jueves, 24 de mayo de 2018

La hermenéutica y el constructivismo


LA HERMENÉUTICA Y EL CONSTRUCTIVISMO

La cuestión que nos ocupa en este apartado es la siguiente: ¿Qué relación existe entre la hermenéutica y el constructivismo? Y, de aquí, surge otra pregunta: ¿Cuál es el elemento vinculante entre algo teórico y algo práctico? En ese sentido, y para responder estos interrogantes hay que traer a colación otra pregunta: ¿Qué es la hermenéutica?
En la mitología griega existía un personaje llamado Hermes, que era el mensajero de los dioses olímpicos. Este ser se encargaba de transmitir los mensajes y la voluntad de los dioses a los hombres y a otros seres con alguna relevancia en las narraciones míticas (Circe, Calipso, entre otras). Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en el paisaje de la odisea en el que los dioses decretan el regreso de Odiseo a su patria, Ítaca, después de la guerra de Troya y se lo hacen saber a Calipso, que lo retuvo, a pesar de la voluntad del mismo, en su isla durante siete años (Odisea, canto I, 10- 100; VII, 240-300) también existe una figura de similar papel en la Ilíada, llamada Iris. En las obras homéricas como la Ilíada y la odisea hay, al parecer, una confusión entre una y otra entidad por la función que, en ambos casos, desempeñan estas entidades divinas. En todo caso, este mensajero (Hermes, o Mercurio y, en menor atribución, Iris) tenía en sus pies algo como alas, las cuales le permitían cumplir su encargo con toda prontitud.  
Volviendo al quid de este tema, es pertinente que nos remitamos a la etimología de esta palabra; dos palabras son las que componente este vocablo. Hermes y Techné las cuales se traducen, en su acepción primigenia, como el arte de Hermes, la técnica del que interpreta, intermedia, comunica, el que da a conocer.
El acto de interpretar y de buscar sentido y comprensión a la experiencia está presente, implícita y explícitamente, desde los registros históricos más remotos de la humanidad, particularmente en las culturas antiguas donde se observan las primeras manifestaciones de administración social del sentido, ya sea de los mitos, los oráculos o los textos sagrados (Mayos Solsona, 1991).  Sin embargo, en una línea más sistemática y consistente como disciplina intelectiva, según Ricoeur (2008), al referirse al origen de la hermenéutica, ya en Aristóteles el término Hermeneias (Ερμνειας), empleado en su Órganon  atañe no solo a algunas modalidades particulares de contenidos (e.g. miticos, esotéricos), sino a todo discurso significante, e incluso más, ya que en sí mismo:

El discurso significante es hermeneia, es decir, ‘interpreta’ la realidad, en la medida en que dice ‘algo de algo’; hay una hermeneia porque la enunciación es una captura de lo real por medio de expresiones significantes, y no un extracto de supuestas impresiones provenientes de las cosas mismas (Ricoeur, 2008, p. 10).

Al principio de su existencia, la hermenéutica era auxiliar, sobre todo, a la hora de la interpretación de los textos sagrados como solía mencionarlo san Agustín en su libro Las confesiones y también en su tratado De doctrina cristiana con respecto de la interpretación netamente escriturística. No obstante, ya sabemos que la hermenéutica tiene diversos campos de estudio. La hermenéutica bíblica o, como se conoce en el ambiente judeo-cristiano, exegesis hermenéutica sacra. La hermenéutica aplicada al derecho se conoce como hermenéutica juris y la hermenéutica, con respecto a la filología, es conocida como hermenéutica profana.

En Gadamer y Ricoeur, esta ciencia comienza a ser entendida como la teoría (o práctica teórica) que se encarga de interrogantes tales como: ¿Cómo es posible explicar y entender textos históricos? ¿Qué debemos hacer para comprender lo que el otro dice? ¿Cómo será posible comprender el mundo de ese otro si nunca hemos estado ahí? ¿Qué debemos hacer para no interrumpir al otro? ¿Qué debemos hacer para evitar que en ese dialogo estemos escuchando siempre el eco de nuestra propia voz?   

