LA GRAN SERPIENTE DE MAR[1]
Un
navío dispara sobre dos animales marinos gigantes
En julio de 1897, la
cañonera francesa Avalanche, que estaba patrullando en el norte de la bahía de
Along, en el Tonkin, trata de matar a dos serpientes de mar. Es la primera vez
que un navío de guerra dispara un cañonazo en contra de una de estas criaturas
que se cuentan entre los más famosos enigmas de la zoología.
La Avalanche no es el
primer buque en descubrir tales animales en la bahía de Along, pero es el único
que lo encuentra tres veces en ocho meses y su experiencia constituye uno de
los testimonios más importantes en favor de la existencia de la gran serpiente
de mar.
PRIMER
ENCUENTRO
Revelado en la edición
del 5 de marzo de 1898 del Courrier d’Haiphong (Correo de Haiphong), el pleito
del teniente de navío Lagrésille y de su tripulación con los monstruos marinos
comienza en julio de 1897 durante una patrulla frente a la bahía de Along. Si
se cree en la declaración del oficial, dos animales de más de veinte metros y
de un diámetro de dos a tres metros aparecieron repentinamente en la superficie
del agua.
Contrariamente a las
serpientes, se desplazan con ondulaciones verticales. Inmediatamente Lagrésille
hace alistar uno de los cañones de repetición del buque y ordena un disparo a
600 metros. El tiro es ligeramente corto y los animales, asustados, vuelven a
sumergirse resoplando ruidosamente y dejando en la superficie un remolino
similar al de una rompiente. Los testigos tienen el tiempo de observar la pequeña
dimensión de sus cabezas.
EL
RETORNO DE LOS MONSTRUOS
La segunda observación
se revela mucho más tormentosa. El 15 de febrero de 1898, mientras la Avalanche
atraviesa la bahía de Fai-tsi-loung, al norte de la bahía de Along, dos bestias
parecidas a las del primer encuentro se perfilan en el mar. Esta vez Lagrésille
no duda y enfila tras ellas. A 300 ó 400 metros del blanco, los cañones de
repetición disparan y registran a lo menos dos tiros en el blanco, en uno de
los animales, sin embargo, aparentemente, ninguno lo deja herido, uno de los
animales desaparece en las profundidades y la Avalanche trata de dar un
espolonazo a otro, pero éste es demasiado rápido. La cañonera lo persigue entre
las islitas de Fai-tsi-loung. La cacería dura, en vano, una hora y media,
durante la cual los marinos franceses pueden observar a su gusto el animal. Su
tamaño se acerca a los treinta metros, su piel es gris y lisa, sus aletas son
negras y cada una de sus emersiones es precedida de un chorro de agua
vaporizada, producido por la violencia de su respiración.
Su cabeza se parece a
la de una foca, pero es dos veces más grande, y una cresta en forma de dientes
de sierra sigue la línea de su lomo.
UN
ALMUERZO AGITADO
El 26 de febrero de
1898, Lagrésille invita a bordo al comandante Joannet y nueve oficiales del
acorazado Bayard. La víspera, en una recepción, se había burlado de él y de su
historia. Durante el almuerzo, mientras la cañonera navega nuevamente por la
bahía de Fai-tsi-loung, un marinero corre a avisarles que dos “serpientes de
mar” están a la vista. La Avalanche persigue una de ellas durante 35 minutos y
Lagrésille y sus invitados pueden observarla claramente a unos 200 metros. Dos
de los oficiales poseen una cámara fotográfica, pero la demora en armarlas permite
al animal alejarse demasiado como para que logren una fotografía nítida.
De vuelta a bordo del
Bayard, el comandante Joannet pone al corriente al almirante de la Bédolliere,
quien envía un telegrama al gobernador general Paul Doumer, futuro presidente de
la república, para informarle de lo observado y de su intención de organizar
una batida con cañoneras y lanchas de vapor para tratar de capturar uno de les
animales. Pero unos incidentes fronterizos con China le impiden poner en marcha
su proyecto: las serpientes de mar, una vez más, llevan su secreto a las
profundidades del mar...
[1] Puedes
consultar la versión completa de este artículo y de los precedentes en este enlace: file:///C:/Users/ARNOLDO/Desktop/Los%20Grandes%20Enigmas%20-%20Larousse.pdf
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