miércoles, 27 de diciembre de 2017

¿TIENE EL 'ANIME’ QUE VENIR DE JAPÓN PARA SER LLAMADO ‘ANIME’?

¿TIENE EL 'ANIME’ QUE VENIR DE JAPÓN PARA SER LLAMADO ‘ANIME’?[1] 

En primer lugar, hay que notar una diferencia básica, elemental, entre manga y anime. Manga es el equivalente japonés al dibujo de historietas de revistas originales del Japón; manga es como el dibujo de historietas originarias estadounidenses que nosotros llamamos comics en América y Europa. Etimológicamente hablando, la palabra anime es la abreviatura de la palabra animeshon, que es la palabra utilizada en el Japón para aludir a todo género de animación indistintamente de su procedencia.  
En ese orden de ideas, continuemos con la cuestión principal: ¿tiene el ‘anime’  que venir de Japón para ser llamado ‘anime’?
Si la respuesta es afirmativa, entonces tendríamos que decir que la pizza que se hace en Italia es la única que merece ese nombre: nada más alejado de la verdad. Aunque es cierto que la pizza proviene de ese país, no quiere decir, exclusivamente, que las pizzas que se cocinan en otras partes no sean tales simplemente porque no son hechas en Italia o porque no tengan la harina y los demás ingredientes que se usan allá. Otra analogía para para este asunto es algo cuya máxima celebración tiene lugar cada cuatro años: el futbol. Si me lo preguntas, estuve sorprendido al saber que el futbol tiene su origen en Inglaterra, y este deporte se practica en todos los países del mundo: existe el futbol colombiano, francés, la liga española, el futbol argentino, la Serie A (futbol italiano), premier league (futbol inglés), la bundesliga (futbol alemán), entre otros.
Si nos fijamos en lo anterior, nos damos cuenta que este deporte y que este platillo no toman su nombre del lugar donde se origina sino que su nombre proviene, directamente, de su esencia, es decir, de aquello que hace que algo sea eso y no otra cosa. Entonces, viene la pregunta: ¿Qué es lo que el anime sea y no otra cosa? Ante todo, tenemos que recurrir a la técnica para dibujar manga: todo lo que se realice con esa técnica se llama manga y su animado se llama anime, como ya mencioné arriba. Asimismo, no he tenido que documentarme mucho para darme cuenta que es, inútilmente, un tema controversial; los participantes de este debate se están ahogando en un vaso de agua en una cuestión tan sencilla como esta. Aunque debe notarse que el manga es producto de la cultura japonesa, es una técnica que puede ser usada por otras personas que no sean japonesas para hacer ese tipo de dibujo (por cierto, me cuento entre ellos porque yo también dibujo manga, y me gusta), así como si dibujara cartoon (que es una técnica de dibujo americana). Tratare de ser más claro en este sentido: el futbol también es tal tanto si se practica en Colombia como si se practica en España o Inglaterra, que es su país original.
Una muestra clara sobre la veracidad de lo que digo es el hecho que Marvel comics haya realizado una versión anime de Wolverine: sabemos que el origen de guepardo es de procedencia occidental; lo único que cambio aquí, realmente, fue la técnica en que lo dibujaron: un manga convertido en anime[2].  Siendo esto evidente, resulta inútil preguntarse si el dibujo tiene que venir, exclusivamente, del Japón para llamarse manga y, así, anime. No hace falta ser un fanático o experto en tiras de historietas para saber que Los hombres X son occidentales: hemos crecido sabiendo que Marvel es su creador original.

En consonancia con lo anterior, concluyo que el dibujo no tiene que proceder del Japón para llamarse manga y, en su defecto, anime.  








[1] http://fandom.wikia.com/articles/anime-japanese-poll?li_source=LI&li_medium=wikia-rail
[2] http://marvel.com/tv/show/171/wolverine_anime

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Hijos del Cosmos: el futuro del ser humano. Astrobitácora.com

Hijos del Cosmos: el futuro del ser humano[1]

Una de las cosas que la astronomía, casi forzosamente, hace es hablar de la identidad humana: explorar el universo observable cada vez más está encaminado a descubrir el lugar del ser humano en el cosmos, cuál es el sentido de la vida y del momento en que, en el universo, se halla él. En esta entrega, que es la primera, Alejandro Rivero nos hace un retrato de la realidad en que vive el ser humano y de la identidad del mismo: empieza desde el inicio del universo y la aparición de los dinosaurios hasta el surgimiento de la raza humana: es un grupo de cazadores y recolectores que, al mismo tiempo, tiene rivalidades consigo mismo. Hace un retrato del ser humano inmerso en la totalidad del cosmos a lo largo del devenir de la historia; reprocha, al mismo tiempo, el hecho de que queramos saber más de aquellos que nos de-construyen como humanos a aquellos que aportan más a nuestra condición humana y también que la curiosidad se haya quedado adormecida quedándonos, así, en la piel del conejo. Sin embargo, también hace un llamado a que recobremos el sentido de nuestra identidad humana, de todos somos iguales. También da enfoque interesante: ¿de qué nos sirve que avancemos en la carrera espacial si eso no nos ayuda como seres humanos? 
Pero la cuestión no termina ahí: tiene un optimismo real sobre las posibilidades del ser humano. El autor alberga la esperanza de que seamos, algún día, una especie en vía de expansión, una civilización interestelar; él sabe perfectamente que eso está en nuestras manos, y de nadie más. De nosotros depende evolucionar o involucionar; son dos posibles opciones que se encuentran al final del sendero de nuestra existencia como especie. Para su lectura, os dejo el enlace a continuación: 
https://www.astrobitacora.com/hijos-del-cosmos-envueltos-en-la-oscuridad/



jueves, 2 de noviembre de 2017

Winston Churchill y la vida alienígena


Winston Churchill y la vida alienígena[1]


Por la historia, sabemos que Winston Churchill fue un diplomático inglés durante los crudos tiempos de la Segunda Guerra Mundial, fue primer ministro del Reino Unido en dos periodos. Sin embargo, lo que muchos de nosotros no sabíamos hasta el momento es que este hombre era también un hombre apasionado por la ciencia. Eso lo podemos comprobar con su ensayo sobre la vida alienígena (el título de este artículo se refiere a ello, precisamente). Él decía, en su escrito, que las mismas leyes y procesos se daban en todo el universo, y esto ha sido descubierto por los astrónomos hoy en día. Antes de entrar en materia, debo decir que, inicialmente era un tema que pasaba por alto; luego supuse que en un universo tan grande era imposible que no hubiera otras formas de vida distintas a la nuestra y después llegue a la conclusión de que es posible, pero hasta ahora no hemos encontrado nada…
La cuestión sobre la vida alienígena ha sido una constante quizá de toda la historia pero, de manera más recurrente en el siglo XX y también en este siglo XXI; de hecho, hay algunos alienígenas mundialmente famosos como Superman y su prima, Superchica. Cuando se hacen obras ciencia ficción con este tema (ya sean series o películas) siempre nos encontramos que estos extraterrestres poseen muchas de nuestras características humanas, como nuestra apariencia física, por ejemplo (a fin de cuentas, solo podemos hablar de lo que conocemos; de lo que ignoramos, es mejor callar) porque solamente podemos hablar o conjeturar sobre ese tema desde nuestra perspectiva humana. Las emociones y sentimientos que estos seres extraterrestres experimentan en su día a día son las mismas que podemos albergar los seres humanos (de hecho, sabemos que Kal-El, en las historietas, fue criado por unos granjeros de Kansas) en cualquier momento de nuestra vida. ¿Quién no ha sentido enojo o tristeza por algo desagradable alguna vez?

