jueves, 30 de agosto de 2018

¿Estaremos solos en la tierra porque la vida empezó muy temprano en la Tierra? Elpensante.com


¿Estaremos solos en la tierra porque la vida empezó muy temprano en la Tierra? [1]

Para empezar, no es la primera vez que se plantea la posibilidad (ahora se hace de una manera más creíble gracias a la existencia y descubrimientos de miles de exoplanetas en los últimos 20 años) de que exista vida en otros rincones del Universo, pero intentaré hacerlo desde una perspectiva cosmológica; en ese orden de ideas, hay datos que tenemos que poner en la mesa. El primer dato que nos importa en este momento, es la edad calculada que tiene el Universo, esto es, 13.800 millones de años. El segundo dato que tenemos es la edad de nuestro planeta y, por ende, de nuestro sistema solar que es de unos 4.500 millones de años. Astronómicamente hablando, nuestra estrella se encuentra en la edad de una persona de 45 años de vida, es decir, en la mitad de su existencia; la diferencia de tiempo entre el Universo y la Tierra es de 9.300 millones de años. Pues bien, la pregunta es ¿acaso hemos llegado demasiado temprano? Para responder ese interrogante, un científico japonés ha propuesto un estudio en el que plantea que nuestra galaxia, la Vía Láctea, está en su segunda vida, es decir, se encuentra en la segunda etapa de formación estelar[2]. Antes de continuar, es importante que tengamos en cuenta la edad de nuestro hogar cósmico (nuestra galaxia) tiene unos 13. 510 millones de años (en ese entonces, el Universo era mayor unos 290 millones de años con respecto a nuestra galaxia). Entre los postulados que nos formulan esta pregunta se encuentra la Paradoja de Fermi[3], que, resumidamente, nos cuenta que aunque existen los elementos para la vida en todo el universo no hemos podido hallarla en otros rincones del cosmos. ¿Qué es lo que sucede? Se plantean tres escenarios:
a)    Existen civilizaciones más avanzadas que la nuestra y están evitando el contacto.
b)    Existen civilizaciones menos avanzadas que la nuestra y su tecnología es, apenas, incipiente.
c)    Somos los únicos y no hay nada más que decir.
¿En cuál de estos escenarios nos encontramos? Lo más probable es que nos encontremos en el segundo escenario porque, si existen otras civilizaciones en otros planetas, estas no han sido capaces de lanzar mensajes al espacio o, en consecuencia, explorarlo y observarlo. Desde la astrobiología, podemos decir que hay muchos factores que debemos tener en cuenta para calificar a un cuerpo celeste como habitable. En primer lugar, pensamos en el tipo de estrella, su masa, su edad, su etapa vital, el tamaño de la zona habitable de la misma y luego nos fijamos en el tipo de planetas que esas mismas estrellas son capaces de ‘crear’, por decirlo de alguna manera (utilizo la palabra ‘crear’ porque la mayoría de veces los discos de acreción planetaria se forman alrededor de las estrellas). No solo se habla de planetas habitables sino también de estrellas habitables (estrellas que sean lo suficientemente tranquilas como para permitir la vida en los planetas que las orbiten) y de también de la zona habitable galáctica[4], es decir, la distancia a la que una estrella se encuentre del centro galáctico para que permita que la estrella sea cree planetas habitables. Actualmente, nuestras observaciones en el universo observable nos han permitido encontrar exoplanetas de todas las clases: desde planetas gigantes calientes hasta super-tierras, es decir planetas rocosos como la tierra, pero con una masa varias veces más grande que ella. Con todos estos datos en consideración, hay que decir que nuestro universo (en caso de que existan otros, claro está) es un universo muy joven, pero no se puede decir que seamos los únicos seres habitantes del universo. De hecho, nuestras mismas observaciones se inclinan más en ese sentido que en la posibilidad de que estamos solos. Por otra parte, surge varios interrogantes: ¿Qué hay con la primera etapa de formación de estrellas en la Vía Láctea? ¿Pudo crear, en el pasado, sistemas estelares habitables como lo hace ahora en todos sus rincones? Más aun, ¿sucede lo mismo en la galaxia de Andrómeda y en todas las galaxias del universo observable? ¿Puede aplicarse este mismo interrogante en todas ellas, teniendo en cuenta que todas las galaxias poseen las mismas características que la nuestra? ¿Acaso hubo planetas habitables en la primera etapa de formación de estrellas de nuestro vecindario cósmico? Y, de haberlos, ¿Se preguntaron lo mismo la civilizaciones que florecieron en aquella época tan remota? Como decía aquel: no sabemos si estamos solos o acompañados en el universo, pero cualquiera de las dos posibilidades es igual de inquietante.  

En conclusión, debemos tener en cuenta que la astronomía es una ciencia y, como tal, su conocimiento es verificable y rectificable pero, cada vez más, nos encontramos nos acercamos a una respuesta definitiva (y, también, positiva) a la cuestiones de marras: ¿estamos solos en el universo? Si no estamos solos en él, entonces ¿Por qué no hemos encontrado algún indicio inequívoco de vida? ¿Dónde está todo el mundo? ¿Dónde está todo el universo?







