martes, 16 de noviembre de 2021

Ser o no ser ¿Era Shakespeare un testaferro?

SER O NO SER[1]

 ¿Era Shakespeare un testaferro?

¿Puede admitirse que el hijo de un guantero, de origen plebeyo y casi analfabeto, sea el autor de una de las obras más admirables del patrimonio literario de la humanidad? Desde hace dos siglos, los sabios intentan dilucidar esta paternidad dudosa. De ninguna manera podemos negar la existencia histórica de un tal William Shakespeare, nacido en Stratford-upon-Avon en 1564. Fue comediante, administrador de una compañía de teatro... Sin embargo, lo poco que sabemos acerca de su vida nos hace dudar en identificarlo con el escritor.

UNA BIOGRAFÍA BASTANTE MISTERIOSA

Nadie sabe nada acerca del periodo entre 1585 y 1592, año en que aparecen las primeras menciones (por lo demás violentamente criticas) del Shakespeare dramaturgo. Sin embargo, su vida fue trastornada por completo, ya que descubre el teatro, escribe las primeras obras (Titus Andronicus, Richard III), y sobre todo abandona Stratford, pequeña ciudad de provincia, para instalarse en Londres. ¿Luego de qué peregrinaciones? Lo ignoramos, y al no tener pruebas, según el caso, lo imaginamos trabajando como maestro de escuela, formándose en la carrera de actor en una compañía ambulante, con viajes a Francia e Italia.

Shakespeare reaparece recién en 1594: es miembro de la compañía de teatro del lord charabelán. La compañía, puesta bajo la protección del rey Jacobo I Estuardo de Inglaterra en 1603, encabeza la vida teatral londinense hasta el incendio del teatro el Globo donde se presenta, en 1613. Pero ya hace tres años que Shakespeare se retiró a Stratford, donde administra sus tierras y sus rentas, preocupado únicamente por aumentar su fortuna hasta su muerte en 1616.

LAS TESIS ANTISTRATFORDIANAS

Desde fines del siglo XVIII, los eruditos piensan que existe una dicotomía decididamente demasiado grande entre un personaje histórico de tan poca monta y una obra tan genial. Se trata de las tesis llamadas "antistratfordianas", que afirman que Shakespeare sólo es el testaferro der verdadero autor de Hamlet y de Otelo.

En parte, nacen de interrogantes legítimas: ¿pertenecían estas obras al repertorio del actor Shakespeare? ¿Cómo pudo tener tan poca resonancia su obra entre sus contemporáneos, hasta el punto que la muerte de Shakespeare no se mencione en ningún documento oficial? Además se basan en el prejuicio que un hombre, a priori sin cultura y de baja extracción social, a pesar de todo, no puede ser un escritor inmenso. El punto de vista más antiguo y célebre atribuye la obra de Shakespeare al filósofo Francis Bacon (1561-1626). Este gran espíritu, importante pensador del Renacimiento, está estrechamente ligado a las intrigas de la corte isabelina. Ahora bien, la obra teatral de Shakespeare revela un dominio sorprendente de los mecanismos de la vida política inglesa de la época. Bacon, ligado primero a un favorito de Isabel I, el conde de Essex, alcanza las cumbres del estado luego del advenimiento de Jacobo I de Inglaterra.

Sin embargo, se adelantaron los nombres de muchos otros personajes de la vida pública isabelina. Así, el conde de Derby, muerto en 1642, cuyos múltiples viajes pueden asociarse al mareo y a la intriga de numerosas obras, como Penas de amores perdidos. La última versión de la teoría del testaferro atribuye la obra a otros autores de la misma época, como el poeta Christopher Marlowe, aunque ya muerto asesinado en 1593, o el dramaturgo Ben Johnson.

La tesis más común sigue siendo la de Bacon y es renovada en el siglo XX gracias a las técnicas de descifrado de criptogramas. Algunos trabajos mostrarían que en los textos de Francis Bacon, a partir de la caligrafía ligeramente distinta de algunas letras, se puede detectar una serie de indicaciones que componen mensajes secretos de este tipo: "Escribí diferentes tipos de obras, historia, comedia y tragedia. Gran cantidad de ellas han sido llevadas al teatro y bajo el nombre de Shakespeare han ganado un renombre duradero... Sin embargo este tipo de descifrado depende esencialmente del arbitrio y de la fantasía del que lo lleva a cabo. Con un poco de imaginación, es posible reconstituir cualquier mensaje a partir de un texto aparentemente normal. Además, en varias oportunidades los "baconianos" se descalificaron atribuyendo a sus héroes la paternidad no sólo de la obra de Shakespeare, sino también de toda la literatura inglesa de su época, de Kyd a Johnson, de Marlowe a Milton. Por querer probarlo todo, la credibilidad siempre se debilita.

 



[1] Aquí puedes consultar la versión completa de este escrito: file:///C:/Users/ARNOLDO/Desktop/Los%20Grandes%20Enigmas%20-%20Larousse.pdf

 

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