Una de las razones por las que series televisivas como Smallville me parecen atractivas fue precisamente esa: el hecho de que un niño venido de las estrellas, procedente de un extinto planeta, aterrizase en un pueblo cualquiera de la tierra en una lluvia de meteoritos empezase a convivir entre los humanos y a pensar sentir como ellos, cuando sabíamos perfectamente que no lo era,  habla mucho de que el termino alienígena resulta ser algo muy relativo (lo dije antes, solo podemos hablar desde nuestra perspectiva humana y lo seguiré diciendo), pues vemos que él cree que es un humano ‘diferente’ hasta que su padre adoptivo le dice que llegó en una nave espacial en una lluvia de meteoritos algunos años atrás. Sin embargo, para que pudiera proteger su secreto y así mantener a salvo a las personas cercanas a él, tuvo que acostumbrarse y esconderse en las sombras hasta que se revelase al mundo como El hombre de Acero que todos conocemos…no obstante, el asunto no termina ahí. Hubo un arco argumental en esta serie titulado ‘Alien’ en el cual Superman revela su verdadera procedencia: ‘Soy Kal-El de Kriptón’, son las palabras que utiliza al presentarse con el presidente de Estados Unidos en el comic (me gustaría decir que fue mi primera experiencia leyendo comics y, de hecho, me gustó mucho eso). Esta revelación para el mundo fue algo aterrador: meses anteriores, me refiero al tiempo en la historieta, él había salvado la tierra de sufrir el impacto de un planeta tan masivo o incluso mayor que Saturno (uno de los más grandes de sistema solar exterior). Ellos creían que era un super-humano por su apariencia física, pero después que su linaje extraterrestre  saliera a la luz los que al principio lo admiraban como el más grande salvador de la tierra empezaron a temerlo y preguntaron, inclusive: ‘¿hay más seres como tú?’. Algo que también merece ser mencionado aquí es que, al principio de esta historieta, muchos seres humanos estaban aterrados porque en el planeta que colisionaría en la tierra encontraron creaturas foráneas por fotos que circularon como evidencia en internet; el titular del periódico más popular entre los comics era el siguiente: ‘¡no estamos solos!’. Lo merece porque es una reacción normal ante un descubrimiento de tal naturaleza. Tanto si estamos solos como si alguien más esta allá afuera: ambas posibilidades son igual de aterradoras.  Otros piensan que el universo es tan grande que, si estuviéramos solos sería un enorme desperdicio astronómico de espacio interestelar; es por esto que me resisto a creer que estemos solos en el universo (una de las razones por las cuales la astronomía es interesante es porque tiene que ver con nosotros mismos, pero eso es otro cantar) y me atrevería a pensar que quizá ya existieron civilizaciones en el pasado y que también existirán en el futuro (por supuesto, cósmicamente hablando). No obstante, hay que ir paso por paso.