Gadamer, por su parte, incorpora la connotación positiva en la distancia histórica entre el texto y el lector actual, pues para este el significado profundo de un texto va más allá de lo momentáneo y contingente, ya que un texto no dependería solamente del momento del autor histórico y su auditorio, sino que también la situación del lector actual seria constitutiva del mensaje, ya que comprender no sería nunca re-producir, pues siempre implicaría un proceso productivo (o constructivo), pues a través de la distancia histórica el sentido verdadero de un texto podría llegar a surgir, de tal modo que comprender un texto seria descubrir la pregunta que el texto quiere responder, la cuestión que el texto problematiza directa o indirectamente (Cf. Gadamer, 1993).
Ricoeur añade a la actitud existencial de Gadamer ante el texto, el uso de los resultados de la lingüística y la semiótica, logrando desarrollar un modelo hermenéutico muy interesante e integrador, que parte de la misma premisa de apropiación que Gadamer, planteando que el texto escapa al horizonte finito vivido por su propio autor, de tal modo que lo que el texto significa para el lector actual importa más que aquello que el autor quería decir consciente y deliberadamente cuando lo escribió. Es por ello que para Ricoeur el análisis del texto debe pasar por una actividad que el describe como “un arco hermenéutico” que va desde la comprensión ingenua inicial (existencial), pasando por la “explicación” (exegesis), para
Llegar al saber comprensivo (re-lectura) (Cf. Ricoeur, 2002).

Habiendo dado todos estos presupuestos, es necesario detenernos un poco y tomar la otra relevante cuestión que nos ocupa en este momento. ¿Qué es el constructivismo? En palabras sencillas, consiste en la aplicación práctica de los asuntos teóricos contando con los medios necesarios para llevarlos a cabo. La otra pregunta es, y ya la resolveremos inmediatamente,  ¿Qué relación existe entre algo teórico como la hermenéutica y algo practico como el constructivismo? Pues bien. El constructivismo, al menos en este caso, se podría encargar de poner en práctica (o, mejor, aplicar) los interrogantes planteados en renglones más arriba para dar una respuesta, más o menos atinada, a la búsqueda de la intencionalidad que tienen los autores a los que recurramos en el momento de redactar sus obras. Otra pregunta sería: ¿es viable la relación entre la hermenéutica- constructivismo y la hermenéutica existencial, propuesta por muchos filósofos contemporáneos? Sabiendo que la filosofía es un conocimiento que debe ser llevado a la práctica, la respuesta seria un sí pero, en ese caso, nos encontraríamos ante el siguiente dilema: si la hermenéutica fuese llevada a otro ámbito, como el de la existencia, estaríamos de parte de este presupuesto posmoderno. ¡Tal cosa seria cierta si excluyéramos la finalidad primigenia de la ciencia de la interpretación, que se da en ámbito textual! entonces, ¿Qué es lo que propone el constructivismo a la hermenéutica? A mi parecer, el constructivismo no pretende hacer de la hermenéutica algo propia de la posmodernidad sino que busca que esta ciencia tenga una perspectiva más práctica y eso se ve, implícitamente, en ciencias como la astronomía para conocer su historia y explícitamente, en la exégesis bíblica donde se tiene que interpretar el texto para una vivencia correcta del mensaje recibido; en la hermenéutica juris, para una correcta interpretación de las leyes; en hermenéutica profana para tener unos adecuados presupuestos filológicos.
De acuerdo a lo anterior, parece que las relaciones entre hermenéutica y constructivismo parecen haber empezado apenas y que hay mucha tela por cortar en todo este asunto que, por demás, no deja de ser interesante para muchos de nosotros y habrá que ver  cuánto se avanza en ese sentido.

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