domingo, 14 de octubre de 2018

Lógos: Heráclito y los orígenes de la filosofía.

En el siguiente escrito se intentara dilucidar el papel del filósofo Heráclito de Éfeso y relación dentro la historia del pensamiento occidental. También se intentará argumentar por qué la filosofía anterior a Heráclito también puede considerarse como tal. Se busca, por demás, intentar explicar un poco el pensamiento heraclitiano y su incidencia en el concepto mismo de la filosofía tanto posterior como contemporánea al pensador mismo.  

Al hablar del puesto que ocupa Heráclito de Éfeso en la filosofía occidental, hemos de referirnos a una de las figuras más importantes de la filosofía antigua pero, más precisamente, de la presocrática. Al igual que muchos pensadores, tanto los que lo precedieron y sucedieron inmediatamente, el filósofo de Éfeso intentó y propuso una nueva explicación sobre el origen de todas las cosas (arjé) pero, a diferencia de los demás, Heráclito propuso como origen de todas las cosas al Lógos.  Otro de los aspectos interesantes que posee esta figura dentro de la historia de la filosofía, así como de tantas otras, es que se opone a un origen mitológico de las cosas al decir que Homero y Hesíodo no saben nada al respecto de los orígenes de todas las cosas; lo que empezó con los pensadores anteriores a él, en Heráclito toma su continuación, pues él va en contra de una explicación poco racional del origen de las cosas de acuerdo a lo que estaban acostumbrados a oír sus contemporáneos.
Estos pensaban que los dioses eran los creadores y los orígenes de todo y daban un carácter divino a todas las manifestaciones de la naturaleza tales como los truenos y las tempestades, etc. Pero Heráclito, al hablar de la verdad, daba a entender que no bastaba con la mera explicación cosmogónica de las cosas, de la realidad misma.
Volviendo al pensamiento heraclitiano, hay una expresión que llama profundamente la atención y esta es: “todo fluye” y también: “nadie se baña dos veces en el mismo río”. Con estas reflexiones y consignas nos daba a entender que nada permanecía idéntico a sí mismo sino que, en el transcurso del tiempo, todo cambiaba, pero sin perder nada de su esencia. Heráclito es el filósofo del devenir de las cosas; los filósofos inmediatamente posteriores y anteriores a él se ocupaban del final de las cosas y de su origen respectivamente. Sin embargo, nadie se ocupaba de la distancia entre ellos, lo cual es el devenir. A pesar de su relativismo, Heráclito también nos dice que hay armonía en todas las cosas y que, precisamente por eso, nosotros podemos hacer de las cosas, de la realidad misma, objeto de nuestro estudio y nuestra razón. Nosotros, a pesar de que somos los mismos, seguimos cambiando y no permanecemos inmutables ante el paso del tiempo, y eso lo podemos comprobar en nuestra propia vida. Nacemos, crecemos, nos desarrollamos y envejecemos y, con todo eso, seguimos siendo nosotros; a esa misma armonía es a la que hace referencia Heráclito de Éfeso como soporte que hace todo sea objeto de estudio.
A pesar de todo esto, hay pregunta muy interesante que debemos hacernos al respecto: ¿podemos decir, con toda verdad, que el origen de la filosofía tiene como punto de partida el pensamiento de Heráclito o que empezó desde los primeros intentos de los pensadores presocráticos al dar un origen racional de las cosas, apartándonos de la mitología? Pues bien, tenemos que decir que sí porque, teniendo en cuenta a Tales de Mileto, aquellos primeros filósofos dieron un origen racional a las cosas; incluso podríamos decir que ellos hacían una reflexión metafísica sobre el ser y que Heráclito, a su vez, preguntaba por el ser y el devenir de las cosas aportándonos, desde ya, una categoría metafísica que se predica de todo ser: los accidentes, que siempre son inseparables al ser.
Para decir que Heráclito empezó con la filosofía o no, basta que tengamos claro qué es lo que entendemos nosotros por aquel vocablo. Algunos piensan que con Heráclito, empezó la filosofía, pero tal afirmación se aleja de la verdad porque, como cualquier otro filósofo, Heráclito (como cualquier otro filosofo en la historia universal) toma el argumento de su predecesor para rebatirlo, y aquí vemos que él toma dos cosas: en primer lugar, la mitología como origen de todo y, en segundo lugar, el problema del ser, que es la columna vertebral de la filosofía primera, cual es la metafísica.  Aunque la ciencia y la filosofía eran sinónimos, al principio de la historia del pensamiento, con el tiempo cada una de ellas adquirió su campo de estudio y status. Por eso se puede hablar de filosofía de la ciencia. No solamente Heráclito sino también los otros filósofos pusieron en tela de juicio los  orígenes mitológicos de la realidad. Heráclito de Éfeso es el primer filósofo que no es naturalista porque sabemos que sus predecesores colocaban como arjé de las cosas el fuego, el aire, el agua, la tierra y los átomos como lo hiciera, en su momento, Demócrito de Abdera y Leucipo. Todo esto, por supuesto, sin mencionar que los átomos se encuentran como los constituyentes de la materia en todos sus estados como lo sabemos gracias a la física. Sin embargo, no es momento ni lugar para hablar de las ciencias naturales sino de recalcar lo que una y otra tienen en común: ambas parten del principio de curiosidad que es innato en el ser humano. Si las ciencias se preguntan el porqué de las cosas y buscan explicarlas también lo hace la filosofía y viceversa, y es por esta razón que filosofía y ciencia iban de la mano en otrora y, de hecho, todavía lo hacen, pero de una manera distinta al principio. También podríamos decir que Heráclito consideraba como sofismas aquellas explicaciones  que se basaban en el mito y que buscaban dar una respuesta satisfactoria a los interrogantes al ser humano de aquel tiempo. Acudir al mito en esos momentos era, para los filósofos, buscar una respuesta demasiado simple a las cuestiones existenciales que, tanto ahora como en aquel entonces, hacían que el hombre se preguntara por el hecho y sentido de la existencia. Tampoco podemos argüir sin más que aquellos que buscaban en la mitología una respuesta a las preguntas del hombre eran sofistas dado que la sofistica, en la historia filosófica, aparecería mucho tiempo después, casi al inicio de la filosofía helenística.   

La inevitable conclusión a la que nos lleva todo esto es la siguiente: Heráclito de Éfeso no es el único pensador que propende por un cambio en la mentalidad de su tiempo. De hecho, cada pensador, en una etapa distinta de la historia, se propone hacer esto. De algunos, sencillamente, se podría decir que están “adelantados a su tiempo” y por eso su sociedad siempre los mira como un fenómeno o como algo que no encaja en los criterios de la humanidad de ese momento. Sin embargo, cada pensador nos deja un rastro de luz el cual nos invita a seguir adelante cada vez que nuestro horizonte parece oscurecer llegando a su final; es ahí cuando nos damos cuenta que todavía nos queda camino por recorrer. Aquí también se vale decir que subimos a los hombros de los gigantes para mirar más allá y expandir nuestro conocimiento.