Una de las preguntas que la astronomía no resuelve completamente aun es: ¿Cómo se formó el sistema solar? Existe la teoría nebular  esta teoría dice que el nuestro sistema solar y los demás sistemas solares se formaron a partir de restos de otras nebulosas, pero centrémonos en la formación de nuestro sistema solar. Sabemos, también gracias a la astronomía,  que nuestro hogar cósmico se constituyó hace 4.600 millones de años y todos los cuerpos celestes que lo componen se constituyeron en ese entonces: el sol, los planetas interiores y exteriores, los cometas, ambos cinturones (el de asteroides y el de Kuiper) y todos los demás. En breves palabras, algo desencadeno que la nebulosa estallase y se formase el disco de acreción que, eventualmente, se convirtió en el sol. La masa que estaba más cerca de la protoestrella término convirtiéndose en los cuatro planetas menores de nuestro sistema solar: Mercurio, Venus, la Tierra y Marte y, además, el cinturón de asteroides. Los planetas que se formaron más allá de ese cinturón estaban tan lejanos del sol que se volvieron mundos fríos; para terminar, hay que decir que esta teoría la propuso el científico y teólogo sueco Emanuel Swedenborg, en 1734. Immanuel Kant, que era conocedor del trabajo de Swedenborg, desarrolló su teoría y la publicó en su Historia general de la naturaleza y teoría del cielo (1755). En este tratado, argumentaba que las nubes gaseosas rotaban lentamente, colapsando y achatándose debido a la gravedad, dando lugar a la formación de estrellas y planetas.[2]
Pero volvamos a nuestro asunto. Hay que destacar que, a día de hoy, hemos descubierto muchos exoplanetas (esto es, planetas que orbitan estrellas distintas a la nuestra). Hay que decir, al respecto, que este término habla mucho desde la perspectiva humana, y ya dije que es lo que eso significa más arriba… anteriormente, se creía que no podía haber más planetas como la tierra (planetas rocosos o telúricos, como prefieras llamarlos) o, simplemente, que no había planetas más allá de los confines de nuestro sistema estelar. Bueno, una de las características de la ciencia es que es descriptiva y verificable, por lo cual no hay que dar nada por sentado, y esto lo comprobamos en este caso: de creer que no había planetas en otras partes del universo creemos, y hemos descubierto,  que hay miles de ellos allá afuera (hablando desde nuestra perspectiva, lo reitero) parecidos a la tierra y a otros gaseosos como Júpiter y los demás planetas exteriores. Con respecto al descubrimiento de planetas como la tierra, tenemos el caso de nuestra estrella más cercana: próxima Centauri y su planeta, próxima b. próxima Centauri es una estrella enana roja de clase espectral M, que se encuentra a 4,2 años-luz de nuestra estrella, pero ¿qué es lo que hace que el planeta orbitando esta estrella  sea interesante? Un reciente estudio dice que podría tener auroras verdes, lo cual sería un indicio certero de que posee una atmosfera como nuestro mundo, pues este fenómeno se pude apreciar en las latitudes templadas de la tierra[3].
Volvamos a tocar el tema del sistema solar. Se creía que el sistema solar era una rareza cósmica pues, a diferencia de otros sistemas estelas con enanas amarillas, el sol es una estrella solitaria y, aunque este fuera un sistema binario, el planeta sería igualmente habitable. Más adelante, pudimos darnos cuenta que el sol pudo haber pertenecido a un sistema binario en el pasado…
Si echamos un vistazo sobre las estrellas enanas rojas, podemos encontrarnos con varios factores: en primera medida, son las estrellas más abundantes del universo. En segundo lugar, las tres cuartas partes de estrellas que componen nuestra galaxia son de este tipo. Tercero, en comparación a las enanas amarillas, estas estrellas tienen una secuencia principal mucho más longeva que aquellas: mientras las enanas amarillas pueden tener una secuencia principal  que dura miles de millones de años, la de las enanas rojas dura billones de años (es una cifra mareante, ¿verdad?).
Volvamos a examinar el presupuesto de la teoría nebular. Dado que ella dice que los sistemas estelares en el universo se originaron a partir de los vestigios de otras nebulosas, podemos aducir que podría existir (en un futuro cósmicamente hablando, desde luego) una civilización alienígena o que pudo existir alguna en nebulosas como la Nebulosa de Orión[4]; podemos deducir esto del hecho que nuestra estrella tendrá su propia nebulosa en unos 8000 millones de años (para entonces nuestra estrella será polvo y gas interestelar que dará origen a otro sistema solar).
Esto significa que los ritmos o los tiempos (por decirlo de alguna manera) en los que la vida se desarrolla o surge en el universo son o pueden ser marcadamente distintos y somos nosotros aquellos a quienes corresponde existir en este momento de la historia del universo. Un ejemplo más claro de ello es el sistema solar Epsilon Eridani[5], un sistema solar en constitución. Podemos pensar que, en algún momento de su existencia, podrá tener las condiciones favorables para la vida. Otra prueba de lo mismo podría ser el sistema estelar Wasp-121[6], que posee junto a su estrella un planeta denominado por nosotros un Júpiter caliente por la cercanía con su estrella. En base a esto, los astrónomos teorizan que, en el pasado, Júpiter se encontraba en la misma distancia de aquel planeta y posteriormente se trasladó a su órbita actual[7] impidiendo, de esta manera que se formasen más planetas rocosos en nuestro vecindario cósmico.
Volviendo ahora hacia la remota posibilidad de que pudo existir vida en el pasado en nuestra galaxia y, por ende, en el universo surge un interrogante: ¿Por qué no hay o por qué no sabemos de los indicios o vestigios de la existencia de otra posible vida inteligente como la del ser humano? ¿Será que, en caso de que hayan existido estas hipotéticas civilizaciones, no pudieron alcanzar el nivel de desarrollo tecnológico necesario y suficiente para intentar comunicarse con nosotros o con otros seres? Mejor aún, en caso de que existan ¿tienen los medios precisos para hacerlo? viendo que los tiempos de desarrollo de la vida en todo el universo tienen un ritmo marcadamente distinto, no podemos dar una respuesta certera a estos interrogantes. Valga la verdad: no tiene tampoco por qué coincidir nuestro tiempo biológico con el de los alienígenas, cuya existencia aun esta la ciencia por determinar. Tenemos que recordar, ante todo, que el asunto de la vida alienígena no es interesante por sí mismo. Nos interesa en tanto que nos ayuda a mejorar nuestra visión y comprensión del universo; a la astronomía le interesa, primeramente, este asunto solo en función del concepto del universo. Si así fuese, entonces tendría que decir que la astronomía no ha avanzado en lo absoluto, lo cual es, desde todo punto de vista, falso. Pongamos este asunto en perspectiva. Hace unos cuarenta años, se percibió una misteriosa señal: la señal Wow![8], y hasta el momento no se ha podido determinar que es o que fue aquella extraña señal de radio; se podrá corroborar que es eso en el futuro…
Y no podría ser de otro modo si traemos a colación las 234 señales de radio percibidas el año pasado por el telescopio Sloan Digital Sky Survey[9]. Al principio, unos astrónomos creyeron que se trataba de alienígenas, pero después se pudo corroborar que pertenecían a las llamaradas solares que esas estrellas enanas rojas inestables emitían. Con respecto a ellas, considero suficiente lo que acabo de mencionar en este artículo.  De hecho, siempre que percibimos este tipo de pulsos creemos que se trata de alienígenas y también nos damos cuenta (para decepción de algunos, hay que decirlo así) que se trata solamente de objetos celestes. Una vez hecha esta precisión, es un buen momento para hablar sobre las características que debe tener un planeta para que lo consideremos potencialmente habitable. En estos dos ejemplos, de tantos que quizás muchos conozcamos, hay una cosa en común: hay algunos que quieren convencernos de que si existen (lo cual no es nada reprochable, por cierto), pero no aducen las pruebas necesarias para demostrarlo. Recuerdo que, en febrero de este año, se hizo el descubrimiento de TRAPIST-1, y enseguida algunos medios de comunicación, con su habitual sensacionalismo, supusieron que existía vida en ese sistema solar. Tiempo después, y como la ciencia misma es verificable, se descubrió que, en las condiciones actuales, la vida no se puede desarrollar allí tal y como la conocemos, claro está… todo parece indicar que existe una cierta predisposición ante un potencial o hipotético  encuentro de vida alienígena. En ese orden de ideas, no hay lugar en el conocimiento para la pseudociencia denominada como ufología[10]pues, como hemos dicho ya, se carece de pruebas al respecto.
Por otra parte, en nuestra búsqueda de vida alienígena y de la potencial habitabilidad de otros planetas en el universo, destacan un factor muy importante:
¿Qué es la zona habitable?[11]  Definimos como zona habitable el lugar con respecto a una estrella (enana roja o enana amarilla) en el que es posible que exista el agua en estado líquido en la superficie de un objeto celeste (un planeta rocoso como la tierra, por supuesto). De modo que el planeta no esté tan lejos de la influencia de su estrella que su agua se congele ni que este tan cerca de ella para que se evapore. Esta zona de habitabilidad es relativa al tipo de estrella del que se esté hablando. Por ejemplo, la zona habitable de una enana amarilla como la nuestra es de unos 150 millones de kilómetros, aproximadamente. En el caso de las enanas rojas, dado que son menos masivas que nuestra estrella, su zona habitable está más cerca de la estrella. Nosotros creemos que son necesarios tres elementos para que la aparición de la vida, tal y como la conocemos, sea un proceso que se esté realizando: agua, energía y moléculas orgánicas. No obstante, también hay que tener otros factores para la habitabilidad de un planeta. Estos son: la composición del planeta que orbita la estrella, su tamaño, qué elementos ha podido retener, cómo es su campo magnético, la composición de su atmósfera y un largo etcétera para determinar si, aun estando en la zona habitable, puede dar lugar a la vida, entre otros. Como un detalle novedoso a todo esto, hay que añadir que algunos científicos teorizan sobre la existencia de una zona galáctica habitable. Para entender esto, recurro a una analogía: si hablamos sobre la habitabilidad planetaria hay que decir que ese planeta debe estar a una distancia adecuada para la vida. Si hablamos de la habitabilidad de un sistema solar, es necesario deducir que una estrella se encuentra en una distancia adecuada del centro galáctico para que ese sistema sea habitable[12].  En base a esto, podemos deducir que si queremos hallar un planeta habitable en nuestra galaxia en teoría debería estar orbitando una estrella que se encuentre a la misma distancia del centro galáctico  y, así, nuestras concepciones sobre la habitabilidad se expanden de manera sorprendente.
Esto, sin embargo, es visto desde nuestra perspectiva humana, pues no podemos hablar de lo que ignoramos. Si no sabemos nada sobre como surgió la vida en nuestro planeta, tampoco podremos hablar sobre cómo surgió (en caso de que haya existido, claro está)  la vida en otros mundos… para saber si un planeta puede albergar vida, es necesario saber cuántos planetas caben en la zona habitable de una estrella en concreto, y se ha buscado en las estrellas enanas rojas (las más abundantes en el universo) pero, por su inestabilidad se descarta que pueda haber condiciones propicias para la vida.
Como vemos, la zona habitable de por si no nos da una pista concluyente sobre la vida en otros mundos. Asimismo, he planteado que, supuestamente, se han percibido señales alienígenas mas no existen pruebas contundentes de que hay vida más allá de la tierra. Al menos, no hemos encontrado nada aun.
Rotación sincrónica y rotación sidérea[13]. La rotación sincrónica es la que da un planeta en cada uno de sus periodos orbitales con respecto a su estrella en el que su misma cara siempre observa a la estrella, es decir, no gira sobre sí mismo. Es un fenómeno conocido también como acoplamiento de marea. Esta es una cualidad muy frecuente en los exoplanetas encontrados hasta el momento e indica que en uno de los hemisferios hay calor perpetuo y en el otro frio perenne. En cambio, la rotación sidérea es aquella en que el planeta gira sobre sí mismo, como sucede en la tierra en un lapso de 24 horas (es lo que conocemos como día terrestre); es, precisamente, esto lo que hace que la vida sea posible en la tierra por la modulación de las temperaturas en su superficie. Además, esta es la principal causa de que nuestro mundo sea achatado en sus polos. En los demás planetas del sistema solar, la rotación sidérea solo se realiza en cuestión de horas. Por ejemplo, en Júpiter un día es de 10 horas, mientras que su periodo orbital consta de doce años terrestres. Entonces empezamos a ser conscientes de que miramos el universo desde nuestra propia perspectiva.
Volviendo al meollo del asunto, dos científicos han propuesto dos cosas: la ecuación de Drake y la paradoja de Fermi, que son los intentos más sobresalientes por descubrir  el porqué de la aparente ausencia de la vida extraterrestre. Mientras el uno afirma que pude haber miles de civilizaciones allí afuera, el otro excluye totalmente la posibilidad. Sin embargo, ambos intentos por dilucidar esta cuestión están lejos de ser concluyentes; tal parece que no se ha llegado a un punto intermedio al respecto. Ahora, al hablar de esto, surgen varios interrogantes: ¿es posible que, en universo tan grande como este estemos solos? En caso de que la respuesta a esta pregunta, hipotéticamente hablando, sea negativa aparece otra: ¿Por qué no hemos encontrado algún síntoma de que quieran comunicarse con nosotros? Algunos conjeturan  que las civilizaciones extraterrestres sean belicosas, pero tampoco se puede mirar como enemigos a quienes ignoramos que existen ¿si no existe rival como podemos señalarlo como enemigo? ‘De lo que no se puede hablar, es mejor callar’,  dije antes y esta es una oportunidad evidente para hacerlo.
¿Entraríamos en conflicto con la religión si hallásemos vida extraterrestre o tan solo con el hecho de tocar el tema? Pues, aunque a algunos les parezca extraño, la respuesta es no. No podríamos entrar en conflicto con ella. Los que creemos en un Dios creador del universo también podemos imaginar que Dios perfectamente haya querido hacer otras creaturas distintas y distantes de nosotros, y está en perfecto uso de libertad creadora para hacerlo, pero corresponde a la ciencia averiguar la respuesta. No sabemos que encontraremos en una década o dos… Es más, el hecho de que la ciencia haya sido vetada por algunos eclesiásticos en la historia, no debe significar que estas deban estar contrapuestas en ninguna medida. Ni siquiera la ciencia debe contraponerse con la filosofia, pues aquella parte de esta por la curiosidad que encierra y que motiva a la filosofía a pesar de que hayan adquirido un terreno propio con el avance de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna. 

