jueves, 22 de septiembre de 2016

La filosofía medieval y el hombre de hoy. César Ibarra

¿Qué le dice la filosofía medieval al hombre de hoy? 


En nuestros medios de comunicación se suceden campañas de protección y de promoción del medio ambiente, como una reacción a la conciencia del desequilibrio ecológico en el que nos encontramos. Sin embargo, los resultados positivos están lejos de verse cuando los gobiernos no se preocupan por estimular en sus ciudadanos una conciencia ecológica sobre el mundo que nos rodea: el ser humano ataca al ser humano  y a su ambiente desde todo punto de vista. Podemos verlo en la medida en que se intentan yuxtaponer globalización y cultura, pero al mismo tiempo se ve cómo una religión ataca a otra basándose en una idea fundamentalista que, por supuesto, contradice los principios de cualquier concepto religioso legítimo. Se ha dado importancia a aspectos ajenos a la esencia del ser humano, tales como la casa, común, nuestra constitución humana esencial (cuerpo y alma) y la dignidad que, debido a estas, se derivan.  En ese sentido, parecen haberse olvidado la consciencia de otredad y unidad psíquica, conceptos antropológicos claves que nos ayudan a reconocer la riqueza en la diversidad de culturas, razas, ideologías, religiones y aquellas características particulares de cada ser humano que, lejos de contraponernos, ayudarían a la aceptación mutua.
Uno de los hitos que marcó el siglo XX fue la segunda guerra mundial porque sugirió la idea de una homogeneidad necesaria que se vio presuntamente amenazada por la existencia de culturas distintas a la opresora. Se vio como enemigos de todo el mundo a los judíos, principalmente porque, en opinión de algún filósofo, estos eran una amenaza para la cultura germánica y para la raza aria en particular. Incluso se puede afirmar que, todo lo que para este filósofo constituía una alienación debía ser eliminado y desechado como adulteración y distorsión de su cultura. Se llegó a extremos tales que empezaron los alemanes, liderados y engañados  por Hitler, a atacar a los judíos, primeramente, y luego a todos los que se oponían a aquella ideología tan dañina que cobró la vida a millones de personas inocentes en campos de reclusión, tratados ignominiosamente como si estos fueran culpables de la cruda situación que Alemania atravesó en los años posteriores a la primera guerra mundial y anteriores al conflicto que se trae a colación en estas líneas. Por otra parte, cabe preguntarse si la lección antropológica que nos da la Edad Media la asimilamos ahora cuando los gobiernos procuran resaltar la igualdad de todos ante la ley, o cuando nos reunimos cada cuatro años para la competición de Juegos Olímpicos que se da cada año bisiesto en este mes de agosto que termina. Es evidente que el ser humano hace esfuerzos cada vez más reiterados para reconocer su diversidad intrínseca y la igualdad de cada uno, pero habrá que hacer más esfuerzos para alcanzar la integración tan querida por las declaraciones de derechos humanos sucesivas que se han dado a lo largo de las últimas cuatro centurias de nuestra era; basta con mirar los intereses particulares (y algunas veces mezquinos) de algunos países desarrollados que, a la postre, han sido la causa de  algunos conflictos bélicos como la guerra en Siria, por poner sólo un ejemplo. Si algunos consideran a la Edad Media como una época oscura e inútil, quizá, es porque no
reconocen el valor evolutivo que, un periodo como éste, ha aportado a la cultura occidental, como también lo han hecho a su vez la Edad Antigua, Moderna y Contemporánea. Algunos, con escasa información, miran este periodo histórico como una época dominada por la Iglesia Católica en cuanto a la institución de la Inquisición como si fuera el  único organismo institucional que existió y se desarrolló en este extenso periodo histórico. Nada más alejado de la realidad. Si caemos en vivencias cíclicas de nuestra historia es porque realmente no la conocemos y hacemos juicios anacrónicos de nuestra realidad contemporánea.
Es cierto que la Iglesia, como institución humana, ha tenido alguna ponderación en el desarrollo del curso histórico, pero también algunos países han influido e influyen en la historia humana; pensar distinto sería caer en el reduccionismo y en la parcialidad de algunas posturas en particular, lo cual no sería ni justo ni objetivo en la apreciación de la historia como objeto de estudio.  

