jueves, 14 de abril de 2016

Discapacidad y reconocimiento. Una reflexión desde el prisma de Axel Honneth

¿Discapacidad?

Quizá muchos de nosotros hemos visto o conocido historias que, por cierto, son muy conmovedoras por las dificultades que los protagonistas de cada historia ha tenido que pasar en busca de la superación personal y de los obstáculos a los que, en diversas circunstancias, se han visto abocados. Pues bien, esto es una prueba de la diferencia que solemos delimitar con respecto a aquellas personas que no han contado con una suerte favorable por alguna desgracia a la que se ven enfrentados como ser humanos. Solemos mirarlos como seres extraños, fuera de lo normal y, si no somos comprensivos, podemos incluso discriminarlos, burlarnos de ellos simplemente por una circunstancia ajena a su voluntad.  En esa línea, me gustaría recordar la historia de Tony Meléndez, aquel guitarrista nicaragüense carente de los dos brazos por una prescripción médica para calmar los malestares de su madre durante el embarazo. Este motivante personaje, como tantos otros, ha sabido sobrellevar con creces, sus discapacidades naturales y, paradójicamente, hacer de ellas su mayor fuerza. Ante esta y tantas historias de superación personal, surge la propuesta eugenésica que nos pone ante un crudo debate, ante una disyuntiva bastante filosa: ¿se puede manipular genéticamente a una persona para que nazca normal o para darle mejores características físicas? Si somos conscientes de la magnitud ética de esta opción, nos damos cuenta que, a pesar de las características físicas de una persona, todo ser humano tiene una dignidad intrínseca entonces nos negaríamos rotundamente a la manipulación genética de la que es objeto un ser humano en los albores de su existencia. Recurrir a tratamientos eugenésicos es antimoral y antiético desde cualquier punto de vista. Primeramente porque no somos ratas de laboratorios ni somos conejillos de indias ni objetos tratables sin ninguna consideración. La vida humana es lo primero y, cuando se hacen experimentos con animales, es para delimitar y para solucionar alguna necesidad urgente que se presente en cualquier momento precisamente porque el hombre es consciente de su lugar en la naturaleza, pues se ha dicho ya, en otras intervenciones, que este también es parte de ella. Ahora bien, volviendo al meollo del asunto, digamos que la discapacidad no resta nada a la dignidad  de las personas, ni se la aumenta, sólo que es una oportunidad para valorar más lo que somos y reafirmar nuestros. En un país como el nuestro, en el que se han presentado tantos casos de discapacitados por el conflicto armado, merece la pena que se haga un análisis de este fenómeno de la inhabilidad producida por campos minados, torturas, condiciones de vida infrahumanas y otras atrocidades. Para nadie es un secreto la cantidad enorme de víctimas sobrevivientes que deja una guerra fratricida como la que ha golpeado el país en estos últimos 55 años de historia colombiana que han perdido alguna parte de su cuerpo. A principios de siglo eran muy frecuentes los reportes noticiosos de personas que habían caído como víctimas en campos minados y que perdían alguna parte de su cuerpo. Esto le restó mucha credibilidad a la opción de prestar el servicio militar a muchos jóvenes de nuestro país, entre otras cosas. 

Algo que mencioné en el foro anterior, y que quiero traer aquí, es que cuando se habla de discapacidad también deseo enlazarlo a los derechos del no- nacido. Resultó escandaloso para muchos, sino para todos, el hecho de que se haya despenalizado el aborto. ¿Acaso el hecho de matar a un inocente en el seno de su madre es una causa segura de desarrollo para un país? Pues de ninguna manera lo es. Todo lo contrario. Cuando en una sociedad se atropellan los derechos de estos discapacitados (se les puede aplicar este nombre porque son seres inermes, carentes de decidir por sí mismos), que son los potenciales constructores de la sociedad en un futuro, esta atenta contra sí misma, destruye su futuro y sus probabilidades de subsistencia en un mundo que pretende "modernizarse" a costa de muertes de inocentes. Algunos países, entre esos Colombia, han optado por legalizar este tipo de muerte, queriendo así equipararse a las potencias mundiales atentando contra su propia identidad. En países como España la situación a este respecto es mucho más cruda y, mundialmente hablando, falta más consideración y valor al don de la vida. Sin embargo, no en todos los países se ve esto, y vemos que la vida está venciendo sobre la muerte. Esperemos que triunfe finalmente.    


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