En conclusión, mientras estamos a la espera de algo que nos ayude a dar con uno de los tantos fines de una ciencia como la astronomía hay que disfrutar de nuestros días soleados y tardes lluviosas, de la brisa que nos acaricia cada vez que el viento sopla y del sol que cada mañana alumbra nuestros días con las personas que queremos y aquellas a las que les importamos…




[1] http://www.nature.com/news/winston-churchill-s-essay-on-alien-life-found-1.21467
[2] https://www.astrobita(cora.com/como-se-formo-el-sistema-solar/
[3] https://www.astrobitacora.com/proxima-b-podria-tener-auroras-verdes/
[4] https://www.astrobitacora.com/los-objetos-fallidos-de-la-nebulosa-de-orion/
[5] https://www.astrobitacora.com/epsilon-eridani-un-joven-espejo-del-sistema-solar/
[6] https://www.astrobitacora.com/wasp-121b-una-estratosfera-infernal/
[7] https://www.astrobitacora.com/la-gran-travesia-de-jupiter/
[8] https://www.astrobitacora.com/la-enigmatica-senal-wow/
[9] https://www.astrobitacora.com/descubren-senales-extranas-de-234-estrellas/
[10] https://www.astrobitacora.com/hay-vida-extraterrestre/
[11] https://www.astrobitacora.com/la-zona-habitable-y-la-busqueda-de-la-vida/
[12] https://www.astrobio.net/news-exclusive/galactic-habitable-zones/
[13] https://www.astrobitacora.com/exoplanetas-habitables-en-rotacion-sincrona-abundantes/

jueves, 24 de agosto de 2017

¿Por qué no hemos encontrado vida inteligente? (La paradoja de Fermi y el Gran Filtro)

¿Por qué no hemos encontrado vida inteligente? (La paradoja de Fermi y el Gran Filtro)[1]


Hace más o menos dos meses en la televisión se habló del hallazgo de un sistema planetario con siete planetas orbitando su estrella (resultó ser TRAPPIST-1), y mucha fue la expectativa que generó esto al creer, precipitadamente, que podríamos hallar vida en la superficie de aquellos mundos rocosos que la orbitan. Pues bien. Estudios posteriores han encontrado que aquella estrella resulta ser muy inestable emitiendo constantemente llamaradas solares que atacan las atmósferas de sus mundos provocando su destrucción paulatinamente, pues no tienen un campo magnético que los proteja de la inestabilidad de aquella estrella.  Esto nos invita a tomar las cosas con calma, pues la función principal de la ciencia es analizar y describir nuestra realidad con detenimiento y esto hace que los conocimientos que vayamos adquiriendo sean verificables con el paso del tiempo así como pasó con el caso de la mencionada estrella. Cuando se supo que no, la decepción por parte de algunos se hizo evidente.  Por mi parte, sabía que había que esperar un poco más. 

Uno de los argumentos que aduce la Paradoja de Fermi es la cantidad de civilizaciones extraterrestres (de hecho, la palabra ‘extraterrestre’ es muy relativa, pues vemos la vida en otros mundos desde nuestras categorías humanas) que puedan llegar a comunicarse con otros mundos y la capacidad limitada que tenemos nosotros tecnológicamente hablando es muy limitada dada la inmensidad del universo o de la capacidad que tengan aquellos para comunicarse con nosotros.  Por otra parte, la astronomía no tiene como primordial tarea hallar vida extraterrestre sino conocer el universo y en cuento a eso, la vida extraterrestre es importante. Volviendo al tema, hay que mencionar que el universo es muy grande y no llevamos mucho tiempo en esa empresa de hallar vida en otros mundos. Al igual que paso con que creíamos que no había más planetas fuera del sistema solar, podemos hallar la sorpresa de encontrar vida alienígena en un futuro ya sea lejano o futuro, y así se abre todo un mundo de posibilidades tales como si son buenos o malos (lo cual aún no podemos pensar si todavía no la hallamos) o como son esas posibles formas de vida, entre otras.

¿Qué dice la tesis del Gran filtro a este respecto?

Dice que el sistema solar de la tierra es una rareza cósmica, pero en ese momento no se contaba con el conocimiento necesario para argumentar que no había estrellas como la nuestra, lo cual ya se ha encontrado. Si el 75% de estrellas en el universo y en nuestra galaxia son enanas rojas, (lo cual no es un motivo para creer que no haya vida orbitando esas estrellas) el otro 25%  nos dice que puede haber sistemas solares como el nuestro y, por ende, planetas similares a este.  (tampoco es motivo para creer que la vida se esté formando en estos momentos,  pero podría llegar a formarse más adelante). 

Por otra parte,  un estudio hecho recientemente afirma que los exoplanetas con rotación sincrónica son muy abundantes hasta el momento. Esto reduce un poco las probabilidades de encontrar un planeta habitable a pesar de que sean parecidos al nuestro en cuanto a su rocosidad se refiere. Es que, para que haya vida en uno de esos planetas, tienen que existir las mismas condiciones para que la vida, tal y como la conocemos, se den en esos ambientes. Digo que no son habitables, pues la sucesión de días y noches hace, en nuestro planeta, que la temperatura sea equilibrada. Eso es, precisamente, lo que hace que este planeta sea habitable. Por lo tanto, puedo decir que aún no hay indicios de que haya vida en los planetas que hemos descubierto hasta el momento. 

Sin embargo, hay mucha tela por cortar en este  campo de la astronomía que da su primeros pasos. Para esta empresa ya se están preparando equipos para posteriores averiguaciones. 


[1] http://www.astrobitacora.com/por-que-no-hemos-encontrado-vida-inteligente-la-paradoja-de-fermi-y-el-gran-filtro/ 
http://www.astrobitacora.com/exoplanetas-habitables-en-rotacion-sincrona-abundantes/





lunes, 27 de marzo de 2017

En busca del multiverso. Alex Riveiro. Astrobitácora.com

En busca del multiverso... ¿Acaso existen realidades alternativas? 

¿Hay vida inteligente en otros planetas? ¿Se puede viajar en el tiempo? ¿Existen realidades alternativas?  Estas y otras preguntas, así como son expuestas en los libros cómicos, también son objeto de la ciencia. 

La primera vez que supe de la probabilidad de las existencias alternativas, fue por medio de una caricatura llamada Buzz Lightyear (Disney Studios) y, siendo sincero, las cosas me dejaron un mal sabor de boca, sobre todo cuando descubrí que la realidad a la que había viajado por medio de un agujero negro que, por accidente, se encontró en el espacio era totalmente distinta y distorsionada con respecto de la cual venía. Cuando el personaje llegó a esa realidad resultó que las cosas eran diferentes para mal.  Hace unos meses atrás vi en otra serie norteamericana la misma situación; hace unas semanas leí un artículo sobre el tema en cuestión, y hoy quiero hablar de esto.


