sábado, 10 de diciembre de 2016

Manuel Castells, Internet y la sociedad Red (2001)

Internet y la Sociedad Red  

Manuel Castells 


Toda sociedad, época y periodo histórico tiene sus propias características. La contemporaneidad no es la excepción a esta regla. La tecnología ha sido la propiedad característica de la cultura de hoy en día. A pesar de que internet, constituida como tal hace solo 22 años, ha cobrado una gran importancia en muchos terrenos de nuestra vida. Hay que juzgar la causa por el efecto: internet es el resultado de la evolución en las comunicaciones, que ha acortado y disminuido las fronteras y las distancias solo a unos cuantos minutos o segundos de diferencia. Usamos del internet para comunicarnos con nuestros seres queridos que se encuentran lejos, es una herramienta muy versátil para nuestro entretenimiento y ya se ha hecho parte de nuestra educación. Las últimas generaciones nos encontramos abocados al mundo de la tecnología: niños y grandes se adiestran para manejar los aparatos electrónicos que aparecen con el paso de los días. Eso, en sí mismo, no está mal. Lo que está mal es no saber dar un correcto uso de esos medios de que disponemos a diferencia de las personas que vivieron hace cien años en nuestro planeta. Se dice que la principal finalidad de la tecnología fue propiciarnos espacios de ocio, pero justamente ahora es cuando nos sentimos sobreocupados por tantas cosas que, al pasar el tiempo, surgen. Desde la escuela nos enseñaron a usar un computador, pues este se ha ganado ya en nuestro ámbito de conocimiento un espacio importante: la información que buscábamos en libros ahora la encontramos a un clic y a unos cuantos segundos de distancia. Eso no está mal. Lo que si lo está es el hecho de que no distinguimos las ocasiones en que la tecnología  ha ocupado parte de nuestras vidas que debe estar fuera de su alcance.  
Lo que en principio serviría para otros fines, término sirviendo para crearse el correo electrónico, y así mismo con otras aplicaciones al momento de innovar con la tecnología. De modo similar ocurrió con muchas otras cosas que, inicialmente servían para una cosa y fueron destinadas para otra, como lo es el teléfono. En ese sentido, el mundo hay dos clases de personas: los nativos digitales y lo inmigrantes digitales. Los primeros son aquellos que, desde tempranas etapas de su vida, han tenido contacto con el mundo digital y tecnológico. Los segundos son aquellos que, habiendo crecido en la época en que la tecnología se desarrollaba, empiezan a tener acceso a las TIC. Las personas van adquiriendo esa cultura digital y tecnológica que caracteriza al mundo moderno, al mundo de hoy. Es impresionante ver que, en países donde no se alcanzan a satisfacer las necesidades básicas de la población humana, se quiera poner el servicio de internet como una necesidad de primera mano. Sin embargo, es entendible en un mundo en que nos hemos convertido, en menor o mayor grado, en tecnodependientes. Pienso que la necesidad de internet en lugares como ese puede esperar, pues hay situaciones y cuestiones más urgentes que necesitan y tienen más relevancia que eso, aunque también es loable la intención de quienes procuran un mundo donde haya menos aislamiento y más interacción entre todos los seres humanos. Se puede decir, por lo tanto, que la tecnología es la principal herramienta del fenómeno que conocemos como globalización que sigue avanzando como la información, que da la vuelta al globo en cuestión de segundos.   Aquí surge una pregunta ¿puede ayudar la tecnología a construir historia? Hasta el momento hemos visto su gran potencial para hacerlo.  De hecho, el largo transcurso de la historia paulatinamente se ha encaminado a mejorar la calidad de vida de las personas y, en cierto modo, la tecnología lo ha conseguido junto al precio que estamos pagando por no saber utilizarla; es algo reciente, pero cuyo deber de saberla utilizar es perentorio. El problema no está en las cosas que rodean al hombre, sino en que este no ha sabido utilizar los medios que posee para su estabilidad en este planeta. Creo que no hace falta que ocurran grandes daños para que el hombre se concientice de esto. Anochecerá y veremos. 

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