lunes, 21 de mayo de 2018

El concepto del hombre en el pensamiento oriental

¿QUÉ ES EL HOMBRE?

Para muchas culturas a lo largo y ancho del mundo, uno de los interrogantes más recurrentes ha sido, desde siempre, sobre el lugar y el papel del hombre en el mundo, sobre su misma esencia y también de sus límites en cuanto que es un ser consciente de su propia mortalidad. Hablar del hombre (es decir, del ser humano) es uno de los temas que tienen en común todas las culturas humanas: todas tienen, cada una a su manera, una antropología que los identifica y distingue de las demás culturas y que la hace particular y única. Los griegos, encabezados por Platón e influenciados por los tracios, decían que el hombre era, esencialmente, un “alma encerrada dentro de un cuerpo mortal, sometido a pasiones y deseos que van en contra del alma” dándole, así, un sentido trascendental a la existencia humana. Sin embargo, el concepto filosófico del hombre no termina ahí. San Agustín, siguiendo las líneas platónicas, también dirá que el hombre es, esencialmente, alma.   Aristóteles, en cambio decía que el hombre es un animal político, que crece y convive junto con los demás hombres, los cuales son semejantes. Este pensador también creía que el hombre es un ser ético, pues aducía en los primeros renglones de la ética a Nicómaco “que toda acción y libre elección parecen tender a algún bien; por esto se ha manifestado, con razón, que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden (EN 1,1). Por otra parte, Aristóteles difería con su predecesor y maestro filosófico en su opinión sobre el hombre: el hombre es un compuesto de alma y cuerpo, y este será el concepto definitivo del hombre que ha llegado hasta nuestros días. Sería oportuno, por demás, mencionar que filósofos modernos como Descartes también hablaron del hombre como cuerpo y alma.
No obstante, aquí está latente un interrogante ¿a qué se refiere la filosofía cuando habla del hombre como un ser que ocupa un espacio en el mundo? ¿Se refiere, exclusivamente, a los individuos del sexo masculino? Afirmar tal cosa seria un mero reduccionismo filosófico, pues la antropología (y también la filosofía) alude al ser humano en general, es decir, al hombre y a la mujer. Ahora bien, aparece otra incógnita no menos importante en este asunto ¿Cuál es concepto del hombre (ser humano) en oriente? ¿Qué papel desempeña el ser humano en estas culturas?

¿CUÁL ES EL CONCEPTO DEL HOMBRE EN LA FILOSOFÍA NO OCCIDENTAL?
En este apartado merecen especial mención la cultura egipcia, la cultura árabe y la cultura hindú.


CULTURA EGIPCIA

La población egipcia es muy mezclada. Al parecer, llegaron unos grupos camitas a través de Libia, semitas procedentes de Asia y nubios procedentes de Nubia y Sudán. Con el tiempo se creó un tipo bastante homogéneo que constituyó al pueblo egipcio. El egipcio tenía cráneo redondeado o ligeramente alargado, rostro un tanto oval, ojos negros y brillantes y cabello negro; era más bien alto, esbelto y musculoso. Las mujeres eran esbeltas, se preocupaban mucho por su apariencia y sabían utilizar todo tipo de perfumes, cosméticos y ungüentos. Un aspecto de la cultura y la religión del antiguo Egipto era la firme creencia en la vida de ultratumba. La muerte no era más que la transición a un nuevo modo de vivir. Se creía que la personalidad estaba formada por cuatro elementos, dos materiales-el cuerpo y la sombra- y dos espirituales -el ka y el ba.


CULTURA ÁRABE

El concepto del hombre en la cultura árabe está íntimamente influenciado por la filosofía aristotélica, gracias a que en medio oriente se tradujeron al árabe todas las obras de este filósofos para su posterior transmisión al occidente, lo cual se logró porque santo Tomás de Aquino estudió y cristianizó la filosofía del estagirita. ¿Qué pensaba Aristóteles del ser humano? Que era un compuesto formado por cuerpo y alma. El hombre, para él, también era un ser ético y un animal político, idea siempre contrapuesta al pensamiento platónico.     


CULTURA HINDÚ

La variedad y riqueza de la experiencia humana, capaz de experimentar los dolores más abyectos y las afinidades más sublimes, sitúa al hombre en una posición privilegiada en todo este entramado. Dentro de esas capacidades para la acción, la tradición budista establece una jerarquía de los seres en función de su sensibilidad, que sirve de teodolito para clasificar las complejidades de lo vivo. Larvas que sólo gustan, gusanos que únicamente palpan, peces que oyen pero no huelen, espíritus que sólo ven lo invisible, seres capaces de reflexionar el universo…  Cuanto mayor es el número de sentidos disponibles, más capaces son los seres de conocer la naturaleza del mundo. Cuando, en el hombre, esta sensibilidad se refina, entonces se hace posible el tránsito a ámbitos más allá de la forma. Paradójicamente, la sublimación de la sensibilidad es el puente para la superación de lo sensible.


Como se puede ver en este escrito, el concepto del hombre tiene muchas semejanzas ya sea entre países de una misma región o entre las diversas regiones de todo el planeta. La cuestión que todas las culturas del mundo tienen en común es que el ser humano es, a diferencia de los otros seres, un ente trascendente y con un alma inmortal y espiritual. Preguntarle a la humanidad sobre el hombre es encontrar diversas opiniones que confluyen en los diversos puntos que se han mencionado arriba. El ser humano, a lo largo de su devenir histórico, siempre se ocupado en tener una autoconsciencia de sí mismo y del lugar que tiene en el cosmos. En ese sentido, los descubrimientos que se van haciendo con el paso del tiempo hacen que el hombre vaya descubriendo su lugar a medida que avanza en estudio del cosmos: el hombre ya no se cree un ser especial pues ha descubierto que los procesos de la vida que se han dado el planeta también se pueden dar y, de hecho, se dan en regiones descubiertas (cercanas o lejanas) del cosmos que apenas están descubriendo. Si relacionáramos al ser humano y el cosmos, surge una pregunta: ¿Por qué debería importarme la astronomía? ¿Cuál es la relación entre el hombre y la astronomía? Los astrónomos dicen que el hombre, al estudiar el universo, puede descubrir que pertenece a algo más grande que él; la astronomía nos dice que el hombre pertenece al universo y que no se puede desvincular del mismo, y eso nos lanza o, mejor dicho, coloca frente a nosotros interrogantes como: ¿de donde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es el sentido de nuestra existencia como especie y como individuos? Para poder responder estas preguntas, basta con mirar un poco la realidad de nuestro tiempo: por una parte, buscamos y tratamos de fomentar la paz pero, al mismo tiempo, nos encontramos con rumores y actitudes que ponen en peligro la paz y los buenos intentos para que el ser humano sea cada vez mejor persona y no sea un lobo para el propio hombre.      

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