¿QUÉ ES EL HOMBRE?
Para
muchas culturas a lo largo y ancho del mundo, uno de los interrogantes más
recurrentes ha sido, desde siempre, sobre el lugar y el papel del hombre en el
mundo, sobre su misma esencia y también de sus límites en cuanto que es un ser
consciente de su propia mortalidad. Hablar del hombre (es decir, del ser
humano) es uno de los temas que tienen en común todas las culturas humanas:
todas tienen, cada una a su manera, una antropología que los identifica y
distingue de las demás culturas y que la hace particular y única. Los griegos,
encabezados por Platón e influenciados por los tracios, decían que el hombre
era, esencialmente, un “alma encerrada dentro de un cuerpo mortal, sometido a
pasiones y deseos que van en contra del alma” dándole, así, un sentido
trascendental a la existencia humana. Sin embargo, el concepto filosófico del
hombre no termina ahí. San Agustín, siguiendo las líneas platónicas, también
dirá que el hombre es, esencialmente, alma.
Aristóteles, en cambio decía que el hombre es un animal político, que crece y convive junto con los demás hombres,
los cuales son semejantes. Este pensador también creía que el hombre es un ser ético, pues aducía en
los primeros renglones de la ética a
Nicómaco “que toda acción y libre elección parecen tender a algún bien; por
esto se ha manifestado, con razón, que el bien es aquello hacia lo que todas
las cosas tienden (EN 1,1). Por otra parte, Aristóteles difería con su
predecesor y maestro filosófico en su opinión sobre el hombre: el hombre es un
compuesto de alma y cuerpo, y este será el concepto definitivo del hombre que
ha llegado hasta nuestros días. Sería oportuno, por demás, mencionar que filósofos
modernos como Descartes también hablaron del hombre como cuerpo y alma.
No
obstante, aquí está latente un interrogante ¿a qué se refiere la filosofía
cuando habla del hombre como un ser que ocupa un espacio en el mundo? ¿Se
refiere, exclusivamente, a los individuos del sexo masculino? Afirmar tal cosa
seria un mero reduccionismo filosófico, pues la antropología (y también la
filosofía) alude al ser humano en general, es decir, al hombre y a la mujer. Ahora
bien, aparece otra incógnita no menos importante en este asunto ¿Cuál es
concepto del hombre (ser humano) en oriente? ¿Qué papel desempeña el ser humano
en estas culturas?
¿CUÁL
ES EL CONCEPTO DEL HOMBRE EN LA FILOSOFÍA NO OCCIDENTAL?
En
este apartado merecen especial mención la cultura egipcia, la cultura árabe y
la cultura hindú.
CULTURA EGIPCIA
La población egipcia es muy mezclada. Al parecer,
llegaron unos grupos camitas a través de Libia, semitas procedentes de Asia y
nubios procedentes de Nubia y Sudán. Con el
tiempo se creó un tipo bastante homogéneo que constituyó al pueblo egipcio. El
egipcio tenía cráneo redondeado o ligeramente alargado, rostro un tanto oval,
ojos negros y brillantes y cabello negro; era más bien alto, esbelto y
musculoso. Las mujeres eran esbeltas, se preocupaban mucho por su apariencia y
sabían utilizar todo tipo de perfumes, cosméticos y ungüentos. Un aspecto de la
cultura y la religión del antiguo Egipto era la firme creencia en la vida de
ultratumba. La muerte no era más que la transición a un nuevo modo de vivir. Se
creía que la personalidad estaba formada por cuatro elementos, dos
materiales-el cuerpo y la sombra- y dos espirituales -el ka y el ba.
CULTURA ÁRABE
El
concepto del hombre en la cultura árabe está íntimamente influenciado por la
filosofía aristotélica, gracias a que en medio oriente se tradujeron al árabe
todas las obras de este filósofos para su posterior transmisión al occidente,
lo cual se logró porque santo Tomás de Aquino estudió y cristianizó la
filosofía del estagirita. ¿Qué pensaba Aristóteles del ser humano? Que era un
compuesto formado por cuerpo y alma. El hombre, para él, también era un ser
ético y un animal político, idea siempre contrapuesta al pensamiento platónico.
CULTURA HINDÚ
La variedad y riqueza de la experiencia humana, capaz de experimentar los dolores más abyectos y las afinidades más sublimes, sitúa al hombre en una posición privilegiada en todo este entramado. Dentro de esas capacidades para la acción, la tradición budista establece una jerarquía de los seres en función de su sensibilidad, que sirve de teodolito para clasificar las complejidades de lo vivo. Larvas que sólo gustan, gusanos que únicamente palpan, peces que oyen pero no huelen, espíritus que sólo ven lo invisible, seres capaces de reflexionar el universo… Cuanto mayor es el número de sentidos disponibles, más capaces son los seres de conocer la naturaleza del mundo. Cuando, en el hombre, esta sensibilidad se refina, entonces se hace posible el tránsito a ámbitos más allá de la forma. Paradójicamente, la sublimación de la sensibilidad es el puente para la superación de lo sensible.
Como
se puede ver en este escrito, el concepto del hombre tiene muchas semejanzas ya
sea entre países de una misma región o entre las diversas regiones de todo el
planeta. La cuestión que todas las culturas del mundo tienen en común es que el
ser humano es, a diferencia de los otros seres, un ente trascendente y con un
alma inmortal y espiritual. Preguntarle a la humanidad sobre el hombre es
encontrar diversas opiniones que confluyen en los diversos puntos que se han
mencionado arriba. El ser humano, a lo largo de su devenir histórico, siempre
se ocupado en tener una autoconsciencia de sí mismo y del lugar que tiene en el
cosmos. En ese sentido, los descubrimientos que se van haciendo con el paso del
tiempo hacen que el hombre vaya descubriendo su lugar a medida que avanza en
estudio del cosmos: el hombre ya no se cree un ser especial pues ha descubierto
que los procesos de la vida que se han dado el planeta también se pueden dar y,
de hecho, se dan en regiones descubiertas (cercanas o lejanas) del cosmos que
apenas están descubriendo. Si relacionáramos al ser humano y el cosmos, surge
una pregunta: ¿Por qué debería importarme la astronomía? ¿Cuál es la relación
entre el hombre y la astronomía? Los astrónomos dicen que el hombre, al
estudiar el universo, puede descubrir que pertenece a algo más grande que él;
la astronomía nos dice que el hombre pertenece al universo y que no se puede
desvincular del mismo, y eso nos lanza o, mejor dicho, coloca frente a nosotros
interrogantes como: ¿de donde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es el sentido
de nuestra existencia como especie y como individuos? Para poder responder
estas preguntas, basta con mirar un poco la realidad de nuestro tiempo: por una
parte, buscamos y tratamos de fomentar la paz pero, al mismo tiempo, nos
encontramos con rumores y actitudes que ponen en peligro la paz y los buenos
intentos para que el ser humano sea cada vez mejor persona y no sea un lobo
para el propio hombre.
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