UNA MIRADA ÉTICA Y CIUDADANA CON RESPECTO A LA REALIDAD DEL PROYECTO DE VIDA
Todos
sabemos que, en el hombre, en el ser humano, existen dos dimensiones: una
individual y una social, comunitaria. Estas dos dimensiones, a pesar de ser muy
distintas entre sí, están intrínsecamente relacionadas y concatenadas, pues una
afecta necesariamente a la otra: no puedo estar mal en mi dimensión individual
(o profesional) sin que esto afecte a mi dimensión social y/o comunitaria. Si
no soy una persona útil nivel profesional, mi dimensión social estará
inhabilitada porque carezco de las herramientas necesarias para desenvolverme
de manera adecuada en el ejercicio de mis relaciones sociales. En ese sentido,
hay muchas personas que por estar excesivamente pendientes de una de estas
dimensiones, descuida y menoscaba la otra. Un ejemplo de esto lo podemos ver
cuando una persona prefiere estar encerrada todo el tiempo en su casa para leer
(lo cual está muy bien, por supuesto) que salir un momento a relacionarse con
sus semejantes para desarrollar y mejorar sus capacidades interpersonales, pero
en la práctica sabemos que, cuando nos estamos educando en una universidad, es
necesario irnos relacionando para que, cuando llegue nuestro momento de
terminar la carrera, podamos encontrar, por medio de nuestras relaciones
interpersonales, una salida o un empleo muy rápidamente según lo que cada uno
de nosotros ha estudiado en la universidad. Es cierto que el conocimiento y la
preparación académicos son muy importantes en el momento de presentarse como
alguien competente en el momento de ejercer nuestra labor como profesionales
que estamos llamados a transformar, pero no es menos relevante, por eso, el
hecho de interactuar con nuestros semejantes. Esto quiere decir que no debemos
dejar de hacer o descuidar una cosa mientras realizamos la otra.
A
pesar de la importancia de saber equilibrar ambas dimensiones, hemos de
recordar que el ser humano tiene, antes de una dimensión comunitaria, una
dimensión individual y es la influencia de su labor profesional, la realización
de su proyecto de vida, en medio de la sociedad a la que pertenece y a la que está
llamado a edificar por medio de su labor profesional diaria. En ese sentido, es
pertinente que nos hagamos una pregunta antes de seguir con esta breve
consideración: ¿Qué es una profesión? Una profesión es una actividad humana
social mediante la cual se presta un servicio específico a la comunidad, y se
presta de forma institucionalizada de modo que los profesionales (las personas
que ejercen una profesión determinada) reclaman el derecho de prestarlo a la
sociedad en exclusiva, considerando como “intruso” a cualquiera que desee
ejercerlo desde fuera de la profesión. La profesión es contemplada en parte
como una vocación, y por eso se
espera del profesional que se entregue a ella e invierta parte de su tiempo de
ocio preparándose para cumplir bien la tarea que le está encomendada. Los
profesionales ejercen la profesión de manera estable y obtienen a través de ella
su medio de vida. Los profesionales forman con sus colegas un colectivo, un
colegio profesional, que obtiene, o trata de obtener, el control monopolístico
sobre el ejercicio de una profesión.
Esto de que
los profesionales componen un colegio o
un colectivo me hace recordar lo que mencione arriba: el ser humano tiene
una dimensión individual y otra comunitaria que están íntimamente relacionadas porque
a pesar de que el ejercicio de cada profesional es individual, siempre es
bueno, y por demás necesario, que haya asociaciones de individuos que compartan
un mismo quehacer profesional. Esto está relacionado con el espíritu
esencialmente social del hombre porque es en comunidad donde el hombre alcanza
su plena realización como persona y como individuo. Todos necesitamos de los demás
para realizarnos como personas, y es por esto que las personas carentes de
habilidades sociales tienen muchos problemas al momento de intentar ejercer su profesión
de manera adecuada.
También es muy llamativo que los profesionales, por
medio del ejercicio de su profesión, obtengan a través de ella su modo de vida.
Esto me hace pensar un poco en el mandato divino dado al hombre desde los
primeros momentos de su existencia sobre la faz de la tierra: crezcan,
multiplíquense, llenad la tierra y sometedla. Someter la tierra aquí significa
que el hombre está llamado a servirse de la creación a través de su trabajo de
una manera responsable y moderada de modo que, por servirse de ella, no haga
daño a la creación que está llamado a cuidar y custodiar. Si las creaturas, que
son seres irracionales, son capaces de cumplir con este rol de manera prolija y
eficaz, el hombre, que es una criatura racional, también puede hacerlo.
Volviendo al
tema principal de esta breve reflexión, hemos de decir que la labor profesional
es una de las mejores maneras, si no la mejor, en que el hombre colabora y
construye la sociedad que lo rodea. Solo en el ejercicio de la misma es más
ciudadano y es más capaz de contribuir a la sociedad que lo rodea y en la que
ha nacido. Es una manera muy prolija de actuar en consecuencia con el espíritu
gregario con el que fue creado y puesto sobre la tierra, y es así como el
hombre se hace más hombre y la sociedad más sociedad.
Por todo lo anterior, resulta muy preocupante que
venga en auge aquel fenómeno de jóvenes y generaciones nuevas que no estudien y
que tampoco trabajen porque esto solo denota que es una generación que no ha
encontrado su lugar propio en el mundo, que son personas que solo viven de
acuerdo a las circunstancias, que solo viven reaccionando a ellas, que no
tienen una dirección en concreto para sus vidas. Esto es alarmante porque da a
entender que hay personas que no se preguntan ni indagan sobre el sentido de
sus vidas, de sus existencias y por eso es que no tienen esa voluntad de
colaborar en la edificación de la sociedad y en la construcción de un mundo
mejor. Precisamente el ser humano ha encontrado a su vida un sentido en
concreto por medio del ejercicio de su ser competente (entendido como alguien
capaz de brindar algo de manera eficaz,
naturalmente) y esto lo hace de manera eminente, como lo he dicho ya, en el
desarrollo de su profesión en el ámbito que sea: desde aquellas profesiones que
parecen sencillas, humildes, y hasta anónimas y de aquellas profesiones que son
vistosas y que, al parecer tienen más relevancia que las primeras. Lo cierto es
que el ser humano puede contribuir a la sociedad desde cualquier lugar siempre
y cuando sea un agente activo en la construcción de la sociedad, que está en
una incesante cimentación hasta que el mismo hombre sea capaz de estar sobre la
faz de la tierra realizándose por medio de ella.
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