SMALLVILLE 10X10 (Luthor) [1]

“Según mi Clark, es como una realidad paralela. Es aún la misma historia. Es solo reescrita con una clase de… corte más oscuro”. Lutessa Luthor a Clark Kent.[2]

Esta historia, contada ya en los últimos episodios de la serie en televisión, nos cuenta que Clark Kent (el protagonista de la serie) supo de una caja de espejos kriptoniana que había adquirido Lionel Luthor (padre de Lex) y que, en esos momentos, estaba en posesión de su amiga Tess. Al enterarse de que ella se lo había ocultado, Clark reaccionó de manera airada y se lo reprochó. En un momento determinado, éste la activó y aquel dispositivo lo trasladó, por accidente,  a una realidad alternativa y su contraparte quedó ubicada en su realidad. Después de percatarse de que estaba en un lugar diferente y de que Lionel se encontraba vivo, Clark Kent estaba completamente confundido: había despertado en una cama con dos mujeres en la mansión Luthor; su contraparte (Clark Luthor) fue a dar al mundo de Kent… en esta realidad alternativa, Kent se dio cuenta de que no había sido encontrado por Jonathan y Martha Kent sino por Lionel Luthor y criado y convertido en un ser despreciable por Lionel (aquí la historia de Superman es alterada desde el principio, sin mencionar todavía que Clark Luthor, Ultraman, es otro personaje del universo de DC comics). La gente que Kent conocía en su mundo (Tierra 1) lo odiaba, al menos los que alcanzó a conocer ahí, pues los que vimos Smallville dedujimos, entonces que nada o muy poco de lo que había ocurrido en la serie, que es contada en ‘Tierra 1’, ocurrió en esa realidad paralela.

La pregunta clave en este momento es: ¿Qué es paralelo? Paralelo es un conjunto de líneas que aunque crecen simultáneamente en un mismo espacio nunca llegan a intersectarse, es decir, encontrarse.

Pues bien, en esta historia podemos ver que diferentes realidades se desarrollan simultáneamente que no se encontrarían o se ignorarían  si Clark Kent no activase aquel dispositivo de su mundo. La contraparte de Tess Mercer le dice que es la misma historia, pero con un ojo más oscuro:

“Según mi Clark, es como una realidad paralela. Es aún la misma historia. Es solo reescrita con una clase de… corte más oscuro”.

Ahora bien, los personajes entre uno y otro universo son bastantes parecidos a sus contrapartes, pero con algunos detalles que los diferencian entre sí (aquí también valdría decir que grandes detalles hacen grandes diferencias). Si alguna vez viste las diez primeras temporadas de la serie, podrás darte cuenta que muchas de las cosas que ocurrieron en ‘Tierra 1’ nunca pasaron en ‘Tierra 2’.
¿Qué dice la ciencia al respecto?  No dice que no, pero tampoco dice que sí. Al igual que otros temas de gran atención, afirma que existen probabilidades.

De lo anterior podemos deducir dos cosas: la importancia del libre albedrío y las repercusiones que eso genera. Haciendo un paralelo entre Tierra ‘1 y 2’, podemos darnos cuenta que una sola acción, por pequeña que parezca, puede determinar nuestro rumbo en la vida, nuestro destino y con ellos muchas de las cosas que son accidentales en nuestra vida (amigos, sitios que frecuentamos, hábitos o destrezas que hemos adquirido, etc) pueden ser distintas en uno y otro mundo o en el mismo mundo, pero con acciones que, de una u otra forma, repercutirían en nuestra realidad. Solo basta que un factor de la ecuación sea cambiado y enseguida toda una realidad difiere de las otras (en el dado caso que existan); esto lo podemos ver en Smallville, que es mi serie favorita. Puesto que Lionel fue el que encontró a Clark (Kal-El), este no conoció a algunos personajes que vimos en la serie y los conocidos tenían un rol desemejante en su vida. Más aun, las cosas en un mismo mundo pueden ser distintas como quedó comprobado en la ‘Tierra 1’ de Smallville si Clark Kent hubiera actuado de distinta manera con respecto a Jor-El, su padre biológico.

Como si fuera poco, en un capitulo posterior, Smallville nos cuenta que existen muchos mundos desemejantes entre sí por diversos acontecimientos ocurridos en ‘Tierra 1’ si hubieran llegado a éxito.

Por otra parte, más que afirmar la existencia del multiverso, pero sin poder negarla tampoco,  podemos descubrir que cada día tenemos muchas opciones que elegir, muchas acciones cuyas consecuencias podemos asumir y así. Lo importante no es saber si existen otros mundos; lo importante realmente es actuar de la mejor manera que podamos en esta vida que tenemos. De los errores solo se puede aprender y de los éxitos podemos mejorar aún más.     

jueves, 16 de marzo de 2017

¿Hay vida extraterrestre? Alex Riveiro. Astrobitácora.com

¿Hay vida extraterrestre? 


En una entrada anterior, había escrito algo sobre el descubrimiento de tres planetas similares a la tierra que probablemente serían habitables. Estos tres exoplanetas (los llamamos así porque se encuentran fuera de nuestro sistema solar, y esto en sí mismo es relativo. Usamos nuestras categorías y nuestro lenguaje humano para hablar) se caracterizan por orbitar una estrella enana roja. La noticia del descubrimiento se dio en agosto del año pasado, y en días recientes (hace poco menos de un mes) se han ampliado nuestros conocimientos sobre el sistema solar de Trappist-1, que es la estrella de la que hablamos. Pues bien, se ha dicho que alrededor de esta estrella no solamente hay tres planetas rocosos (y, por ende, parecidos al nuestro) sino que su número ascendió a siete mundos similares al nuestro, tres de los cuales se encuentran en la zona habitable de la enana roja; estos son Trappist d, e y f. También había hablado de una manera vagamente sustentada, pero no por eso mal sustentada. Hoy quiero hacerlo de un modo más sustentado en argumentos científicos. 

Resulta muy interesante para los astrónomos la amplia variedad de sistemas estelares que se han encontrado hasta el momento. Desde sistemas binarios hasta sistemas con una sola estrella, como el de Trappist- 1 y el nuestro, con la característica de que abundan las estrellas enanas rojas en nuestra galaxia y en nuestro universo, pero esto no agota las posibilidades de que exista vida en otras partes de lo que conocemos como el universo. La cuestión sobre la posibilidad de vida en otros planetas es uno de los grandes interrogantes de la astronomía actual; cabe destacar que, hace unos 50 años, existía la teoría de que no había más planetas orbitando las estrellas que desde entonces se conocían. Actualmente sabemos que esta teoría probó ser errónea, pues se han encontrado ya más 1700 planetas en otros sistemas solares como el caso mencionado arriba y el descubrimiento de próxima b, un planeta que orbita la estrella más cercana al sol llamada Alfa centauri. Con toda esta información a nuestro alcance, nos acercamos lentamente a dar una respuesta. Nadie puede asegurar que no encontremos vida inteligente en unos años teniendo en cuenta que las teorías sobre la presunta inexistencia de otros planetas ha sido revocada evidente y definitivamente con los conocimientos actuales. Esto quiere decir que, si hay estrellas, necesariamente hay planetas tanto habitables como inhabitables...

Tengo que decir que esta es una pregunta que me ha dado vueltas por la cabeza en las últimas semanas, y se me vienen a la mente tantas cosas que he visto en series de televisión. Alguien pensó que, si estamos solos en el universo. sería un lamentable desperdicio un espacio tan grande como éste si solamente fuera para nosotros. En los cómics y en las películas este ha sido un tema sino recurrente fundamental para dar vida a muchos personajes por nosotros bien conocidos como Superman, el Marciano detective, entre otros. Es más, los conspiranoicos han sostenido y creído firmemente que se ocultan pruebas fehacientes de la existencia de vida extraterrestre, pero si somos objetivos nos daremos cuenta de que estas afirmaciones carecen de fundamentos sólidos para demostrar que eso sea así. De hecho, he leído más de un artículo de esos y por eso es que afirmo esto. Por eso me gustaría hablar de eso de una manera más objetiva en el presente escrito.  

