COLOMBIA EN EL SIGLO XXI… ¿AVANCE, RETROCESO O ESTANCAMIENTO?
En el presente escrito,
que será breve, me gustaría tratar sobre algunos temas cuya importancia a nivel
nacional es preponderante teniendo en cuenta la actual situación que está
viviendo nuestro país desde mediados del siglo XX y en las primeras dos décadas
de este siglo, el siglo XXI y que han determinado, en mayor o menor medida, las
circunstancias actuales en que vive la sociedad colombiana.
Este año 2020 parecía
empezar de la manera ordinaria en que suelen comenzar todos los años: el
cansancio por las celebraciones de navidad y año nuevo que nos suelen reunir a
todos como familia en torno a una misma mesa y el subsiguiente letargo que
ellas mismas producen luego de todo el jolgorio tan característico de estas
épocas del año. Sin embargo, y conforme al paso silencioso de las primeras
semanas del año, nos íbamos enterando de un fenómeno muy extraño e inesperado
como lo era el surgimiento y establecimiento acelerado en la temporada invernal
europea de un enemigo invisible: una nueva y misteriosa enfermedad conocida
como corona virus o covid-19, por haber surgido a finales del año pasado en un
pueblo chino conocido como Wuhan y que, como la pólvora, se expandió por todo
el viejo continente hasta llegar a nuestro país el 6 de marzo del año que ya
terminamos y, como una consecuencia lógica, empezó la expansión de la pandemia
en nuestro territorio nacional. Gracias al moderado avance de la enfermedad (aunque
acelerado en algunas zonas determinadas del país), se empezaron a decretar
toques de queda nocturnos en las diversas ciudades del país en las semanas
previas a la promulgación del decreto en que se prescribía la cuarentena en
nuestro país desde el 25 de marzo hasta el 31 de agosto de este año, mientras
éramos testigos, gracias a los noticieros nacionales e internacionales, de los graves estragos que en muchos ámbitos
de la sociedad y de la realidad que esta nueva enfermedad estaba causando en
Europa, especialmente en países como España e Italia: decenas de miles de
muertos y de contagiados cada día junto a la congestión en los hospitales cuyas
instalaciones y personal médico no daban abasto para cubrir las necesidades y
atención de tantas personas contagiadas por esta enfermedad, sumándose también
la altísima carga emocional y psicológica que los médicos de estas naciones
europeas tuvieron que pagar como consecuencia de la existencia de un enemigo
invisible y muy peligroso como lo es este virus. Se ha sabido que muchos
médicos italianos y españoles han quedado con secuelas psicológicas y físicas
debido a la primera ola de contagios sufrida por estos países: muchos de los
médicos y enfermeros sobrevivientes a esta contingencia decidieron aislarse y
abandonar temporalmente a su familia por el infundido temor de contagiarlos con
algún microorganismo del virus y, así, aumentar la taza de contagios. Con todo,
no es la única manifestación que ha dejado esta pandemia allí. También se dio
el caso de que un enfermero italiano asesinó a su novia sólo por pensar
erróneamente que tenía el virus; otra cosa que llamó la atención fue que el uso
casi perpetuo del tapabocas destrozó los tabiques de los médicos como si se los
hubiera cortado la pequeña pieza de metal que estos poseen en su parte
superior. Cuando se contemplan los alcances de esta nueva enfermedad, nos damos
cuenta de la magnitud de la peligrosidad de esta situación. La amenaza de la
pandemia no tardó en sentirse también en américa latina que, a pesar de las
medidas de cuarentena obligatoria decretada por los respectivos gobiernos que
la componen, se vio afectada en unos países más que en otros, pero lo que más
nos interesa en este escrito es la situación de la nación en que vivimos, que
es Colombia.
Para muchos ciudadanos,
la cuarentena y el confinamiento ocasionados por el covid-19 ocasionaron una
crisis económica, social y sanitaria sin precedentes en la historia de Colombia
desde que en el mundo es conocida como tal. Sin embargo, y para nadie es un
secreto, que las crisis en estos sectores de la sociedad colombiana ya existían
con muchísima anterioridad a la pandemia y lo que ha hecho esta enfermedad (que
le ha jugado una muy mala jugada a nuestro cuerpo y a nuestra mente) es
acelerar la crisis histórica que estamos atravesando como nación; se podría
decir, incluso, que en cierta manera la historia se está acelerando en todo el
mundo, y la nación colombiana no es la excepción a fenómeno teleológico: la
pandemia ha expuesto, de manera más evidente y escarnecida, las falencias de
que adolece nuestra sociedad tanto a nivel educativo, social, sanitario y
económico, pues muchos centros turísticos a lo largo y ancho del país se vieron
obligados a cerrar sus puertas y despedir a todos sus trabajadores, ocasionando
la desactivación económica del país en las semanas de la cuarentena.
