jueves, 7 de abril de 2016

Francois Vallaeys. Virtud, justicia y sostenibilidad. Las tres dimensiones éticas.

Un desarrollo sostenible

"La verdadera crisis del planeta consiste en que no se han utilizado correctamente los recursos".

Vallaeys converge, acertadamente, en esta afirmación con otros profesionales tales como Fresco al afirmar que, aunque existen recursos suficientes para todos los seres humanos, no se han usado de la manera más equitativa, justa y, por lo tanto,  esto genera muchos descontentos y diferencias con el sentido de los derechos de todos los seres humanos pues se sabe que todos tenemos la misma dignidad como habitantes del mundo. Esto es evidente, por ejemplo, cuando se conoce la desigualdad en las oportunidades para acceder a derechos fundamentales como el agua en continentes como el nuestro o cuando nos basamos en el factor económico para hacer preferencias o distinciones en la prestación de servicios que deben ser comunes a todos por nuestra igual condición de seres humanos.

Esto significa que, no por carencia sino por inequidad, los recursos que posee el planeta no son aprovechados por todos sino que algunos organismos y sistemas políticos se arrogan el derecho de administrarlos como si fueran sus legítimos dueños. Eso lo vemos en nuestra historia, especialmente en el siglo pasado, cuando surgieron sistemas políticos como el comunismo, que han hecho estragos, en múltiples áreas, en los países en que se ha implementado. Supe de un país que administraba a sus ciudadanos una cantidad de alimento para un tiempo determinado, condicionando así la posibilidad de tener una propiedad privada y legítima y la capacidad de libertades individuales para todos ellos.  ¿Podemos llamar esto tiranía?  

En países como el nuestro, Colombia, podemos percatarnos también del mismo fenómeno en cuanto a la inequidad en la posesión de los recursos naturales. Esto se debe, en parte, a problemáticas como el conflicto armado, que ya tiene 55 años, más que todo a la posesión forzosa de las tierras de los campesinos por grupos al margen de la ley para cultivar alucinógenos. Esto nos hace comprender la fama y la fuerza que adquirió en su tiempo el narcotráfico en Colombia y otros fenómenos que no es mi intención tratar aquí. 

Ser justo, en este sentido, es reconocer la igualdad en la dignidad de los seres humanos como connaturales pues todos tenemos, según la antropología, una misma casa, vivimos en un mismo planeta y somos iguales por nuestra humanidad, aunque haya diferencias que, siendo inevitables, nos enriquecen como seres humanos. 

La justicia engendra sociedades conformes y conscientes de la posibilidad que tiene cada persona como integrante de ese conjunto en que se encuentra por propia naturaleza. Cuando una persona se siente parte de un conjunto social es capaz de aportar y contribuir al desarrollo del grupo mismo porque se gestan las condiciones necesarias para el desarrollo de todos y cada uno de los agentes sociales en un entorno determinado.  

“El desarrollo actual evita sistemáticamente la sostenibilidad”

Una concepción, ampliamente arraigada en el hombre de hoy, es el considerar la naturaleza como algo ajeno a sí mismo. Pensar así ha llevado a una crisis ambiental de la que ya estamos empezando a sentir sus efectos en una y otra parte del mundo, y también de diversas maneras. Esto se debe, fundamentalmente, a una mentalidad científica exclusivista de la naturaleza: se cree, tácitamente hablando, que la naturaleza es todo lo que nos rodea, como si fuese ella un ente aparte, un individuo distinto a nosotros y que, lo que le suceda, no nos afecta. Si eso fuera cierto, entonces no habría lugares peligrosos para los humanos infestados de contaminación como algunas ciudades nacionales e internacionales, ríos que, por intervenciones humanas ya no sirven a las ciudades como fuente de agua apta para el consumo humano y como éste, existen muchos problemas  que aquejan gravemente a nuestro planeta en diversas latitudes. Asimismo, nos podemos percatar de que el ser humano y "el resto de la naturaleza" conforman una unidad. ESTA ES LA VERDADERA CONCEPCIÓN DE LA NATURALEZA, que el ser humano ha desvirtuado en su afán de manipular, muchas veces en detrimento de sí mismo, el entorno que lo rodea, influenciado por una cultura consumista cuyo fin es la explotación descontrolada de las materias primas que se hallan presentes en su mundo y que, directa o indirectamente, le atañen como agente en el ambiente. 