Para empezar, hay que decir que los ingredientes que formaron la vida en la Tierra se encuentran en toda la galaxia en la que nos encontramos y, por ende, también en todo el universo. Con el descubrimiento diario de exoplanetas, las posibilidades de encontrar vida en ellos (como la conocemos, claro está) son muy grandes, pero en cuestiones así es mejor ir prudentemente recopilando datos y sacando conclusiones. Yo pienso que, con este dato y la grandeza del Universo resulta imposible que no la haya, pero lo sabremos mejor con el tiempo. Se tiene que decir que, cuando se habla vida extraterrestre no se habla únicamente de seres parecidos a los que nos cuentan los medios sino también de formas de vida similares a las nuestras, pero oriundas de otros mundos. Cosas que soportan una respuesta afirmativa a esta pregunta las encontramos en que en Marte, en el pasado, pudo haber vida (no salimos aún del sistema solar)  y se dice que en Titán y Encédalo también la hay.  Los partidarios de la teoría de la conspiración afirman sin pruebas que en Marte hay seres vivos y que en otros mundos lejanos también los hay, pero eso parece más bien una historia de ficción, y de eso ya tenemos bastante. Sin embargo, el hecho de que no lo sepamos no significa que no exista, necesariamente hablando. Así que el primer argumento para pensar que sí hay vida en otros planetas es este: La receta para la vida es común en todo el universo.  Esto es comprobado si comparamos las similitudes entre los planetas que orbitan Trappist-1 y los planetas interiores de nuestro sistema solar. 

Un segundo argumento sería el hecho de que la vida no tiene por qué ser igual o diferente en otras partes del universo. Si nos damos cuenta, nuestro lenguaje astronómico lo usamos en relación a nuestro planeta, es decir, hablamos desde categorías humanas; hacemos las mediciones de los planetas con referencia al nuestro (tamaño, longitud, órbitas alrededor del sol, etc).  Por lo tanto, no hay ninguna garantía de que haya vida que sea antropomorfa, pero tampoco se puede garantizar eso. (No hay ningún motivo por el cual los extraterrestres sean pequeños hombres verdes con una antena o algo parecido en sus cabezas).  De hecho, tampoco podemos exigirles que actúen de la misma forma que nosotros así como cuando conocemos personas de otras culturas y costumbres diferentes a las cuales no les podemos pedir que se ciñan a nuestros parámetros.  Por otra parte, creer en teorías como la de la Tierra rara  sería limitarse demasiado y hablar demasiado pronto de una manera absoluta en un asunto complicado como este teniendo presente el primer argumento por el cual podría haber vida extraterrestre presentado en estas líneas. De ser cierto que hay vida en otros mundos o no, nuestra concepción del Universo (y, por supuesto, de la astronomía) cambiarían rotundamente, del cielo a la Tierra. 

miércoles, 15 de marzo de 2017

La astronomía contra la religión. Alex Riveiro. Astrobitácora.com

La astronomía contra la religión 



En este apartado quiero hablar de algo totalmente diferente, llamativo y, por demás, muy presente en los últimos 2000 años de historia humana; esto es la contraposición entre astronomía y religión o, para ser más específicos, la disputa entre fe y razón. A primeras luces, el asunto parece más bien una discusión filosófica que científica si tenemos en cuenta que el origen de todas las ciencias se dio en la filosofía, pues ella parte del asombro que todos tenemos como un método altamente urgente para alcanzar la verdad, la cuestión última de las cosas. No hay que olvidar que los seres humanos tenemos siempre la costumbre de explicar o de encontrar una explicación a todas las cosas que nos suceden alrededor y que la ciencia nos ha ayudado grandemente a entender todo lo que sucede partiendo de nuestro planeta y en las afueras de él como lo hace, en nuestro caso, la astronomía. 

 Pues bien. Entrando en materia, hay que recordar que la pugna entre la fe y la razón empezó (astronomía y religión, en este caso) empezó con la corriente filosófica Ockhamista. Este filósofo inició la ruptura entre los dos factores que realizado el filósofo cristiano Tomás de Aquino. Quitó las intersecciones entre ellas. Es decir, la ciencia y la fe no siempre han estado enfrentadas como algunos piensan. Esta ruptura se dio por factores más que todo por factores filosóficos como los que acabo de aducir. Primeramente se separaron las ciencias de la filosofía y empezaron a tener sus propios derroteros. Luego la filosofía fue hecha esclava de la teología y después recuperó su propio estatuto. Tampoco hay que pasar por alto que, cuando la religión católica tuvo el poder en muchas ramas de la vida humana, intentar cambiar esos presupuestos era algo muy difícil, sino imposible, de realizar. Lo comprobamos con la quema en lo hoguera de Giordano Bruno, la amenaza que sufrió Galileo Galilei por parte de la Iglesia en aquel momento en la voz de san Roberto Belarmino y la de todo aquel que descubriera o intentara rectificar los los conceptos astronómicos que se tenían hasta el momento, como la postulación del sistema geocéntrico de Ptomoleo cuando Kepler propuso sus leyes  y Copérnico demostró que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no al revés. Aquí se puede ver que el desarrollo de una ciencia como la astronomía fue algo lento, y se tuvo que redescubrir lo que ya sabíamos con respecto de las estrellas. La cuestión, para ser sinceros, no era ideológica sino que era, ante todo, política, pues si la Iglesia admitía errores en lo que ellos admitían como verdaderos significaba que su poder como institución menguaba por obra de la ciencia. Para mí decir que la Tierra está en el centro del Universo significa que "el hombre es la medida de todas las cosas" o que los seres humanos se creían en ese momento dueños del universo: el antropocentrismo. Esto era una cuestión floreciente en la Edad Moderna. Se ponía aquí el segundo componente del triángulo epistemológico: el hombre. Se podría decir, inclusive, que el antropocentrismo era algo soterrado en ese momento y salió a flote en la edad histórica mencionada arriba. Con el paso del tiempo, las ciencias fueron adquiriendo su campo propio cada vez más distinguiéndose unas de las otras. Aristóteles, cuya filosofía era difícil de asimilar por la Iglesia a principios del medioevo, se convirtió en una de las razones para rechazar los argumentos que íbamos asumiendo en los siglos XVII y XVIII.  

No hay ninguna razón para decir que ser científico y creyente sea algo contradictorio. De ninguna manera. De hecho, para entender las realidades de la fe hace también que pongamos un cimiento racional a lo que creemos; de lo contrario nuestra fe sería como un paseo de ciegos con riesgo de caer en un precipicio sin fondo. Por eso santo Tomás de Aquino necesitó pruebas racionales para demostrar la existencia de Dios como lo son sus cinco vías. Hay mencionar que estas cinco vías son la recopilación de sus pruebas y las de filósofos árabes y él las sintetizó en el postulado como las cinco vías para la demostración de la existencia de Dios.  Volviendo al tema principal, la ciencia no debe ser despreciada ni menoscabada en nuestra concepción de la realidad lo mismo que la fe, pues una y otra se complementan. Lo que debemos evitar es juzgar con los criterios de la fe la ciencia y viceversa, pues es como querer jugar fútbol en una piscina o en mar abierto. Ese es el error que, desde el principio, caracterizó el pensamiento del filósofo medieval Guillermo de Ockham. Los que no admiten la ciencia junto a la fe son los protestantes, que dan una interpretación exageradamente literal de un texto como la biblia.      

¿Por qué debería importarme la astronomía? Alex Riveiro. Astrobitácora.com

¿Por qué debería importarme la astronomía? 


"La astronomía es, quizá, la ciencia cuyos descubrimientos deben menos al azar, en la que la comprensión humana aparece en toda su magnitud, y a través de la que la Humanidad puede aprender lo pequeña que es."

