, para ser basura (otros hablan de una cultura del descarte, a nivel humano). Me parece muy coincidencial esta congruencia  entre Vallaeys y Fresco (esto lo mencioné arriba). 

Para Vallaeys, existen tres responsabilidades básicas: 

-De nuestros actos (Adán y Eva). 

-De nuestro prójimo (Caín y Abel). 

-De nuestro mundo (Noé).  

Estas son tres dimensiones inherentes al ser humano.  Son llamadas también como las tres dimensiones en la ética. 

No podemos eludir la responsabilidad de nuestros actos, que nos afectan a nosotros, pues todo lo que hacemos o evitamos tiene consecuencias directas e indirectas, grandes y pequeñas, inmediatas o futuras esta es la visión autoética. 

Para con nuestro prójimo, existe la realidad de estar conscientes de que podemos ayudarlo a solucionar cuestiones que no podría solucionar por sí solo. Se denomina a esta como dimensión socioética.  

Con respecto al mundo en que vivimos porque son nuestras acciones, junto con las del prójimo, las que influirán en el ecosistema, por decirlo de alguna forma. Esta es la visión antropoética. 

Esto nos demuestra que el ser humano no es un ser unidimensional, como a veces se suele creer, sino que está compuesto de tres dimensiones, por lo menos en la ética. Los alcances, a pesar de que sean individuales, no son solitarios. Nuestros actos afectan, de una manera u otra, a nuestro prójimo y así, mundo o ambiente en el que vivimos; es imposible e inadecuado mirar al ser humano desde una perspectiva meramente individual porque este ser vivo tiene algo que lo diferencia de los demás: la trascendencia, es decir, esa capacidad de salir de sí mismo para encontrarse con los otros, entablar relaciones de amistad y de entrar en comunión con los demás, conocerlos y compartir experiencias de toda índole. Eso es algo netamente humano.  

viernes, 1 de abril de 2016

Francesc Torralba. Finalidad y sentido de la ética organizacional

Francesc Torralba y la ética organizacional 



La ética, que tiene una incidencia a nivel "Micro" también tiene una influencia a nivel "Macro", o sea una repercusión a gran escala. Esto podemos comprobarlo, de manera evidente, en las relaciones que se generan entre organizaciones en un escenario que se llama sociedad. Este el ámbito donde individuo y organización se confrontan y se relacionan para alcanzar el desarrollo que ambos tienden y, por supuesto, tienen que alcanzar. Si la ética es importante para saber vivir en comunidad, la ética organizacional también lo es para vivir en sociedad donde no solamente personas sino, además, grupos entran en una necesaria dependencia como lo reclama la naturaleza humana, que es eminentemente social.

Sin la ética no se podría vivir en ningún ámbito de la de la existencia, en ninguna profesión. La ética es necesaria e importante porque, más que formar profesionales, forma seres humanos capaces de vivir correctamente  su respectivo opción profesional en la sociedad. Es importante porque ella busca armonizar la esfera profesional con las otras dimensiones vitales y la esfera profesional entre sí, buscando entre las dos una unidad congruente.

Este autor arguye la existencia de una crisis de desconfianza para con las organizaciones. Además, enumera causas tales como la falta de honestidad y transparencia hasta la falta de competitividad (la capacidad de hacer eficientemente algo que dicen o aseguran saber hacer) para asumir los retos o las misiones que se le plantean a estas asociaciones o grupos de individuos en un momento y circunstancias determinadas en la historia de su entorno social.

A la ética empresarial se le puede denominar como las reglas del juego por las que las empresas actúan de manera ética y moral en sus relaciones con organizaciones de otra índoles como la jurídica, la económica, las académicas, etc. Ahora bien, la ética es importante en las actuaciones entre individuos y colectividades por la misma razón por la que un mundo sin ética es insostenible. De esta manera, la ética se define como la ciencia del saber vivir y, en sociedades como esta, es importante tener en cuenta criterios éticos para la actividad lícita de las organizaciones. Se mencionaban, en una entrada anterior, las éticas o las concepciones éticas que imperan en el entorno comercial de las empresas y se hace importante recordarlas porque son fenómenos que influyen y afectan, de manera clara e implícita, el comportamiento de las organizaciones de todas las partes del mundo. Estas son:


Actitud ingenua o "naif".  Esta hace sus reflexiones a ciegas al respecto de las condiciones reales de las organizaciones.

Actitud apocalíptica. Esta considera que ya no hay nada qué hacer. Las organizaciones se dejan guiar por la sed de consumo, audiencia y rentabilidad prescindiendo, incluso, de los presupuestos morales.

Actitud cínica. Frente a la ética organizacional, convierte a la ética en cosmética, en una fachada.

Actitud ética.  Esta juzga como elemento imprescindible el papel de la ética organizacional. Quiere hacer ver como necesaria la implantación de la ética como la garantía de un uso y desenvolvimiento de la empresa en el mundo profesional.

¿De qué podría servir la ética en una organización? ¿Qué aporta? ¿Por qué contribuye, netamente, a la cohesión de los recursos humanos de la organización? 

Es importante la ética porque sin ella, es imposible mantener en la organización sus frutos, su calidad y su credibilidad en el entorno o sector. Si en una organización Hay ética significa, cuanto menos, que se respetan los derechos de las personas que ahí colaboran en el producto final. Significa que,cuanto menos, hay una relación de equidad entre los distintos colaboradores, significa que a uno lo valoran por su talento y su capacidad mas no por ser el cuñado o el sobrino de alguien. 

A nivel personal, nuestra credibilidad y honorabilidad se miden por la moralidad de nuestras acciones. Aquí nos damos cuenta, perfectamente, de que nuestras acciones hablan de nosotros mismos mucho más que nuestras palabras pues son fruto de nuestra manera de ver la vida y de nuestra actitud hacia ella. Del mismo modo, el proceder moral de las organizaciones influye en las instancias externas de las mismas y entre sí mismas. Si una persona forja su imagen ante los demás por su forma de actuar, también las organizaciones construyen su marca con respecto a la sociedad y a las colectividades que la conforman. Por eso es importante, y muy notoria, la actuación pública de  un individuo perteneciente a una organización para concebir la forma de actuar de la colectividad a la que pertenezca. Aun así, los conceptos pueden ser errados porque el hecho de que un individuo no actúe como se le espera que obre no significa que todos los pertenecientes al mismo grupo, actúen de la misma forma que aquel, ignorando los factores que lo movieron o incitaron a actuar así. En la gran mayoría de los casos, la forma de actuar de una sociedad está fuertemente determinada por las organizaciones que coexistan en ella, e incluso pueden influir en el rumbo definitivo de la misma para el bien o para el mal de los individuos o colectivos que las compongan.