viernes, 20 de noviembre de 2020

El griego hoy en día... ¿Para qué? https://www.jbrignone.com.ar/adrados.html

 EL GRIEGO HOY EN DÍA… ¿PARA QUÉ? 

Cuando se nos presenta la utilidad de algo, generalmente nos presentan las cualidades positivas del objeto en cuestión, sea este un producto de cocina o cualquier clase de herramienta que tenga un uso potencial y de gran importancia en nuestra vida cotidiana. De igual manera, cuando se nos propone aprender o conocer una lengua distinta a nuestro idioma materno, somos  introducidos a las cualidades y facilidades que nos puede proporcionar su aprendizaje. Es aquí cuando se puede justificar la tarea de aprender el idioma inglés, que es tan necesario (aunque, en realidad, solo sea una materia de relleno) para que podamos aspirar a un título académico profesional en nuestras universidades. No obstante, cuando se habla de conocer el griego el asunto es diametralmente diferente porque hemos de considerar a un idioma que ha configurado los orígenes y la entidad de un continente tan antiguo y tan vasto como lo es el viejo continente: Europa. ¿De qué manera se puede decir esto? En primera instancia, se puede decir esto porque la cultura griega se dio en la historia temprana de este continente alcanzando su máximo esplendor durante la época de la clásica filosofía griega, colocando los cimientos de lo que mucho tiempo después se convertiría en la cultura europea gracias a la introducción de la misma por obra  del trabajo filosófico de santo Tomás de Aquino. Como si esto no fuera suficiente, hay que decir que una parte importante de uno de los libros más editados e importantes del mundo también haya sido originalmente escrito en griego: la gran mayoría de los libros del nuevo testamento (que fueron escritos por los discípulos de Jesús) fueron escritos en un griego popular o koiné, es decir, un dialecto griego como es el caso del evangelio de san marcos, cuyo escrito fue destinado a los griegos que vivían en el imperio romano y que desconocían, naturalmente, las tradiciones judías. Este escrito data del año 65 de nuestra era y fue, cronológicamente hablando, el primero de los cuatro evangelios. Otra cuestión relacionada con esta es el evangelio de san Lucas, que fue escrito para los griegos en un estilo más pulido y de una manera más gráfica, de modo que resulta muy fácil imaginar, al momento de leer este libro, los diversos pasajes que en él se narran. Volviendo a nuestro tema principal, hay que decir que el griego y la cultura que este idioma representa, también influyo en la sociedad colonial creada por la conquista de España en el nuevo continente.

En realidad, las grandes lenguas europeas y casi todas las lenguas del mundo son semi-griegas (al menos por la influencia indirecta de ella) que en una primera mirada no se parecen al griego, pero que están impregnadas de estructuras gramaticales griegas y, sobre todo,  de léxico griego y de préstamos semánticos y morfológicos helénicos. Todo, o casi todo, el léxico académico de las lenguas modernas es, directa o indirectamente, griego, pues lo tomaron como préstamo, directa o indirectamente, del latín, tanto en la antigüedad como el medioevo e incluso hoy.   

Es un fenómeno esencial para tornar inteligible la historia universal de la cultura y su gradual integración. Pero este es, por supuesto, un fenómeno que no se torna inteligible si no se le considera asociado a la difusión, directa o indirecta y a través de los sucesivos renacimientos, de los grandes inventos: los géneros literarios, la democracia, la filosofía, la ciencia, el teatro y las artes.

El griego fue la lengua del sector oriental del imperio romano (y lengua de cultura en roma), lengua de Bizancio y ahora lengua de Grecia y de la diáspora griega. Y fue segunda lengua en distintas partes del mundo dentro de una amplia extensión geográfica: la encontramos en las inscripciones de Ashoka, en Afganistán; en Córdoba, bajo el dominio del imperio romano; en los epigramas de Bulgaria bajo el gobierno de los primeros khanes, y en el reino de Méroe en Sudán.    

El alfabeto griego, que constituye un importante progreso del alfabeto fenicio gracias a la creación de las vocales, legó un medio de escritura a multitud de lenguas: en realidad, de una variante del alfabeto griego resulto el alfabeto latino, al cual hay un tendencia a transcribir todos los sistemas de escritura del mundo, cuando no, a escribir todas las lenguas. Pero deberíamos instituir un corpus de aquellos alfabetos que provienen de los alfabetos griegos, o de aquel que se impuso, el jónico. Abecedarios como el etrusco, el latino o el lidio presentan variantes que se deben al hecho de que derivan de los distintos abecedarios griegos. La mayoría de las veces, sin embargo, los diferentes alfabetos descienden del jónico y su perfeccionamiento en Alejandría, de donde provinieron,  por ejemplo, el armenio, el gótico y el eslavo.

Otros alfabetos proceden del latino, con variantes debidas a la fonética de las diferentes lenguas, tal como el lituano, el polaco o el checo. En todo caso, se trata siempre de variaciones del alfabeto griego, del mismo modo que también lo es el alfabeto fonético internacional. De esta manera, los griegos crearon un modelo universal de escritura. Un modelo que, es cierto, conoció algunas mejoras cuando insertaron aproximadamente en la época helenística las marcas diacríticas (espíritus y acentos), así como también la división en silabas de las palabras en el texto, y cuando se creó la letra minúscula en la época bizantina. El cambio más grande que sufrió fue en nuestra época con la perdida de algunos caracteres de la ortografía histórica y el uso del sistema monofónico. Perturbaron, por supuesto, una venerable tradición que, pese a todo se mantiene.

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