Georg Christoph Lichtenberg

1742 - 1799

Físico alemán

Muchos de nosotros, en la cotidianidad de nuestra vida, tenemos muchos problemas de los cuales ocuparnos y que, de una u otra forma, nos afectan como seres particulares. Eso es innegable si nos damos cuenta  del papel que juegan las estrellas en este trasegar de nuestra vida: es cierto que comprender la grandeza del Universo puede hacernos sentir pequeños e insignificantes, pero hay que percatarnos de que somos parte de algo mucho más grande, de algo tan perfecto... No somos extraños para el universo, sino que hacemos parte de él. De hecho, gracias a la astronomía podemos conocer y entender muchas cosas sobre el origen de nuestra vida. Interesarse por la astronomía es algo que nos ocurre desde niños cuando observamos la noche clara y llena de estrellas y nos preguntamos ¿por qué? Esto es producto de la curiosidad que sentimos, es la curiosidad del filósofo. 

Asimismo, cuando descubren planetas presuntamente habitables, no podemos dejarnos de preguntar sobre cómo sería la vida en otros mundos... Tantas ideas nos vienen al respecto. La astronomía, a medida que va develando unos misterios nos interpela con otros tantos. Los últimos descubrimientos en esta cuestión nos han dejado boquiabiertos ante la enorme diversidad que cada día se va descubriendo. La astronomía es el cimiento de la ciencia ficción. Sin ella se quedarían sin fundamentos tantas historias como las que disfrutamos hoy en día desde hace mucho tiempo y, aunque parezca irónico, nos hace valorar y entender cada vez mejor nuestra casa común, que es la Tierra. Gracias a ella podemos descubrir la unicidad de nuestro mundo; es más, nos ayuda a tener mucho sentido de ubicación. Con todos estos argumentos, podemos considerar que la astronomía sí es útil en nuestra vida cotidiana. En la antigüedad, esta ciencia tenía muchas aplicaciones prácticas que llevó a nuestros ancestros a realizar cosas como los calendarios y los tiempos de siembra y cosecha  y rutas para la navegación. Hay muchas herramientas, que en principio se hicieron para la astronomía, cuya utilización es muy versátil para nuestra vida cotidiana. Por un lado, para entender cómo se comporta el ser humano en el espacio; por otro lado, para entender cómo podemos tratar las enfermedades que nos afectan aquí en la Tierra.      

¿Por qué debería importarte la astronomía? Porque eres parte del Universo. Porque responde a las grandes preguntas que siempre nos hemos planteado, y nos hace plantearnos nuevas cuestiones. Porque nos recuerda que siempre hay algo nuevo por descubrir, algo nuevo que nos haga sentir esa fascinación e inocencia que perdimos cuando dejamos de ser niños. Porque, al menos una vez en la vida, deberías observar el cielo estrellado en un lugar muy oscuro. Verás los brazos de la Vía Láctea, miles de estrellas que no puedes ver desde tu ciudad y las siempre espectaculares lluvias de estrellas… ¿Necesitas más motivos?

Ahora bien, sería muy interesante saber cuáles fueron los primeros pasos de la humanidad en este campo. Hay testimonios del antiguo Japón, del imperio Azteca, de los babilonios y de todas las grandes civilizaciones antiguas de las que conocemos su legado. Empecemos por nuestro continente. Los aztecas usaban de la astronomía muy parecidamente a como se hace hoy en día: calcular el ciclo lunar, el ciclo solar y el movimiento de los planetas y también para determinar los ciclos rituales. En conclusión, los aztecas utilizaron la astronomía para soportar sus creencias rituales y religiosas. No avanzaron, como veremos más adelante, como las otras culturas en este aspecto. 

Nuestro siguiente escalón es la cultura egipcia. Para empezar, hay que decir que los egipcios, junto a los aztecas, tenían un calendario de 365 días (como el que usamos actualmente cada año, exceptuando los bisiestos). Como otras culturas antiguas, la astronomía sirvió a los egipcios por la necesidad de registrar el momento del año para poder determinar los períodos propicios para la agricultura (quizá sirviese también para la navegación, algo común en el desierto). Manejaron calendarios como el calendario "errante", otro basado en el orto helíaco de una estrella que ellos llamaron Sopdet (y que, por la información que tenemos hoy, se correspondería con Sirio). Esto está fundamentado, entre otras cosas, en que el orto helíaco de Sirio sucedía poco antes de la crecida anual del Río Nilo. Curiosamente, también mantuvieron otro calendario ceremonial, de 360 días, que se usaba al mismo tiempo que los otros dos. Estos calendarios coincidían cada 1461 años, lo que era visto como un momento de gran celebración, y el comienzo de una nueva era.  Otra prueba del conocimiento astronómico de los antiguos egipcios es la alineación de las pirámides con el Cinturón de Orión(igualmente ocurre eso en uno de los templos aztecas.  Además, hay que mencionar que Egipto fue la cuna de Claudio Ptomoleo, promotor de la teoría geocéntrica, es decir, la Tierra era, en su concepto, el centro del Sistema Solar y del Universo. Además, fue el redactor del Almagesto, que es el catálogo estelar más antiguo conocido hasta el momento. 

En la Edad Media, la astronomía retrocedió severamente en Europa, pero no así en la Península Ibérica. Esto se debió gracias a la presencia de musulmanes en ese territorio. Durante el siglo X, la astronomía avanzó notablemente gracias a la creación de precisas tablas astronómicas. Entre los astrónomos destacados se pueden mencionar a Maslama Al-Mayrity y Abu Ishak Ibrahim Al-Zarqali, que fue el inventor de la azafea, una especie de astrolabio mejorado. También trabajó en las tablas astronómicas mencionadas arriba convirtiéndolas en las Tablas de Toledo. Se enfrentó, además, con los sistemas astronómicos de Aristóteles y Ptolomeo, poniendo yuxtaponiendo las contradicciones de uno y otro. Las Tablas Alfonsíes, que fue un trabajo de astrónomos basado en los trabajos de Azarquiel (Al-Zarqali) sirvieron de trampolín para el avance de la geografía. 

Volviendo a la Antigüedad, llegamos a China. Para empezar, hay que anotar que los principios predominantes en la astronomía de este país eran muy distintos a los de la astronomía occidental (así como su filosofía) dando lugar a sus propios métodos y particularidades.  La astronomía en China tiene una historia muy larga. Tanto, que los historiadores indican que fueron los más persistentes (y certeros) observadores de fenómenos celestiales antes de los árabes…  A diferencia de otras culturas, en China los astrónomos estaban diferenciados de los astrólogos, y su trabajo era interpretar los sucesos y augurios que anunciaba el firmamento. A medida que los astrónomos comenzaron a anotar los eventos regulares, tales como eclipses lunares, fueron siendo apartados de los astrólogos (a quienes los emperadores consultaban antes de tomar cualquier decisión importante).   Los antiguos chinos tenían un calendario lunar de doce meses, y calcularon que la duración de un año era de 365,25 días. Convirtieron este número “mágico” en una unidad de grados (es decir, un círculo en la antigua china se componía de 365,25 grados, a diferencia de los 360 de occidente). También dividieron el cielo en cuatro secciones, con siete casas en cada una (28 casas lunares en total) que eran usadas para cartografiar la posición de la Luna en su viaje a través del firmamento.
 o mejor de esta civilización es que, desde muy temprano, fueron meticulosos a la hora de registrar fenómenos astronómicos tales como cometas, manchas solares, novas y llamaradas solares, comenzando mucho antes que cualquier otra cultura. Es más, intentaron catalogar todas las estrellas observables, definiendo sus constelaciones por una estrella principal, a la que llamaban rey, y rodeándola con el resto de estrellas, los príncipes. Se cree que el astrónomo Shi Shen (siglo IV antes de nuestra era) llegó a catalogar 809 estrellas en 122 constelaciones, aunque ignoró los planetas, a diferencia de los griegos y los mesopotámicos. También realizó la observación más antigua conocida de una mancha solar.   Para poder hacer unas mediciones tan precisas de la posición en el cielo, creemos que los antiguos chinos usaban una esfera armilar (también llamada astrolabio esférico), una esfera de metal consistente de círculos escalonados que interseccionan, permitiendo que un observador pueda asignar una coordenada a una estrella. 

