sábado, 1 de mayo de 2021

Muerte: el poco éxito del exitus.

 Muerte: el poco éxito del “exitus”[1]

El año 2020, sin saber si quiera que nos equivocaríamos grandísimamente, estaba destinado a ser un año más como cualquiera de los otros que nos han precedido en el decurso del siglo XXI y, por ende, un año más dentro del montón. Sin embargo, todo empezó a cambiar cuando, de repente, un virus de origen todavía incierto, apareció en la lejana de tierra de Wuhan, en china a finales del año 2019. En ese momento, no teníamos ni la menor idea de lo peligroso y lo letal que era ese virus, pero con el comienzo del 2020 este nuevo agente infeccioso empezó a ganar relevancia a medida que iba esparciéndose en diversas latitudes a lo largo del globo terráqueo, causando mortandad de personas de todas las edades; cientos y cientos de miles de personas se reportaban como muertas y hospitalizadas de gravedad por el contagio de esta nueva enfermedad en las unidades de cuidado intensivo en todas ciudades del mundo, paulatinamente los comercios, las agencias turísticas, muchas personas (todos aquellos que no pudieron adaptarse al teletrabajo) perdieron sus empleos, muchas pequeñas empresas y negocios nacientes cayeron en la ruina y la desesperación ante una situación económica gravemente desmejorada de improviso, las playas y todos los comercios no esenciales empezaron a cerrarse debido a la grave situación a la que nos ha abocado este fenómeno, que es conocido como una pandemia. Pandemia hace referencia a una epidemia a muy grande escala en que se ve amenazada con la muerte la vida de muchísimas personas de una amplia región del mundo (o, en este caso, de todo el mundo) y de las subsiguientes repercusiones que, en mayor o menor plazo, deja a nivel local, regional, sanitario, económico y social con consecuencias, en algunos casos, difíciles de superar. Actualmente, y luego de unas cuantas investigaciones pertinentes al respecto, China dice, con mucho descaro, que deberíamos buscar el origen del virus en los Estados Unidos, pero para nadie es un secreto que este virus pudo originarse en un laboratorio como un arma biológica salida de control por parte de sus presuntos creadores o que surgiera producto de  la mordida de un murciélago (en cuyo caso tendríamos que culpar a Batman) a otro animal y que pasara de ahí al paciente 0, que es el origen de la pandemia.    

Aparentemente, 2020 sería un año más como cualquier otro, pero de un momento a otro todo cambió y nos obligó a mirar la vida desde una perspectiva muy distinta de la que ya estábamos a mirarla y, sorpresivamente, tuvimos que encerrarnos todos en nuestras casas, llenándonos de ansiedad en el proceso. Si salimos o entramos a algún lado, entonces tenemos que lavarnos las manos y usar tapabocas para evitar cualquier riesgo de contagio de coronavirus, debemos dejar nuestro calzado en la puerta de nuestras casas, no podemos (o no debemos) tener un contacto físico cercano con las personas que solemos ver a diario y muchas de nuestras actividades son realizadas de una manera distinta de como solíamos realizarlas. Nos encontramos ya empezando nuestro mes de mayo de 2021, 17 meses del inicio de la pandemia, y aun no sabemos a ciencia cierta cómo se originó este enemigo invisible del coronavirus, pero cuyas consecuencias devastadoras las hemos podido constatar en diversos países de todo el mundo como Italia, y España y de ahí al resto de la Europa continental e insular (donde, como si no fuese suficientemente mala la situación, se originó una de las variantes del virus, que es más contagiosa, pero menos mortal según dicen los expertos) en los cuatro primeros meses del año. Luego, a finales del mes de febrero del año pasado, llegaba a Brasil y de ahí llegó a nuestro país y los casos empezaron a multiplicarse y a ser autóctonos desde el 6 de marzo del año pasado. Las ciudades que más se han visto afectadas por esta pandemia han sido Bogotá, Medellín (en cuyo departamento, Antioquia, ya no dan abasto los hornos crematorios por tantos muertos) y Cali, donde las unidades de cuidados intensivos se han visto desbordadas ante el creciente número de casos que requieren hospitalización. Aquí podemos darnos cuenta que depende de nosotros cambiar esta situación porque el coronavirus no es un monstruo Frankenstein  que no podamos vencer sino que está en nuestras manos terminar si ponemos de nuestra parte para superar la pandemia, pero necesitamos mucha conciencia ciudadana para que podamos salir airosos de una contingencia como esta, una contingencia que nadie vio venir y de la cual no vemos todavía el final. Sin embargo, todo lo que empieza tiene un final y algún día no lejano veremos la luz al final del túnel y todo volverá a ser como antes (o incluso mejor, si hemos aprendido y tenido en cuenta todas las lecciones que nos enseña esta pandemia hoy); y por supuesto que queremos que termine toda esta situación anómala lo antes posible, pero lo importante es que aprendamos y apliquemos a toda nuestra vida las lecciones que nos dejan estos tiempos adversos para ser más humanos y más solidarios los unos con los otros. Sólo entonces podremos decir que esta pandemia nos cambió para bien y que pudimos salir más humanos de todo esto. Esperemos que tantas muertes y contagios terminen cuanto antes y que todo pueda volver, de una vez por todas, a la normalidad.     


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