Una guerrilla distinta a las FARC que requiere un proceso a su medida
Me parece muy llamativo que grupos como el ELN, después de una época violenta
como la que hemos vivido en los últimos cincuenta años, quiera y tenga una
voluntad de paz siguiéndose de los lineamientos y acuerdos que se propusieron
en el plebiscito, refrendados el pasado 2 de octubre. Este es un tema bastante escabroso, álgido, polémico y controvertido si nos damos cuenta de que las FARC recurren a la mesa de diálogo después de un largo periodo de tiempo en el que quisieron usar las armas y la violencia y, viendo que les fue inocua la manera de conseguir sus intereses, decidieron usar la política como último recurso. El dicho dicho dice: "si no puedes con el enemigo, únete a él", y eso es justamente lo que ocurre con las FARC: no obtuvieron lo que querían por la vía violenta y pretendieron alcanzarlo de forma política, pero también este intento ha sido inútil ante un abstencionismo bastante pronunciado, que demuestra el desacuerdo ante este plebiscito y un porcentaje popular que lo expresó democráticamente en las urnas la pasada jornada electoral.
Tal como sucedió con las
FARC, la situación política de las partes se complicó un poco ante la división y
diversidad de opiniones como la que se evidenció en la última jornada electoral.
No obstante, y a diferencia de las FARC, el ELN se ha retractado de esto al
secuestrar dos personas, cayendo en una vistosa contradicción entre lo que
supuestamente quiere y lo que en verdad persigue. Es como si quisiera exigir
por la fuerza y la presión algo que no está dispuesto a dar. Es una actitud muy
cínica por parte de este sector guerrillero cuando quiere acceder a una negociación,
que por cierto es muy ambigua, e intentar presionar como si estuviera en posición
de exigir unos “derechos” que les han quitado a los ciudadanos afectados por su
actividad terrorista en los últimos 50 años de historia colombiana. Se ve en
las negociaciones con las FARC, y en este caso con el ELN, una intención soterrada
de defender sus propios intereses. No estoy a favor de ningún bando, pues tanto
como el estado tienen sus motivos para iniciar este conflicto. Es un conflicto
de intereses y se mira más a los privilegiados que a las víctimas de esta
guerra de connotaciones mercenarias. Se ha visto aquí una primacía de lo
subjetivo sobre lo objetivo. Lo subjetivo es la visión sociológica que cada una
de las partes posee: el gobierno, las FARC y el ELN. Lo objetivo es la situación
real y actual del país y los cambios que verdaderamente son necesarios para que
nuestra nación avance, lo cual nos debe incluir a todos, no excluirnos como
prefieren algunos de ellos. No importa la capacidad militar de ninguna de las
partes sino su aptitud política: necesitamos más palabras que sean verdaderas y
lleguen a ser reales, más tolerancia y una mayor capacidad de dialogo, pues es
eso de lo que más carecemos. Es importante resaltar que, para terminar su encargo político, al presidente le quedan solo veinticuatro meses de gobierno, por lo cual surgen otros interrogantes: ¿quién será el próximo presidente de la república? ¿cómo afrontará estas cuestiones, que son tan relevantes para la Nación? ¿Seguirá las mismas líneas del actual presidente? Son estos momentos en los que necesitamos, más que nunca, una figura transparente y fidedigna que nos ayude a alcanzar las metas que, como país, tenemos que alcanzar. Anochecerá y veremos.
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