El primer registro de un eclipse fue en el año 2.136 antes de nuestra era, y durante cientos de años de observaciones celestes, perfeccionaron la predicción de estos fenómenos. Pero no se quedaron ahí. Una de las observaciones más famosas de los antiguos astrónomos chinos fue la de una supernova en el año 1.054 (a la que hoy damos el nombre de SN 1054) que fue observada por astrónomos chinos y árabes de la época. Llegó a ser visible durante 23 días, así como 653 noches, desde el 4 de julio de ese año. Los astrónomos chinos llamaron a este fenómeno “estrella invitada” y  registraron que siguió brillando durante más de un año antes de desaparecer. SN 1054 fue la supernova que creó la espectacular Nebulosa del Cangrejo. La explosión no fue sólo registrada por chinos y árabes, si no también por los Indios Anasazi en el sudoeste de Estados Unidos. Por algún motivo, sin embargo, no hay registro de este fenómeno en las culturas europeas. Dentro de la Tinastía Tang destacaron dos astrónomos por la precisión con que pronosticaban los fenómenos celestes. Estos son: Zu Chongzhi (429-500) y  un monje, llamado Yi Xing (683-727), que estudiaba los métodos y creencias de la astronomía y las matemática de la India, fue el primer astrónomo que intentó determinar la longitud de un grado de una línea de meridiano, diciendo que era de 123,7 kilómetros. No se quedó muy lejos de nuestra medición actual (111 kilómetros). Yi Xing fue el principal impulsor de crear una esfera armilaria que se moviese en conjunción con el cielo.   La Dinastía Song (que duró desde el año 960 al 1279) fue testigo de la construcción de enormes observatorios, bajo una serie de precisos mapas estelares. Con uno de estos mapas, se construyó un planetario que contenía nada menos que 1.434 estrellas y 28 constelaciones. Además, al final de este período emergió otro de los grandes astrónomos chinos: Guo Shoujing (1.231-1.316), que creó un enorme reloj de sol con el que pudo medir la longitud del año con un margen de error de tan sólo 30 segundos.

En general, la astronomía china, como habrás podido ver, no fue especialmente meritoria en la creación de nuevas teorías o de intentar mejorar el entendimiento del cosmos, si no que se dedicaron a refinar sus mediciones hasta alcanzar un grado de precisión de lo más llamativo. Es muy posible que, por este mismo detalle, sus contribuciones hayan pasado más desapercibidas, en favor de las realizadas por el Islam, India y los antiguos griegos. 
Yendo más al norte, al Japón, hay que mencionar que es muy interesante. Poco sabemos de la astronomía japonesa antigua (entre otras cosas porque la escritura se introdujo relativamente tarde en el país), pero desde el principio algo es evidente. Los japoneses han sentido especial predilección por la constelación de Orión, Con el nombre de Yotawashi Boshi (que se traduciría a algo parecido a “estrellas que atraviesan la noche”, hasta donde he podido averiguar) los japoneses describían a todos aquellos astros que aparecían por el este con la puesta de sol, y se ponían con la llegada del amanecer, de entre las cuales destacaba, muy por encima de las demás, como no, Orión. No sólo en Japón, en casi todas las culturas, es muy fácil de reconocer (especialmente por su cinturón), e incluso hoy en día sigue llamando la atención de niños y adultos en las largas noches invernales.
A diferencia de otras culturas, los nipones no formaban asociaciones con las estrellas por medio de dioses, héroes o criaturas mitológicas que pudiesen identificar en las constelaciones, si no con iconos de conocimiento común o como símbolos de valores específicos de la cultura japonesa: no hay una interpretación única para los patrones de las estrellas que se pueda aplicar a todos los japoneses (en nuestro caso, por ejemplo, asociamos las constelaciones con formas, muchas veces de personajes mitológicos o relacionados con deidades), si no que hay objetos, acontecimientos, señales de temporadas, símbolos religiosos y hasta leyendas basadas en una región geográfica en particular para asignar los nombres de las constelaciones niponas. 
Movámonos un poco más al Oriente Medio. Mesopotamia, esa tierra entre los ríos Tigris y Éufrates, en lo que hoy en día conocemos como Irak, es la cuna de la civilización. En la antigua Sumeria podemos encontrar los registros más antiguos del estudio de la astronomía. Ellos fueron los pioneros, pero los babilonios y los asirios (que ocuparon la misma zona geográfica) heredaron sus tradiciones astronómicas, mitos y leyendas, y desarrollaron su propia cultura astronómica que, con el tiempo, pasaría a los griegos y llegaría hasta nuestros días. De todas estas civilizaciones, los babilonios fueron los que nos dejaron el mayor legado de la astronomía occidental. Tanto es así, que todavía usamos algunas de sus constelaciones, e hicieron predicciones sorprendentemente acercadas a nuestra comprensión del mundo actual… Los usos para los que la astronomía era dedicada eran similares en la cultura mesopotámica, como son las siembras, las cosechas, entre otras cosas y también para las leyendas de tipo religioso y para la medición del tiempo. Entre los astrónomos que destacaban en la antigua Babilonia podemos mencionar a Seleuco de Seleucia, que defendía el sistema heliocéntrico de Aristarco de Samos, matemático y astrónomo griego. Además, Seleuco fue el primero en afirmar que las mareas eran debido a la atracción de la Luna, y que la altura de éstas dependía de la posición de la Luna en relación al Sol.  Por desgracia, ninguna de las escrituras originales de Seleuco, ni sus traducciones al griego, han sobrevivido hasta nuestros días. Pero es inevitable pensar hasta donde hubiera podido llegar el conocimiento de nuestro mundo si los antiguos babilonios, y los griegos, hubieran prestado más atención a la imagen del cielo que tenía Seleuco de Seleucia. 
Como última cultura astronómicamente llamativa, dirijamos nuestra atención en los Mayas. Es imposible no mencionar la supuesta profecía del fin del mundo que ocurriría en 2012. (Sin embargo, esto ya fue objeto de discusión en un artículo precedente. Por lo tanto, no hablaremos de eso aquí). El elemento común de civilización con otras culturas es que también utilizaban los ciclos estelares para realizar mediciones, ciclos de la naturaleza, determinar las temporadas y crear su propio calendario.  Sin duda, la contribución más enigmática a la astronomía por parte de los mayas es su calendario, un sistema complejo de ciclos que controlaban el tiempo de una manera más precisa que los nuestros. Los dos calendarios principales eran el ceremonial (el Tzolk’in), un calendario de 260 días de 13 números y 20 nombres de días, y el calendario ambiguo (el Haab), de 365 días. Este calendario tenía 18 meses de 20 días, con un mes de 5 días al final del año. El motivo por el que usaban 20 días para el mes es que se basaban principalmente en su sistema numérico vigesimal, es decir, de base veinte, en lugar de nuestro sistema decimal, que es de base diez. Además, tenemos evidencias de que los mayas eran conscientes de que el año no duraba 365 días, pero no hicieron nada por corregirlo (probablemente porque no encajaba con su sistema de base 20).  Ellos se interesaron, más que todo, en los astros cercanos como la luna, el sol la tierra y algunas nebulosas y algunas otras estrellas. Además, carecían de instrumentos complejos como las otras culturas y por eso realizaban las observaciones a simple vista. Su precisión era tal que se acercaron mucho a nuestras mediciones con respecto a planetas como Marte, Venus, Mercurio y Luna.  
Los mayas, al igual que la astronomía hoy en día, dieron mucha importancia a los eclipses, pero de una manera más mítica. (Hay que recordar que, antiguamente, todo era relacionado con la religiosidad). 

A modo de conclusión, podemos decir que el hombre de la antiguedad, indistintamente a su cultura utilizaba la astronomía para las mismas cosas: carácter religioso y también como una forma para determinar cuál era el momento más oportuno para sembrar y cosechar. En estas líneas se ve, de manera admirable, la unidad del género humano con respecto a estas cuestiones a pesar de que el progreso en la materia se realizara en ritmos completamente distintos el uno del otro. Hoy los esfuerzos de las naciones se dirigen hacia el espacio con cada una de las agencias espaciales de los respectivos países.