LA GUERRA DE TROYA [1]
UN CONFLICTO NO COMPROBADO
Obras
de arte de la literatura occidental. La Ilíada y La Odisea describen sucesos
que se habrían desarrollado en 1200 antes de Cristo, Sin embargo, desde hace un
siglo, historiadores y arqueólogos se interrogan acerca de la realidad del
célebre conflicto que opuso, según Homero, a griegos y tróvanos: la guerra de
Troya.
París,
hijo del rey de Troya, Príamo, está al origen del conflicto. Llamado a juzgar
la belleza de las diosas del Olimpo, elige a Afrodita, divinidad del amor, que
le promete la más bella mujer de Grecia, Helena, esposa de Menelao, rey de
Esparta, París conquista a Helena: ésta abandona su ciudad, su marido y su hija
para seguirlo. Para vengar a su hermano burlado, Agamenón, el poderoso rey de
Micenas, organiza una expedición destinada a destruir Troya.
EL RELATO HOMÉRICO
La
Ilíada, el primer poema, empieza con el relato de la cólera de Aquiles, héroe
griego (hijo de un mortal y de una diosa). La guerra de Troya continuó hasta
cerca de nueve años, y Agamenón acaba de apoderarse de una prisionera,
Briseida, recompensa de Aquiles. Este, furioso, se retira a su tienda y rehúsa
volver al combate.
No
es sino a la muerte de Patroclo, su amigo más querido, muerto por el troyano
Héctor, que vuelve a las armas para vengarlo. La Ilíada termina con la muerte
de Héctor y los grandiosos funerales celebrados en honor de Patroclo por su
amigo. El relato se organiza en una sucesión de cuadros que describen escenas
de guerra. En La Odisea, historia del largo y difícil regreso de Ulises, rey de
Itaca, a su patria, sabemos algo más acerca de los nueve primeros años de la
guerra, y sobre todo, acerca del final del conflicto y el famoso episodio de!
caballo de Troya. Los historiadores griegos del siglo V antes de Cristo,
Heródoto, autor de las Historias y Tucídides, a quien debemos la Guerra del
Peloponeso, aportan a la tradición homérica explicaciones históricas y
políticas. Para el primero, los troyanos representan a los eternos enemigos de
Grecia, es decir, a los persas o a los medos.
La
guerra de Troya sería entonces, según el "Padre de la Historia", una
primera guerra médica. El análisis de Tucídides es más político. Para él, el
conflicto descrito por Homero simboliza la primera tentativa de unión de los
griegos para lanzarse a una conquista, en suma, una primera forma de imperialismo
helénico. Luego, la veracidad de los poemas no es puesta en duda por los
antiguos: los sucesos que describen tienen, a sus ojos, una realidad histórica.
EL TESTIMONIO DE LA ARQUEOLOGÍA
¿Es
esta realidad la de la Grecia micénica del siglo XIII antes de Cristo? Los
descubrimientos arqueológicos no parecen confirmarlo. En el siglo XIX, el
alemán Heinrich Schliemann, apasionado por la obra de Homero, empieza sus
excavaciones en búsqueda del emplazamiento de Troya. No descubre sino una
pequeña aldea, bautizada por los arqueólogos con él nombre de Troya VII según
el orden de las capas arqueológicas. El yacimiento data de períodos anteriores
a los de la supuesta guerra y los vestigios lo muestran tan pequeño y pobre que
no se comprende por qué los griegos habrían levantado semejante ejército en su
contra. Más aún, cuando las excavaciones efectuadas en Micenas, la ciudad del
rey Agamenón, revelan, por el contrario, abundantes tesoros. Luego, la
hipótesis de una incursión contra Troya con el objetivo de obtener un botín no
puede sostenerse. En cambio, en 1953, un descubrimiento capital abre el camino
a otra interpretación de la guerra. Ese año se descifra la escritura, bautizada
lineal B. de las tablillas encontradas en las ruinas del palacio de Cnosos en
Creta y en Pylos, en el Peloponeso, que muestran que se trata de la misma
lengua: una forma primitiva de griego. Esto significa que existió realmente una
expansión del poderío helénico. Así, la hipótesis de un rey de Micenas
suficientemente poderoso para formar semejante coalición y conducirla tan lejos
es históricamente fundada. Historiadores y arqueólogos se apasionan con el
debate. Para algunos, Homero describió efectivamente la situación política del
siglo XIII antes de Cristo. En cambio, según otros, los evidentes anacronismos
contenidos en el texto épico corresponden a las condiciones de vida de la
sociedad en la que vivía el aedo, es decir, al siglo VIII.
UNA EXPEDICIÓN PEQUEÑÍSIMA...
Lo
seguro es que la Troya de Homero no tiene nada que ver con la pobre aldea
descubierta sobre la costa turca. Además, la destrucción de la ciudad troyana
no corresponde cronológicamente al período de grandeza de los palacios
micénicos. Finalmente, los vestigios de éstos no se parecen a las descripciones
que hace Homero. ¿Habría que concluir que los relatos homéricos no tienen
ninguna realidad histórica y que la famosa guerra no existió? Un gran
historiador, M. I. Finley hizo avanzar el debate en un sentido determinante.
En
su obra El Mundo de Ulises, afirma
que no es ni en el mundo micénico (siglo XIII) ni en el de las ciudades del
período arcaico (siglos VIII-VI) donde hay que buscar la inspiración o el
modelo homérico. La sociedad descrita en La Ilíada y La Odisea sería la de los
tiempos oscuros de la historia griega, el período que separa la caída de
Micenas del nacimiento de las ciudades-estado. Los investigadores de hoy van
más lejos y distinguen tres niveles de lectura en los textos homéricos. Por una
parte, se trata de una obra poética de ficción que escapa por esta razón a la
interpretación histórica.
Por
otra parte, el aedo se refiere efectivamente a tiempos míticos lejanos, los de
la edad de oro del poderío micénico. Pero los detalles de la sociedad que
describe, es este el tercer nivel de lectura posible, son en realidad los de su
tiempo, Así, sí en verdad hubo una expedición helénica en Asia, seguramente no
fue de la amplitud de la legendaria guerra de Troya: pero el alcance y la
importancia del suceso fueron magnificados posteriormente. Quizás justamente,
como lo decía Tucídides, porque esta empresa fue una acción en común de los
griegos contra otro pueblo.
[1] La
versión completa de este artículo se puede comprobar aquí: file:///C:/Users/ARNOLDO/Desktop/Los%20Grandes%20Enigmas%20-%20Larousse.pdf
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