martes, 16 de noviembre de 2021

PRISIONEROS AMERICANOS EN VIETNAM: La duda atroz de los Estados Unidos

PRISIONEROS AMERICANOS EN VIETNAM:

La duda atroz de los Estados Unidos

Los norteamericanos han logrado exorcizar lo que fue para ellos "la guerra sucia” de Vietnam. Pero algunos demonios permanecen aún en el inconsciente nacional, y uno de los más insidiosos es la idea que algunos soldados podrían seguir como prisioneros en el sudeste asiático. Diecisiete años después de finalizada la guerra de Vietnam, el 30 de abril de 1975, el Pentágono estimaba que aún faltaba por encontrar el rastro de alrededor de 2.273 de sus muchachos, De este número, 1.101 habían sido dados por muertos en combate y 1.172 son considerados como perdidos en acción (Missing in Action, MIA), desaparecidos en el combate sin que se pudiera comprobar fehacientemente su muerte. En 1990, una fotografía proveniente de Asia y fechada el 25 de abril, mostraba a tres hombres de unos sesenta años que fueron reconocidos por sus familiares como antiguos MIA.

LOS FANTASMAS DE LA SELVA

En 1987, ciento diecinueve casos de MIA fueron presentados a las autoridades vietnamitas como los más conflictivos. En los años siguientes, con la apertura proclamada por ese régimen, Vietnam trató, con cierto grado de buena voluntad, de solucionar el problema, puesto que la sospecha que algunos norteamericanos pudieran seguir prisioneros ahí constituía el principal obstáculo en el proceso de acercamiento tan deseado con los Estados Unidos.

De hecho, la opinión pública y el Pentágono difieren radicalmente en su apreciación sobre este tema. Algunos oficiales norteamericanos piensan que, en el peor de los casos, una decena de compatriotas pudieron haber permanecido en el teatro de las operaciones (Vietnam, Laos y Camboya) después de 1975, y que murieron a manos de sus carceleros. Sin embargo, en 1979, después de terminada la guerra, reapareció un soldado, pero el enemigo lo había convencido de colaborar. Por el contrario, una encuesta realizada por la cadena Time-CNN en 1991 mostró que un 60% de las personas interrogadas pensaban que algunos soldados norteamericanos todavía estaban cautivos en Vietnam o en los países fronterizos. La foto de 1990 permitió dar algunos nombres, al identificar a los tres hombres como el coronel J. L Robertson, el mayor A. L. Lundy Jr. y el teniente L. Stevens, desaparecidos entre 1966 y 1970.

Durante el verano de 1991, otra fotografía, supuestamente reciente, de un MIA, el capitán Donald G, Carr, cuyo avión fue abatido en 1971 en Laos, publicada en la primera plana de los diarios, obligó al Ministerio de Defensa a prestar ayudas a la organización privada de búsqueda llamada Operación Rescate, que la había difundido, Pero el coronel Jack Bailey, responsable de la Operación Rescate no pudo proporcionar ninguna prueba adicional, ni siquiera un informante. Sin embargo, este asunto provocó una reacción de la comisión del Senado encargada de los prisioneros de guerra la que ordenó efectuar una investigación definitiva sobre el tema.

UN COMERCIO RENTABLE

Como una nueva variante en el mercado del dolor humano, la industria de los MIA, como la llamó el propio Time, es un asunto beneficioso para los Estados Unidos. Esta se alimenta con La producción periódica de fotografías que dicen representar a hombres blancos o negros prisioneros de tribus de la selva o en campos secretos de los vietnamitas. Hasta ahora, nadie ha podido probar que estas instantáneas correspondan a unos MIA y, en cambio, la mayoría han resultado ser fotografías trucadas o retocadas de nativos con un aire vagamente europeo o retratos de consejeros soviéticos sacados de antiguas revistas o, por último, montajes realizados a partir de folletos distribuidos en el sudeste asiático por las familias de los desaparecidos. En los Estados Unidos, el escaso celo mostrado por el gobierno por efectuar investigaciones serias ha provocado la proliferación de organizaciones privadas, financiadas con donaciones de las familias de los MIA y cuya confiabilidad no ha sido, lamentablemente, siempre muy clara. Catorce de ellas fueron acusadas en 1989 de entregar información falsa o deformada, a fin de presionar a las familias para obtener más dinero. Finalmente, el cine se ha beneficiado con la explotación de lo que podría considerarse un mito, obteniendo ganancias de la idea del "Regreso del infierno"; filmada en 1983, o de la búsqueda de los “Reportados Desaparecidos" de 1984.


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