[1] https://www.elpensante.com/estaremos-solos-en-el-universo-porque-la-vida-empezo-muy-pronto-en-la-tierra/
[2] https://www.astrobitacora.com/segunda-vida-de-la-via-lactea/
[3] https://www.astrobitacora.com/por-que-no-hemos-encontrado-vida-inteligente-la-paradoja-de-fermi-y-el-gran-filtro/
[4] https://astrobitos.org/2015/11/23/buscando-la-zona-de-habitabilidad-galactica/

miércoles, 8 de agosto de 2018

Sergio Fajardo: Acabar la polarización es el gran reto de Ivan Duque(Caracol Radio)

Sergio Fajardo: Acabar la polarización es el gran reto de Ivan Duque(Caracol Radio) 

La palabra clave en este contexto es polarización. En este contexto, la palabra polarización alude a la dispersión y oposición a las ideologías que, de turno, se encargan de la administración de la máxima autoridad pública: la presidencia. Lo que pretende este candidato es acabar, de manera sutil y sin violencia, con la oposición; no obstante, hay una pregunta que salta a la vista a la que, ineludiblemente, nos aboca al siguiente interrogante: ¿se hace viable una homogeneidad en el panorama político e ideológico en el país? ¿Funcionaría que, en un país, todos pensaran de la misma manera? Basta con que lo miremos desde el ámbito interpersonal para percatarnos que, evidentemente, eso se ve escasamente: a pesar de que hemos de convivir con nuestros semejantes, siempre advertimos que nuestros pensamientos difieren el uno del otro, pero siempre procuramos agruparnos y reunirnos con aquellos que tienen una afinidad con nuestra concepción, con nuestra manera de ver la realidad que todos compartimos. Asimismo, proponer a un presidente el objetivo de acabar con la polarización resulta un poco ambicioso porque atenta contra la tolerancia, que es el respeto que les debemos a los demás por su manera de pensar y de concebir la realidad. Es como si se quisiera condicionar y exigir al otro a que piense, actúe y tenga las mismas expectativas que nosotros, lo cual resulta, a todas luces, un intento soterrado de autoritarismo por la vía política. 
A ese respecto, la pluralidad, la democracia, la descentralización y la participación están amparadas desde el título primero, artículo primero, de nuestra Constitución política colombiana. Lo que nos importa aquí es la cuestión de la pluralidad; por esa razón, tenemos que advertir la homogeneidad política e ideológica no funciona en ninguna parte del globo terráqueo: los países que se hallan bajo esta premisa se encuentran abocados a las dictaduras y a los regímenes autoritarios que pretender absolutizar el poder. Estas maneras de gobernar se encuentran obsoletas, y un ejemplo preclaro de todo esto es el hecho de que el pueblo francés, en 1789, se haya rebelado contra el Antiguo Régimen, que era la monarquía absoluta de Luis XVI de Francia. Sin embargo, no basta con remontarnos a algo acaecido en el siglo XVIII; hay que mirar las situaciones contemporáneas que están más cerca de nosotros: estos panoramas evidencian que los intentos y los estados dictatoriales tienen, como medio de conservación, la represión y otras formas de ir contra lo que se oponga o difiera con la ideología dominante en el gobierno. 
Unificar al país no significa pretender que todos pensemos igual en el ámbito de la política o en otro que venga al caso, sino todo lo contrario: ejercer y vivir la tolerancia en medio de la diferencia. En ese sentido, la historia de Colombia (desde que es tal, por supuesto) nos ofrece muchas pruebas y acontecimientos que nos refieren que siempre se recurre a la violencia como un método de imposición ideológica: el primer acontecimiento que se puede mencionar, a este respecto,  es la guerra entre federalistas y centralistas, dirigidos por Camilo Torres y Antonio Nariño respectivamente. Mirando esa absurda pugna, podemos darnos cuenta de que lo que necesitaba nuestro país en ese momento era el esfuerzo mancomunado de estos dirigentes para quebrar el yugo español en una época conocida como la Patria boba. Este título es concedido a un período en que nuestros desacuerdos personales  primaron sobre el bien común de nuestra patria, y lo mismo se vio reflejado en la pugna acontecida en los siglos XVIII y XIX entre liberales y consevadores. Es lastimoso que solo para el fútbol seamos capaces de decir: UNIDOS POR UN PAÍS cuando ni siquiera podemos respetar a nuestro semejante si lleva la camisa de otro equipo futbolístico. Colombia es el único país en toda la faz de la tierra en que se presenta este problema de la intolerancia, en el que la vida de las personas es puesta a merced de una afición mal llevada por muchos. Esto solamente es uno de tantos puntos a los que sí debería prestarle atención nuestro nuevo presidente: el procurar que la tolerancia sea el verdadero motivo de unión de todos los colombianos, no el pretender que todos pensemos igual solo porque él esté con la sartén por el mango en este momento.