Esta pandemia nos ha
dejado en claro una vez más las crisis y los problemas que, como nación,
debemos solucionar. En primera instancia, vemos que muchas instituciones
académicas oficiales y privadas del país se vieron obligadas a improvisar sus
métodos virtuales de enseñanza (y, aun así, se sigue infravalorando la
educación virtual) porque estaban encarando una situación que no se veía venir,
que nadie vio venir y que cayó como ladrón inesperado sobre el mundo. Lo mismo
podría aplicarse a la crisis sanitaria que ya vivíamos y que se agudizo con la
pandemia: a pesar de que, por fortuna y también por consciencia ciudadana, no
se han vivido y presentado situaciones extremas como en otros países, en muchos
lugares se carece de los insumos médicos necesarios desde personal médico,
instalaciones y equipos sanitarios que pudieran (o que puedan porque no hemos
superado aun esta coyuntura) hacer frente de la mejor manera y de manera
análoga sucede en el ámbito educativo: otro factor que confronta al gobierno
con los organismos dedicados a la enseñanza pública aparte de la conocida crisis en el sistema
educativo que empezaba a caldear los ánimos de uno y otro ente, los docentes de
las instituciones públicas y privadas se vieron abocados a la enorme tarea de
que tener que idear en pocas semanas un método eficaz para que no menguara la
calidad educativa de sus instituciones y, así, sus estudiantes no se vieran
forzados a perder sus cursos académicos.
Lo que debemos inferir,
necesariamente, es que el gobierno sucesor del actual mandatario de nosotros
los colombianos tiene tres tareas muy importantes, o al menos comenzarlas y que
haya una garantía de continuidad de las mismas en los gobiernos posteriores: debe
realizar y emprender una mejora en la calidad educativa y, para ello, el
próximo gobierno debe solucionar los problemas pendientes con los altos
organismos de educación que estaban apremiando antes de la coyuntura suscitada
a raíz de la pandemia. Es necesario que los ciudadanos, y más que todos los de
unos países como este en que todo solemos tomarlo de una manera muy personal,
sean en el educados en el dialogo y en el consenso. En el diálogo, para que
tengamos una mente lo suficientemente abierta como para aceptar y contemplar la
posibilidad de que el otro puede pensar distinto a nosotros de modo que exista
verdaderamente una cultura de paz en los tiempos de un presunto posconflicto; y
para el consenso, de modo que en nuestra sociedad haya cabida al pluralismo sin
el temor de que nuestros derechos fundamentales como ciudadanos y como seres
humanos sean vulnerados y alienados por terceros que estén en desacuerdo con
nosotros. Lo segundo, e igualmente relevante, es, más allá de las numerosas
reformas que se le han hecho, un verdadero compromiso, su realización y una
optimización del sistema sanitario desde la promoción de posibilidades de
estudio a las personas de estratos bajos de carreras dedicadas a la salud, es
decir, procurar la posibilidad de personal e implementos médicos de modo que se
pueda responder, cada vez mejor, a cualquier coyuntura sanitaria que se pueda
presentar en el futuro, esperando por supuesto que calamidades como esta no se
vuelvan a presentar para la posteridad.
Lo tercero, pero no menos importante, es que el gobierno sea tan previsivo que pueda diseñar un plan que, a futuro, se pueda ejecutar para salir más airosos de una situación como esta sin tener que recurrir a dañosas restricciones que afecten a largo plazo la economía de una sociedad subdesarrollada como esta. Para poder salir lo más pronto posible de una situación tan atípica como esta, es necesario que tengamos consciencia de lo activo que puede ser nuestro ser ciudadano o no concebir el ser ciudadano de una manera pasiva como estamos acostumbrados a imaginarlo, y esta es una oportunidad de oro para esto. ¿Debemos esperar que suceda otra cosa para configurarnos como un país que quiere salir adelante?
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