En muchas ocasiones, el hombre se ha preocupado más por consumir que por conservar las cosas que tiene a su alcance. No es que no deba consumirlas, sino que ha confundido  el progreso con la destrucción de su hábitat, como si su desarrollo le impidiera subsistir. El problema no es desarrollo o el progreso en sí mismo sino la forma en que éste es buscado y también los medios que utilizan para esto. Es sorprendente la congruencia que existe, como dije más arriba, entre estos dos profesionales. Es como si hubiesen llegado a la misma conclusión, pero por caminos distintos. El verdadero significado de la naturaleza vincula al hombre como ser activo e influyente en el ambiente en que vive. Esto lo confirmamos cuando, por su acción, se ve afectado por la desaparición de algunas especies vegetales y animales de los ecosistemas en los que cohabita con ellos y también cuando brinda iniciativas para que las condiciones ambientales mejoren y sabe él que esto, a la poste, le afectará a él también, es decir, que el hombre y el mundo circundante conforman la naturaleza de la que él mismo se ha querido salir. Para nadie es un secreto que, si nos acostumbramos a acumular basura o cualquier otro desecho, terminaremos por dañar el lugar en que vivimos tarde o temprano. Esto pasa porque el hombre es una parte importante, fundamental en la naturaleza de la que se ha querido aislar por un errado concepto de la realidad. Este fenómeno tiene muchos nombres, pero el que más me parece adecuado es el de la CRISIS METAFÍSICA, es decir, una crisis del ser porque el ser humano llega a la conciencia de que su dominio sobre la creación es parcial, no absoluto como lo ha venido creyendo en los últimos siglos. 

"Los impactos son responsabilidad de una multitud, no de algunos"


Querer culpar a los otros del problema global que afrontamos no es la salida más inteligente si queremos aportar una solución eficaz para salir de esta crisis ambiental en que estamos abocados. Pienso que no es un problema de los últimos tiempos sino que es una cuestión de siempre porque es ahora cuando nosotros empezamos a sentir, a palpar, las consecuencias de malas actuaciones a nivel ecológico que han sido numerosas en la historia. Por ejemplo, desde que surgió la pólvora. Desde entonces, no me opongo al progreso de la humanidad, ha habido una importante carga de CO2 para la atmósfera, lo cual se acentúo más a medida que el hombre desarrolló su potencia bélica. El ejemplo claro para esto lo podemos ver en las dos guerras mundiales(la primera de las cuales ya tiene 102 años de recuerdo). Vemos que el hombre evolucionó en cuanto a su capacidad beligerante de atacar y defenderse y también muchos países constataron la pobreza subsiguiente a estos conflictos mundiales en donde el mismo hombre se dio cuenta de todo lo que es capaz de hacer.  Además, en nuestros días, podemos ver que las capacidades bélicas crecen en vez de invertir estos recursos en cosas que tienen por objeto fines mejores como la educación, la ayuda a pueblos necesitados y otras causas nobles y legítimas. Todos tenemos que asumir, sino la culpa, la responsabilidad respecto del mundo al que pertenecemos teniendo en cuenta que nuestra acciones nos afectarán en el futuro y también a las personas que vendrán después de nosotros. En base a esto, Vallaeys dice que "la sociedad no nos pide, desde luego, velar por nuestros actos sino cambiar de sistema: producir un sistema social que no tenga efectos colaterales sitemáticamente dañinos e insostenibles". 

Vallaeys propone una economía con tres rasgos bien definidos y que podemos ver en autores como Fresco. Estas son: 

- Economía de flujos renovables. (Contra uso de stocks agotables). 
- Economía circular (Contra economía lineal). 
-Economía de funcionalidad (contra obsolencia programada). 

En este último punto, Fresco decía que los productos comprados se dañaban justo después que se vencía su tiempo de garantía, como si estuviesen diseñados y fabricados para ser desechados, para ser basura (otros hablan de una cultura del descarte, a nivel humano). Me parece muy coincidencial esta congruencia  entre Vallaeys y Fresco (esto lo mencioné arriba). 

Para Vallaeys, existen tres responsabilidades básicas: 

-De nuestros actos (Adán y Eva). 

-De nuestro prójimo (Caín y Abel). 

-De nuestro mundo (Noé).  

Estas son tres dimensiones inherentes al ser humano.  Son llamadas también como las tres dimensiones en la ética. 

No podemos eludir la responsabilidad de nuestros actos, que nos afectan a nosotros, pues todo lo que hacemos o evitamos tiene consecuencias directas e indirectas, grandes y pequeñas, inmediatas o futuras esta es la visión autoética. 

Para con nuestro prójimo, existe la realidad de estar conscientes de que podemos ayudarlo a solucionar cuestiones que no podría solucionar por sí solo. Se denomina a esta como dimensión socioética.  

Con respecto al mundo en que vivimos porque son nuestras acciones, junto con las del prójimo, las que influirán en el ecosistema, por decirlo de alguna forma. Esta es la visión antropoética. 

Esto nos demuestra que el ser humano no es un ser unidimensional, como a veces se suele creer, sino que está compuesto de tres dimensiones, por lo menos en la ética. Los alcances, a pesar de que sean individuales, no son solitarios. Nuestros actos afectan, de una manera u otra, a nuestro prójimo y así, mundo o ambiente en el que vivimos; es imposible e inadecuado mirar al ser humano desde una perspectiva meramente individual porque este ser vivo tiene algo que lo diferencia de los demás: la trascendencia, es decir, esa capacidad de salir de sí mismo para encontrarse con los otros, entablar relaciones de amistad y de entrar en comunión con los demás, conocerlos y compartir experiencias de toda índole. Eso es algo netamente humano.  

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