En ese sentido, podemos decir que la cultura europea, surgida en la filosofía antigua. De modo que la Iglesia Católica, en el medioevo, cristianizó por medio de san Agustín y santo Tomás de Aquino la filosofía griega, que juega un papel esencial en la cultura del viejo continente. Por esto se dice en algunas fuentes informáticas que Europa ha perdido su identidad (según lo afirman) netamente cristiana.  He aquí la importancia de la Edad Media para el hombre de hoy: esta época histórica conservó y reflexionó sobre el legado de la antigüedad que nos transmitieron los griegos, sin mencionar que algunas de las estructuras (sobre todo a nivel político) aún perviven entre nosotros.

El que ha estudiado la historia se puede dar cuenta que cada edad vivida hasta entonces ha tenido sus luces y sombras, sus estancamientos, pero también sus avances, y que cada acontecimiento de una época particular, determinada, debe ser visto, no aisladamente sino conjuntamente en la evolución del ser humano de todos los tiempos. Uno de esos factores a favor lo podemos encontrar en la filosofía en particular  y en la época medieval en general con todos los pormenores que han determinado y, de cierto modo, configurado la cultura occidental de nuestros días. Nadie es igual ante la ley si se procura eliminar las libertades de un grupo para favorecer las de otro como ha venido pasando en alguno que otro gobierno hoy en día. Hemos de recordar que todo esto tiene un soporte ideológico en el que, a pesar de la opinión de algunos oscurantistas, ha influido mucho la mentalidad medieval en el pensamiento contemporáneo. A algunas personas les he escuchado decir que Maquiavelo y Nietzsche influyeron en la mentalidad totalitaria de Hitler, que acabó marcando el siglo XX de una manera tan nefasta que el ser humano se ha dado cuenta de su capacidad contra sí mismo, del enemigo evidente en que se ha convertido para sí mismo. La historia no puede fragmentarse, y mucho menos la historia de la filosofía sino que hay que mirarlo todo en su conjunto para comprender la índole evolutiva de la especie humana en su concepción de la realidad porque de lo contrario, caeríamos en el síndrome del eslabón perdido, es decir, no entenderíamos la historia de la manera correcta.  El ser humano se pregunta para dónde va, pero sólo podrá responder esta pregunta  cuando descubra la importancia de los pasos que ha dado antes y que lo han llevado a donde se encuentra y que lo pueden guiar hacia su meta teleológica.  
Por otra parte, cuando se habla de oscurantismo, hay que subrayar la importancia y las aportaciones de la Edad Media, tan discutida y menoscabada por algunos personajes: gracias a ella tenemos una institución que ha ayudado, como misión principal, a formar profesionales en las diversas disciplinas del saber académico. Se habla de la universidad, que también es conocida como Alma Mater, es decir, como madre nutricia de nuestra sociedad contemporánea. Sería reduccionista, y, por demás, injusto, considerar que la Edad Media es una etapa irrelevante en la historia humana; ninguna cosa más lejana a la realidad. Asimismo, comprendemos que la educación universitaria tiene mayor calidad y alcance que otros tipos de formación intelectual que cohabitan con ella en el ámbito académico actual. Así como toda etapa vital influye en la vida de cualquier ente animado, de la misma manera afecta en cada época histórica posterior su precedente temporal. Por ejemplo, gracias a la imprenta de Gutenberg, que ocurrió a principios de la Edad Moderna, tenemos en la actualidad los libros y las grandes empresas editoriales que ofrecen sus productos al mercado.
En conclusión, hemos de reconocer la importancia histórica de la que no carece, en ningún sentido, la época medieval. Hace falta una visión global para descubrir la grandeza de este tiempo y su influencia en nuestros tiempos.

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