miércoles, 17 de noviembre de 2021

La Atlántida: ¿Un reino tragado por el agua...o un Paraíso perdido para siempre?

 La Atlántida:

¿Un reino tragado por el agua...o un Paraíso perdido para siempre?

Que una civilización grandiosa haya podido existir y desaparecer súbitamente es suficiente para fascinar. Un nombre, La Atlántida, resume esta historia o este sueño. La palabra evoca una isla misteriosa, bañada por los rayos de un sol ardiente, y un pueblo fundador de una cultura brillante y efímera.

En el siglo IV antes de Cristo, el filósofo griego Platón es el primero en mencionar la existencia de la Atlántida, Desde entonces, la ciudad fabulosa inspira divagaciones y utopías.

El testimonio de Platón Hacia el año 355 antes de Cristo, dos diálogos de Platón, el Tirneo y el Critias, fundan el mito de la Atlántida. Como las otras obras del filósofo, los textos se presentan bajo la forma de conversaciones entre varias personas Sócrates, el maestro de Platón; Timeo, filósofo pitagórico; Critias, político acusado de no tener escrúpulos, y Hemócrates, antiguo general de Siracusa.

En el Timen, Critias, pariente de Platón, cuenta una historia que le narró su abuelo, a quien se la contó su padre, habiéndola este último escuchado relatar por el sabio griego Solón. Cuando Solón estaba en Egipto, al rededor del 590, un sacerdote del templo de Sais le hizo la siguiente confidencia: Hace 9.000 años existía una isla llamada Atlántida, «salida del mar Atlántico», situada más allá de las Columnas de Hércules (hoy Gibraltar) y más grande que Libia y Asia juntas (para los griegos de esa época, representa el norte de África y Asia Menor). Era entonces posible pasar de esta isla a otras islas y, desde éstas, alcanzar un continente que se extendía frente a ellas (¿América?). La historia del pueblo que habitaba esta isla es la siguiente. Los reyes atlantes, poderosos y prósperos, animados por objetivos expansionistas, conquistaron las riberas del Mediterráneo, apoderándose particularmente de Libia y Egipto y avanzando por Europa hasta Tirrena (Italia occidental). Pero fueron finalmente repelidos y vencidos por los atenienses, todo esto recuerda algunos aspectos de las Guerras Médicas (de 492 a 448 antes de Cristo) sostenidas entre griegos y persas. Poco después se produjeron gigantescos terremotos y cataclismos y la orgullosa Atlántida fue tragada por el mar.

LA MÁS BELLA DE LAS CAPITALES

En el Critias, el filósofo entrega más información acerca de la Atlántida. Después de la creación del mundo, los dioses se lo repartieron y Poseidón, soberano de los mares, recibió la Atlántida. De su unión con una mortal, Cleito, tuvo diez hijos, y cada uno heredó una parte de la isla. El mayor, Atlas, llegó a ser el rey y recibió la mejor y la más grande de las regiones, la isla era muy rica y se beneficiaba de importantes recursos tanto agrícolas como mineros. Los sabios que la gobernaban hacían reinar a más perfecta felicidad, distribuyendo metódicamente el trabajo.

La Atlántida, descrita en el Critias se divide en distritos. Los numerosos canales que la surcan convergen hacia la capital, de forma circular. En el corazón de ésta, se levanta el palacio real, antigua residencia del dios del mar. Se trata de una ciudadela de forma igualmente circular y de un diámetro de alrededor de cinco kilómetros. Anillos concéntricos de tierra y de mar, unidos por túneles y puentes, componen esta acrópolis. Abriga templos, palacios y edificios públicos, así como campos de deportes. El más formidable de los templos es el dedicado a Poseidón. Sus fachadas exteriores están completamente cubiertas de plata y sus techos enchapados en oro. Al interior, las bóvedas son de marfil cincelado, con incrustaciones de oro, plata y auricalco (metal bastante misterioso que se puede suponer seria cobre o una aleación de cobre y oro). El templo está adornado con numerosas estatuas de oro. Una de ellas sobrepasa a todas las demás, es la que representa a Poseidón «de pie sobre un carruaje de seis caballos alados, y de tal magnitud que la figura toca la bóveda del edificio». La descripción de Platón muestra la riqueza y el poderío de la Atlántida. Sin embargo, el Critias quedó inconcluso y no se sabe nada más acerca de esta isla.

UN PRETEXTO PARA UTOPÍAS

El texto de Platón es interpretado hoy en día como la primera de las utopías es una alegoría destinada a alabar los méritos del Imperio ateniense, que se encontraba en esa época en decadencia. ¿Pero la ciudad ideal que describe el filósofo es puramente imaginada, o la construcción platónica descansa en una tradición que podría tener orígenes históricos? Este debate aún no ha terminado. Los antiguos comentaristas parecen ellos mismos divididos sobre el sentido de los diálogos platónicos. Aristóteles, en el siglo IV antes de Cristo, afirma que la Atlántida no es más que un mito. Por otra parte un discípulo de Platón afirma haber visto, en Sais, los jeroglíficos que relatan la historia contada a Solón.

En la Edad Media, la Atlántida es prácticamente olvidada. El interés por esta isla tragada por el mar renace en el siglo de los descubrimientos, incluso algunos autores se arriesgan a identificar como América a la isla platónica. Con mayor frecuencia, los filósofos retoman el procedimiento del filósofo antiguo para disertar sobre la noción de ciudad ideal. Así, el filósofo inglés Francis Bacon redacta en 1627 una Nueva Atlántida (Nove Atlantis), especie de novela científica donde navegantes, llevados por los vientos a regiones inexploradas del océano, acceden a las costas de una isla desconocida donde un gobierno iluminado hace reinar la felicidad absoluta: el sueco Olav Rudbeck ve una alegoría de su propio país como cuna de la civilización (Atland o Manhem, 1679-1702); el catalán Jacint Verdaguer hace del continente perdido el objetivo de Cristóbal Colón (La Atlántida 1876).

LA ATLÁNTIDA: ¿LA ISLA DE SANTORIN?

En la época contemporánea, el mito de la Atlántida continua alimentando utopías filosóficas y ficciones novelescas, A comienzos del siglo XX, el escritor francés Pierre Benoit publica una Atlántida pronto famosa, donde la isla misteriosa se encuentra en pleno desierto. Dos oficiales perdidos se encuentran retenidos en ella por la turbadora Antinea. Más seriamente, arqueólogos y especialistas del mar han buscado identificar la isla. Para los griegos Galanoupoulos y Marinatas, así como para el francés Cousteau, a Atlántida no sería otra que la isla de Santorin, situada a 110 kilómetros al norte de Creta. La isla es en efecto circular y en 1500 antes de Cristo, Creta estaba en el apogeo de su poderío. Su civilización minoica era brillante y su comercio se extendía por todo el Mediterráneo. Además, era enemiga de Atenas y practicaba el culto del toro como lo hacían los atlantes. Pero, en 1470 antes de Cristo, el volcán Santorin hizo erupción brutalmente. La erupción fue acompañada de grandes terremotos, lluvias de cenizas y de una ola formidable de varias decenas de metros de altura. Fue esta ola la que debió abatirse sobre Creta, destruyendo su civilización para siempre. Mil cien años después de la terrible catástrofe, ¿habrá confundido Platón fechas y lugares, la isla sepultada y la siniestrada civilización cretense?

¿O mezcló deliberadamente eventos históricos y una tradición legendaria para forjar una alegoría de alcance político y moral? Las dos hipótesis son igualmente plausibles.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario